"Muchos vallisoletanos no valoran lo que tienen"

David Aso
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"Valladolid es bonita, pero se podría aprovechar mucho más si se criticara menos y se hiciera más, que así pasa con cosas como el soterramiento", opina Guillaume Deplus, músico belga afincado en la provincia desde hace 16 años

Guillaume Deplus, belga afincado en Valladolid, en el pasaje Gutiérrez. - Foto: Jonathan Tajes

Años en Valladolid: 16
Profesión: Músico
Comida y bebida favorita: Pinchos de lechazo y cerveza
Rincón favorito: Zona del Canal del Duero en Laguna

Guillaume Deplus (Tournai, Bélgica, 1983) ama la música y especialmente la de raíz, ya sea la del reggae (ska y rocksteady, abuela y madre del género que popularizó Bob Marley) o la castellana, con arreglos más modernos como en Divertimento Folk, una de las bandas con las que toca, además de Hot Club Valladolid o The Iberians, al tiempo que también da clases. Y por supuesto el jazz, sobre todo manouche, un estilo enmarcado en el swing. Toca el bajo y el contrabajo, tan pronto en un bar como en ferias, en fiestas o en bodas donde cuadre.

Ama la raíz, la tierra y lo que aporta, y de su integración en ésta da cuenta que, estudiando Ingeniería Agrónoma en Bélgica, dedicó el trabajo de fin de carrera a la cebolla horcal de Palenzuela, la que se usa para la morcilla de Burgos, con idea de colaborar en la acreditación de su calidad.

De Valladolid era su pareja de entonces, a la que conoció estando ella de Erasmus en Bélgica, lo cual le llevó a echar raíces aquí a finales de 2008, tras pasar unos cuantos veranos por varias provincias de la Comunidad. Entró a trabajar en el popular Café El Minuto y allí empezó a conocer gente del mundillo musical que le abrió puertas hasta llenarle la agenda de tantos conciertos que, pese a acabar aquella relación, no tuvo dudas de quedarse. «Es una tierra que amo, la adoro», destaca. 

El español se lo trajo aprendido de una etapa anterior en Bolivia, de ahí el singular seseo que le ha quedado en el acento, y eso unido al idioma universal de la música facilitaron su integración, si bien hace cinco años cambió la capital por Laguna de Duero porque echaba en falta «una vida más rural». Piensa además que «belgas y vallisoletanos son muy parecidos» y recuerda que Carlos I nació en Gante, a menos de una hora de su ciudad natal... «Lo que más me sorprendió es que soy muy fan de la historia y apenas había oído hablar nada de Valladolid más allá de lo del tratado de Tordesillas, pero mi personaje favorito es Cristóbal Colón y me impactó enterarme al venir que fue aquí donde murió», recuerda.

Ahí enlaza con lo único que acierta a decir que no le gusta de la ciudad, «que está llena de historia y es bonita, pero parece que la gente de aquí la haga de menos». «Muchos vallisoletanos no saben valorar lo que tienen, se critica mucho e igual por eso se hace poco. Pasa hasta con la cultura, que no se aprovecha tanto como se podría», opina, dejándose llevar por su vena de músico y promotor,«o con temas como el soterramiento». Una operación urbanística que, si no ven sus ojos mientras viva, en principio no será por haberse mudado a otro lugar porque cuenta con seguir en esta tierra.