He estado unos días fuera de España y a mi regreso me he encontrado con que el Presidente del Gobierno se ha sacado de la manga, o se lo han sacado sus asesores, un palabro de la más de significativo: fachosfera.
El palabro en cuestión evidencia el pensamiento del Presidente: el mundo se divide en dos mitades irreconciliables, los que le siguen sin rechistar, haga lo que haga, y los que discrepan de lo que hace.
Los primeros son los buenos españoles, progresistas sin par mientras que los segundos son lo peor de cada casa, fachas irredentos por no ser capaces de rendirse a sus políticas, amnistía mediante.
Cabe preguntarse si se lo cree o solo lo repite para intentar que la repetición se convierta en realidad. El problema es que el señor Sánchez, habida cuenta que tiene en sus manos el poder y el BOE, al dividir a los ciudadanos españoles en "buenos y malos" esta devolviendo a nuestro país a aquella España en blanco y negro que habíamos dejado atrás.
Sí, Sánchez se arroga con desfachatez colgar "etiquetas" a los ciudadanos descalificando con furia a todos aquellos que mantienen una posición discrepante con sus políticas. Y lo hace utilizando un lenguaje que sobresalta: fachas.
Así que muchos ciudadanos, temerosos de que les cuelguen ese "sambenito", prefieren no decir en voz alta lo que piensan y fundirse con el paisaje a la espera de que algún día Sánchez pierda unas elecciones.
La realidad es que hay que ser valiente y sobre todo honrado intelectualmente para plantar cara a esa campaña de desprestigio que se lleva a cabo desde el "poder" con la ayuda inestimable de quienes le avalan. Pero hay momentos en que no hay más remedio que dar un paso adelante y decidir de quien quieres ser compañero de viaje.
Sánchez ha elegido los suyos, que son los que le facilitan la vara de mando. Sus compañeros de viajes son gente tan singular como los independentistas que día sí y día también le recuerdan, con gran sinceridad, que su apoyo no es gratis, es el precio que debe de pagar para que Cataluña y de rebote el País Vasco sean independientes.
Claro que Pedro Sánchez cree que es más listo y que les está toreando, pero la realidad es pertinaz, y la única realidad es que ha puesto de rodillas al Estado ante los independentistas y quienes quieren acabar con el sistema constitucional. Es un precio que no le parece oneroso como pago para poder ser Presidente de Gobierno.
No diré que me sorprende que en su partido haya a quién no le tiembla la voz, como a la nueva portavoz Esther Peña, defender cuanto hace el Ejecutivo atacado sin sonrojo al poder judicial por atreverse a investigar delitos cometidos desde el independentismo catalán.
Las conexiones de Rusia-Putin con el proces están por explicar. Por ejemplo, la presencia y relación de la eurodiputada letona Tajna Zdanoka que, al parecer, según investigaciones de varios diarios europeos, ha resultado ser agente de los servicios de inteligencia de Rusia. Pero pelillos a la mar ¿qué importancia tiene eso? Lo importante es que se apruebe una ley de amnistía que permita borrar todos los delitos cometidos por los líderes del procés. Y es que según la señora Esther Peña, a la que le auguro una gran carrera política mientras Sánchez mande, cree y así lo dice que "cada vez que el legislativo mueve ficha un juez mueve ficha".
O sea que a la señora Peña le parece irrelevante la conexión rusa con los líderes del procés y afea a los jueces que se atrevan a investigar.
Sí, para el PSOE el país está dividido en dos, y si me apuran en tres, por una parte los socialistas y sus aliados, por otra los discrepantes con algunas de las políticas puestas en marcha por el Gobierno, y como guinda los jueces empeñados, en el ejercicio de sus funciones, en que se cumpla la ley.
Los dioses ciegan a los hombres a los que quieren perder, aunque en el caso de Pedro Sánchez es la ambición política la que le ha cegado.