El misterio que rodea el crimen de la Circular sigue sin desvanecerse un año después de que una de las dos hijas de María Aguña se topase con el cadáver de la septuagenaria al abrir la puerta del piso situado en el número 9 de la céntrica plaza. Fue minutos antes de la cuatro de la tarde del 18 de octubre de 2018, pero la autopsia situó el óbito en el mediodía anterior. Mari, que era como conocían todos a esta viuda segoviana afincada en Valladolid, fue hallada tendida en el suelo del pasillo, muy cerca de la puerta de la vivienda; amordazada, pero sin signos externos de violencia. ¿Qué ocurrió allí la mañana del 17 de octubre? ¿Quién mató a esta mujer de 73 años?
El caso está en manos del Grupo de Homicidios de la Unidad contra la Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) de la Brigada de Policía Judicial. Sus investigadores trabajan sin descanso, pero con absoluta discreción en un asunto que, además, el juzgado lo mantiene bajo secreto de sumario incluso un año después, una media inusual. Todavía no ha habido detenciones, pero las pesquisas «van por el buen camino», señalan diversas fuentes a El Día de Valladolid sin dar muchos más detalles.
HUYERON DE VACÍO
La hipótesis principal apunta a que todo tiene su origen en un robo. Pero frustrado. O, al menos, infructuoso, porque, según ha podido confirmar este periódico, los ladrones tuvieron que irse de la casa con las manos vacías. Sin botín, pero convertidos en homicidas, porque la línea de trabajo central continúa hablando de una muerte violenta o, al menos, inducida por la acción de los asaltantes que no dudaron en dejar amordazada a Mari en su huida.
Fue una de las dos hijas la que se encontró con el horror al otro lado de una puerta que los ladrones se encargaron de dejar cerrada con llave; como queriendo asegurarse de que la septuagenaria no llegase a salir de la casa ni pedir auxilio. María Aguña estaba tendida muy cerca de esa puerta, en el pasillo, con una mano libre y con la otra aún atada, lo que indicaría, según las mismas fuentes, que pudieron dejarla con vida y que falleciese en las horas posteriores. Su cuerpo se encontraba amordazado, pero sin golpes.
El domicilio estaba muy revuelto, como queda después de que unos ladrones lo pongan patas arriba en su búsqueda de objetos de valor. Pero allí no encontraron nada, ni joyas ni dinero, y si acaso trataron de buscar la colaboración de su víctima, no la debieron encontrar. Ni amordazándola.
LA CAJA FUERTE, CERRADA
Tampoco para abrir la caja fuerte, que estaba cerrada e intacta, tal como ha podido saber El Día de Valladolid. La familia fue tratante de ganado y por ahí se explicaría la presencia de una caja fuerte en el domicilio, algo inusual.
Por ello, se cree que los ladrones tuvieron que estar varias horas en el inmueble, a la búsqueda de algo de valor que llevarse, pero, sobre todo, de esas claves de la deseada caja fuerte.
Pero se toparon con la contumaz Mari, que sabía lo que era aquello de sufrir un asalto en su vivienda. Fue hace tres años y se cuenta que los ladrones tuvieron que irse de vacío. También que esta mujer se había vuelto más desconfiada y que no abría la puerta a desconocidos, por lo que esa es una de las líneas de investigación, la posibilidad de que los asaltantes fueran personas del entorno o, al menos, conocidas de Aguña. Si bien, la hipótesis más plausible sigue siendo el robo puro y duro, el de unos ladrones que se colaron en el piso y amordazaron a la septuagenaria para atemorizarla, que la retuvieron durante horas y que, al final, tuvieron que escapar de vacío y dejando a Mari atada, quizá sin percatarse de que su vida estaba en riesgo. Convertidos en homicidas. Y con la Policía rastreando huellas, perfiles genéticos y cámaras.