El otoño ya está aquí. Y como la temporada de la vendimia ha avisado con tiempo su llegada, Rioja viste sus mejores galas para seducir a todos los visitantes que se acercarán a la Denominación de Origen Calificada para extasiarse con sus viñedos centenarios que acompañan el pausado ritmo del Ebro, río que vertebra Rioja Alta, Rioja Alavesa y Rioja Oriental, las tres zonas cuya fama trasciende fronteras. Los cunachos y corquetes ya están preparados, como también lo están los remolques y los tractores. Las tolvas relucen y los lagares se aprestan para embriagarse de uva. En apenas un mes la vendimia 2024 será historia. Para libar sus frutos habrá que esperar un poco más.
Para mitigar la espera, Rioja propone una plétora de actividades bien vengas a saborearla en familia, con amigos o en pareja. 204 bodegas -de las más de 600 que componen la DOCa- abren sus puertas para ofrecer experiencias únicas, como paseos en globo o en bicicleta por los viñedos, sesiones de yoga y spa, catas tematizadas o vendimia en familia y gincana para los más pequeños.
Rioja es, además de un modo de vida, una filosofía vertebrada en torno al mundo del vino que se acompaña con una rica tradición gastronómica -para comer sentado y de mantel o para disfrutar de los pinchos en las calles de Haro, Laguardia y, por supuesto, Logroño-, un paisaje natural protegido por las sierras de La Demanda y Cantabria y un mar de viñedos que, justo en otoño, cobra su máximo esplendor, tiñendo el paisaje de rojos y violáceos tonos.
Rioja en otoño: 1.001 vinos, 1.001 planesComo todo esto hay que saborearlo con una copa en la mano, Rioja fue la DO pionera en apostar por el enoturismo, brindando una programación que marida con todos los gustos y que cada año atrae a miles de visitantes de dentro y fuera de nuestro país.
Y por qué no comenzar por Haro, donde descansan la mayor concentración de barricas y bodegas centenarias del mundo en su famoso Barrio de la Estación, donde la arquitectura tradicional armoniza con la más absoluta modernidad. Bien cerquita se erige el Museo de la Cultura del Vino Vivanco, en Briones, uno de los pueblos con más encanto de España. El Museo ofrece una experiencia única, donde la tradición se eleva a la categoría de arte. Y en Laguardia, otra localidad de belleza sin par, podemos disfrutar de sus callejuelas medievales, vistas panorámicas a bodegas y ambiente festivo. Entre medias, saquemos tiempo para pararnos en Elciego en la Ciudad del Vino de Marqués de Riscal.
Si no nos podemos marchar de Haro y de Laguardia sin contemplar sus barrios de bodegas, con el mismo propósito acudiremos a Cenicero, Cuzcurrita, Labastida o Quel. A dos kilómetros de esta última se encuentra Arnedo, conocida por su calzado y también por la singular Cueva de los Cien Pilares
Al lado de Badarán, y junto a Berceo, cuna de Gonzalo, nació el castellano en los Monasterios de Suso y Yuso (San Millán). Y, a unos pasos, la tradición peregrina de Navarrete, Ventosa o Nájera no da la espalda al mundo del vino.
Todo esto, y mucho más, hizo que el año pasado casi 900.000 visitantes (un tercio de ellos, extranjeros) se acercaran a la tierra de los 1.001 vinos a brindar por Rioja.