En el incomparable marco del Museo Casa de Cervantes y con la certeza de que allí se gestó la primera parte de la obra cumbre de la Literatura española, el máximo responsable de los Libreros de Castilla y León, Javier Pérez Lázaro, confía en revitalizar un gremio que está, si se permite el tópico quijotesco, 'de capa caída'. Tiene ante sí dos años de mandato el propietario desde 2000 de La tienda de Lope, en su pueblo, Olmedo. Actor y gestor del Teatro de compañía Pie Izquierdo, organizador de los festivales Libra y El Clasiquillo, parte activa del colectivo vecinal Cultivando Olmedo «y algunas cosillas más», si le dejan hacer...
Seguro que tiene muchas ideas en la cabeza.
Hemos pedido a la Junta que nos eche una mano con la celebración del Día del libro en los pueblos. Estamos pensando la manera de organizar una feria sectorial en la que participen todos los agentes de la cadena del libro, desde la manipulación del papel, escritores, diseñadores, maquetadores, ilustradores, editores, talleres de impresión, distribuidores, libreros... También vamos a crear un bono infantil y juvenil para comprar libros.
Pensaba en el bono cultural del Gobierno. Un chaval tenía 200 euros para gastarse en libros (100 solo para soporte físico), videojuegos, discos, películas, series... Entre cargarse zombis y leer 'El Quijote', ¿era como luchar contra molinos de viento?
El consumo cultural tiene varios lenguajes y soportes. Pero seamos sinceros, también hay libros de zombis que no te llevan a ningún sitio.
¿Cuáles son las principales demandas de los libreros?
A las librerías de Valladolid y de León nos cuesta entender que sus bibliotecas municipales se provean con fondos que aportan grandes distribuidoras de territorios fuera de Castilla y León porque se supone que las diputaciones provinciales -que financian dichos fondos- están al servicio de la provincia, y entendemos que defender sus librerías es un objetivo más que plausible para ellas.
Las ventas físicas de libros parece que siguen en línea descendente.
Han sido algo peores que el año anterior por lo que he podido recoger de boca de compañeros. En el medio rural el daño que está provocando la compra en línea es definitivo. Acabará con todo el comercio.
¿Pueden salvarse de algún modo?
Su tendencia a la desaparición es clara. Hay estrategias para durar y aguantar con dignidad: las librerías en el medio rural suelen ser también papelerías, jugueterías, etcétera. También podrían conectarse con las de otros pueblos y otras provincias.
En La tienda de Lope se ven funciones teatrales y pequeños conciertos en directo para presentar discos. Hasta se abren debates vecinales (el pasado jueves hubo uno sobre la nueva variante del AVE a su paso por Olmedo). ¿Eso es extrapolable?
Sí. Me interesa lo vecinal. En una librería pueden pasar las cosas del pueblo. Y esto es trasladable a la ciudad, porque los barrios se parecen mucho a los pueblos.
Pero todas esas actividades no las puede organizar un pequeño librero.
Un cuentacuentos puede estar en cualquier librería. O un taller de lectura. A veces es cuestión de voluntad.
Y de dinero.
Claro, todo vale dinero. Ahí tiene todo el sentido agremiarse.
¿Esa sería la única forma de combatir, por ejemplo, a Amazon?
Es apostar por las librerías como espacios habitables, que es algo que Amazon no puede ofrecer.
Sí, pero a mí me lo trae a casa, 'calentito', con 'pelis' y series... Supéremelo.
Amazon está contribuyendo mucho al calentamiento global porque deja una huella de carbono importante enviando paquetito a paquetito casita por casita. Además, la compra en red tiene un punto de impulsividad, de adicción. La librería te ofrece una compra más tranquila y sosegada, puedes hablar con el librero y llevarte el libro que necesitas, el que te va bien en ese momento.
¿Hace mucho daño la venta de segunda mano?
Yo creo que no. Se quedó como el Ebook, que nos metió tanto miedo. La convivencia es pacífica y el Ebook se encuentra estancado.
¿Cuándo surgió su amor a la lectura?
Cuando era pequeñito, en cuarto de EGB, había una compañera, Cristina, que escribía obras de teatro y nos animaba a todos.
¡Pero entonces era que le gustaba!
Seguramente (risas).
¡Pues no fue amor a la Literatura sino amor a esa niña!
Nunca lo había pensado. ¡Eres un sacapensamientos! Y me puse a escribir mis propias obras de teatro que por supuesto nunca se terminaban.
Igual, como si se tratara de una novela, ahora que ha descubierto esto, podría llamarla.
Se fue, no tengo su teléfono. Perdí el contacto (risas).
El caso es que ese primer amor de infancia le descubre todo un mundo.
Me daba envidia leer sus obras de teatro y representarlas. Ahí empecé con 'Los tres investigadores', de Alfred Hitchcock, 'Los cinco', Mortadelo y Filemón, Spiderman, Marvel...
¿Y cuándo surgió esa vocación de librero?
Probablemente durante mi prestación sustitutoria. Estuve de bibliotecario en la Escuela de Idiomas de Valladolid. De esto hace ya 30 años.
O sea, si hubiese hecho la mili, hubiésemos perdido a un gran librero.
Es muy probable (risas) y a lo mejor a una persona. Me hubiese perdido.
Muchas milis se limitaron a coger fregonas.
Para coger una fregona podría servir, y para recibir órdenes podría valer. Soy bien mandado. Pero no me inspiraba mucho la mili, vamos.
Pues ya que hablamos de órdenes, en su perfil de Facebook asegura que es autoexplotado en su librería. ¿Es mejor eso que a uno le exploten?
Como diría aquel, no acepto la disyuntiva. No acepto ninguna de las dos cosas. Soy autónomo y hago muchas cosas. Me autoexploto bastante y no estoy bien pagado.
Pero el caso es que llega a la sabia conclusión de que la Filosofía no le da de comer y sí una librería.
Claro, una vez acabada la carrera, no me inspira nada dar clase ni prepararme unas oposiciones.
Filosofía no tenía salidas.
O todas. Barrer una calle o lo que sea.
La Filosofía no da de comer.
Da de vivir.
¿Pero cómo se hace librero?
Me hice amigo de Isabel, la propietaria de la librería y papelería Lope de Vega, en Olmedo, que luego la cogí. Yo venía de Valladolid, donde estudiaba, los fines de semana. Me recomendaba libros, era amiga de mi pareja y un día decide volver a Madrid.
Me imagino charlando horas y horas sobre algún libro.
No te creas. Usaba su fotocopiadora. Siempre fui muy 'guerrero' en mi pueblo y sacaba una revista gratuita, 'Reseñas', un A3 doblado, con noticias del pueblo. Tenía 19 años. Duró dos. Dejábamos ejemplares en los bares.
El caso es que coge el negocio porque ve que la Filosofía no le va a dar de comer. Eso sí, le da qué pensar y se mete a librero para ser feliz.
Bueno, mejor todavía: me alimenta, pero no me da de comer. Decidí dar el paso porque me gustaban mucho los libros porque me desenvolvía con la gente en ese mundillo desde el período de la prestación.
Pero quería ser un librero diferente.
Me apetecía ser, como decía un amigo mío, un librero de autor. La librería debía representar tu mirada hacia los libros y hacia la Literatura, que eso se puede alimentar con la mirada de los clientes, que también te pueden recomendar libros. Por eso es tan interesante el encuentro.
¿Usted no será tan 'rata' de desprecintar los libros, leérselos y luego volver a precintarlos?
Afortunadamente, los libros cada vez vienen menos precintados porque es un atentado ecológico (risas).
Puede haber marcas de 'dátil'.
El hojeado del libro es obligación profesional. ¿Cómo voy a recomendar un libro del que no sé absolutamente nada? Los libreros somos grandes lectores de solapas y contraportadas.
¿Cree que los libros son caros?
Me dejas... No sé qué decirte. Depende de cómo lo mires. Si tu relación con el libro es la lectura y a otra cosa mariposa, te saldrá caro; si tu ambición es la de tener una pequeña biblioteca en casa con la que tú te vas a relacionar, no lo es.
Pérez Reverte no deja ningún libro de su biblioteca. ¿Y usted?
Yo tampoco. Prefiero regalar libros.
Dicen que quien deja un libro a un amigo pierde el libro y el amigo.
Sí. Y te puedes hacer el 'longuis' y perder solo el libro. Mejor es regalarlo, es una propuesta de amistad duradera.
Umberto Eco, que llegó a tener una biblioteca de más de 41.600 volúmenes, confesó que muchos no se los había leído, pero la comparaba con una farmacia.
No soy muy partidario de ello. Tendré 500 como mucho. Pero entiendo a Eco y esa angustia de leer un libro que te lleva a otro y luego a otro...
¿Hay un libro que no haya sido capaz de acabar?
'Reivindicación del Conde Don Julián', de Juan Goytisolo. Lo acabaré.
¿Le gustaría que sus hijos fueran libreros?
Me gustaría que quisieran serlo, pero no parecen por la labor.
Supongo que algún libro le marcó.
'La historia interminable', de Michael Ende. Lo leí con 13 años cuando no era un gran lector.
¿Unas palabras para la posteridad?
Leamos, pero leamos en papel y conscientes de que el tiempo que dedicamos a la lectura de un libro en papel es tiempo que dedicamos a nosotros mismos.
Aunque se talen muchos árboles.
La industria papelera relacionada con el papel está muy especializada con árboles que crecen muy rápido.
El ministro de Cultura, Ernest Urtasun, ha anunciado esta semana un proceso de revisión de las colecciones de los 17 museos estatales para eliminar prácticas ancladas «en un marco colonial, inercias de género o etnocéntricas». ¿Qué le parece?
Se trata de ampliar y enriquecer la mirada sobre temas históricos con los que ni tú, ni yo ni el vecino de enfrente tenemos responsabilidad alguna. Pero está bien saber de dónde se viene, ¿no te parece?