Indignación vecinal por los robos y violencia en Las Delicias

Ó. F.
-

Algunos negocios, como Puertas Cuéllar y el supermercado Lupa, han sufrido ataques en las últimas semanas y las llamadas a Policía Nacional y Local son constantes por los altercados provocados, en su mayoría, por la comunidad magrebí

Vecinos y comerciantes de Las Delicias dicen estar al límite por la oleada de robos y violencia que se está registrando en esas calles en los últimos meses, especialmente desde que comenzó el verano. La zona más conflictiva es la del entorno a la plaza de Lola Herrera, aunque los incidentes se extienden por la avenida de Segovia, General Shelly, Embajadores, Caamaño y Aaiún.

Según denuncian los testigos, las peleas originadas por adolescentes son una constante. Muchas de ellas provocadas por los excesos con el alcohol, aunque sea a plena luz del día. También los robos en los comercios. Uno de los últimos se produjo el domingo de la semana pasado a primera hora de la mañana en Puertas Cuéllar, en el número 40 de la calle Embajadores. Según relata uno de sus trabajadores, el ladrón rompió el escaparate con una piedra delante de «un montón» de vecinos que se limitaron a recriminarle su actitud, aunque no se atrevieron a intentar frenarle. «Reventó la puerta con un pedrusco y se llevó algún ventilador y sartenes... no llegó ni a la caja porque la Policía vino muy rápido», explica uno de los empleados de un negocio que, curiosamente, se dedica a la venta de puertas de seguridad para evitar robos. Un negocio en auge, según reconocen desde la misma tienda, «por el incremento de robos en viviendas» de las últimas semanas. A raíz de esta mala experiencia, el establecimiento va a poner unas verjas en el escaparate.

Según ha podido saber este periódico, otro de los robos ocurrió el pasado 30 de junio en el supermercado Lupa de la calle General Shelly, donde se llevaron botellas de alcohol por valor de más de 400 euros. En este caso, el responsable fue detenido. Los negocios del entorno aseguran que los supermercados son objetivos habituales. Algunos de sus trabajadores reciben insultos y vejaciones con relativa frecuencia cuando intentan frenar a los cacos, que no se amedrentan.

Un coche de la Policía Municipal patrulla por las calles donde se están registrando más incidentes. Un coche de la Policía Municipal patrulla por las calles donde se están registrando más incidentes. - Foto: Jonathan Tajes

Policía Nacional y Municipal intentan aplacar como pueden este repunte de la violencia, con llamadas de vecinos casi diarias. Una de las últimas intervenciones tuvo que ver con una pelea en la avenida de Segovia entre personas de origen magrebí. Tal y como se ve en un vídeo que circula por grupos de Whatsapp, un joven golpea a otro con un cinto hasta que otros dos le hacen parar. Se trata de personas de origen magrebí. En otros tres vídeos a los que ha tenido acceso este periódico se observa a miembros de esta comunidad peleando dentro de una tienda de comida turca y en la calle, con barras de plástico. En un quinto vídeo se puede observar a un joven sentado en la cornisa de un edificio en la calle Aaiún, lo que motivó la intervención de Bomberos de Valladolid y Policía Nacional.
En el marco de las actuaciones por incidentes de este tipo, dos agentes de la policía nacional están siendo investigados por agredir a dos de los tres jóvenes que tenían retenidos. En un grupo de ocho policías, en un vídeo grabado por una vecina, se observa que dos de ellos propinan algunos tortazos y golpes con la porra a los jóvenes, de origen magrebí, que no estaban oponiendo ningún tipo de resistencia en el momento de la grabación.

La mayor parte de los vecinos y comerciantes de la zona consultados por El Día de Valladolid coinciden en que son algunos adolescentes inmigrantes, no todos, los que provocan estos problemas, sobre todo en verano, cuando han terminado las clases y pasan muchas horas en la calle bebiendo. Precisamente esta semana el subdelegado del Gobierno en Valladolid, Jacinto Canales, confirmó que se ha incrementado la presencia policial en Medina del Campo ante el aumento de peleas y altercados provocados por la comunidad inmigrante. E incidió en que la precariedad de estas personas también está detrás de estas actitudes.

«Todas las noches tenemos que llamar a la Municipal»

Un trabajador de Puertas Cuéllar explica cómo le robaron el pasado domingo.Un trabajador de Puertas Cuéllar explica cómo le robaron el pasado domingo. - Foto: Jonathan Tajes

Algunos casi prefieren ni hablar cuando se les pregunta. Otros esbozan una pequeña sonrisa a medio camino entre el hartazgo y la resignación. Y unos pocos se atreven a dar detalles. En lo que coinciden casi todos es en no querer dar su nombre al hablar de lo que pasa, por miedo a sufrir represalias. La mayor parte de los comerciantes y vecinos consultados por El Día de Valladolid destacan en el deterioro gradual de la convivencia en el barrio. Un problema que se ha agudizado especialmente en verano. «Sí, ha habido robos», reconoce la dependienta de una papelería, que detalla uno a uno los comercios cercanos que han tenido problemas.

En mitad de la conversación, interviene un cliente, vecino de Las Delicias desde 2017. «Yo vivo en la calle Aaiún y ahí estamos con historias día sí y día también», señala. Todas las noches, pasada la una de la madrugada, tiene que salir al balcón para pedir que cesen los gritos, se queja mientras muestra vídeos grabados por él de incidentes en la zona, como el de un joven que se subió al tejado del edificio de enfrente. «Es llegar el verano y no hay noche que no tengamos que llamar a los Municipales... a veces hay niños pegando balonazos contra la pared a las cuatro de la mañana», se queja.
A solo unos metros, en un bar, el dueño reconoce que él no ha tenido problema, pero que los trabajadores de un supermercado cercano, que van a tomar café allí, sí que le han contado que han sufrido varios robos.

Otro encargado de una frutería también señala que, hasta ahora, él no ha sufrido ataques, pero reconoce que está «preparado» por si llega ese momento, mientras se queja de los problemas ocasionados por la comunidad magrebí.

Más fotos:

La plaza de Lola Herrera es una de las zonas más conflictivas.
La plaza de Lola Herrera es una de las zonas más conflictivas. - Foto: Jonathan Tajes
Un joven sentado en la cornisa de un edificio en la calle Aaiún.
Un joven sentado en la cornisa de un edificio en la calle Aaiún.

Otra dependienta de una tienda de telefonía explica que el «foco» de los problemas está en la plaza de Lola Herrera, donde unos jóvenes «están sentados todo el rato, drogados y peleándose entre ellos». Lo sabe muy bien porque, aunque tiene el negocio en otra calle, ella vive en la plaza... hasta ahora, porque ya ha tomado la decisión de vender e irse de allí. «Mucha gente ya ha hecho lo mismo», dice. Justo al lado, en otra frutería, los dueños, extranjeros, sonríen resignados cuando se les pregunta y solo se limitan a señalar en una dirección mientras dicen lo mismo: «Lola Herrera»...