"Intentamos ser un poco centinelas de la sociedad"

M. Rodríguez / D. Núñez
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Funcionario de la Diputación, tras su paso por la política como concejal y diputado provincial entre 2007 y 2015, ahora es el director del centro asistencial Doctor Villacián y del Centro de Integración Juvenil y presidente de Cruz Roja Valladolid

El presidente de Cruz Roja Valladolid, Juan José Zancada Polo. - Foto: Jonathan Tajes

Juan José Zancada Polo cuenta con una amplia experiencia en gestión pública, siempre vinculado a temas sociales. Es director del centro asistencial Doctor Villacián y del Centro de Integración Juvenil. Además, desde hace poco más de un año capitanea el equipo de Cruz Roja Valladolid. El que fue diputado provincial y concejal del Ayuntamiento de la capital por el PSOE entre 2007 y 2015 destaca que esta entidad desarrolla programas para luchar contra la soledad no deseada como uno de los últimos programas que se ha incorporado. Resalta la labor de los voluntarios de la entidad y afirma que no tienen un perfil concreto de personas a las que atienden porque desarrollan un gran número de proyectos y muy diferentes.  

¿Cómo está siendo la experiencia de presidir una oenegé?

Está siendo muy positiva e intentando dar continuidad a los programas de la institución, pero también hemos afrontado algún reto nuevo. Entre estos, la propuesta '12.13', que es un programa desarrollado en los municipios de menos de 100 habitantes. En la provincia hay 54 y estamos intentando que haya presencia de la Cruz Roja para abordar temas, como la soledad, la despoblación y el aislamiento que los vecinos que viven en esos municipios sufren a veces.

¿Y cómo se plantea este proyecto?

El dato de 12.13 son 1.213 municipios en toda España. Lo que intentamos, con la red de voluntariado de las asambleas comarcales, es tener presencia para promover actividades de acompañamiento para luchar contra esa soledad y aislamiento, en algunos casos con actividades de dinamización y de ocio y, en otros, con ayudas específicas, como llevar a una persona una determinada medicación. 

Hay unos 3.000 voluntarios en Valladolid. ¿La cifra está estabilizada? ¿Hay un descenso porque se encuentre menos compromiso social?

La cifra se mantiene. La entidad registra a la aquellos voluntarios que desarrollan actividades y los que han dejado de participar, pues se les va dando de baja. Es verdad que es una cifra que se mantiene. De hecho, se mantienen 13 asambleas comarcales, que es un número importante. La verdad es que la labor fundamental de las institución es a través de los voluntarios, con el apoyo del personal técnico que tenemos. La idea es que con el voluntariado, con su compromiso y dedicación, podamos mantener los programas que se vienen realizando. 

'Crece' es otro de los proyectos que aborda el tema de la soledad. ¿Cómo funciona?

Se centra en dos colectivos, como son las personas sin hogar y las personas víctimas de violencia de género. En este último caso es un objetivo novedoso de este año. 

Se habla de luchar contra la soledad no deseada. Pero, ¿cuáles son las medidas efectivas o novedosas para tener ciertas dosis de éxito?

Se trata de llevar a acabo una labor de acompañamiento y de apoyo a ese a esos colectivos. Lo que se pretende es evitar una institucionalización, es decir, que esas personas tengan que acabar en un centro si no lo desean. La idea es prestar ese apoyo para que mantengan sus hábitos. También desde una visión transversal se aborda con las persona sin hogar y las víctimas de violencia de género, por ejemplo, desde el punto de vista del empleo de hacer itinerarios que pretenden, de alguna manera, formar, capacitar e insertar luego en el ámbito laboral y social. Lo que busca es dar recursos, herramientas y capacitar a la gente para que pueda tener esa autonomía. 

Y es que la soledad es una de esas situaciones que vive alguien sin hogar o mujeres que de la noche a la mañana tienen una situación no prevista y deben que reorganizar y reinventar su vida. Nosotros lo que hacemos es, desde esa visión transversal, con el área de empleo, el área psicológica y de intervención social alcanzar ese objetivo.

En cuanto a las personas que demandan los servicios de Cruz Roja, ¿hay algún perfil nuevo?

Hay colectivos que efectivamente se van manteniendo, pero es verdad que hay nuevas realidades que van surgiendo. Nosotros intentamos ser un poco centinelas de la sociedad a la hora de detectar nuevas necesidades, que van surgiendo en momentos cambiantes. 

Un ejemplo de este tema es la red que tenemos de pisos para personas que solicitan asilo de Ucrania y Venezuela, que son ahora mismo los países que más demandan. Eso no quiere decir que mañana no haya otra crisis humanitaria en algún otro punto que provoque también nuevos perfiles y nuevas realidades. Pero intentamos estar un poco ahí pendientes de nuevas necesidades que van surgiendo. 

Otro ejemplo es la despoblación, no es que hayamos descubierto que existe, pero es verdad que hay que intentar de alguna manera poner en marcha acciones y programas que permitan de alguna manera combatir o por lo menos intentar paliarla en la medida de lo posible. Y a veces, concienciar y que se visibilice. 

Hablando sobre concienciar, ahora que encontramos un escenario de crispación social y rechazo a refugiados y migración, ¿cómo gestionan esta situación?

En Cruz Roja desarrollamos una labor de sensibilización y de concienciación, además, siendo conscientes de que estamos en una sociedad que todos los datos de los demógrafos nos apuntan a que en el 2050 vamos a necesitar población inmigrante. 

Somos una sociedad envejecida con problemas de natalidad y hay determinados perfiles profesionales que, de alguna manera, se están reclamando, y se necesita que haya nueva población que genere esa actividad y que permita una sostenibilidad de estado de bienestar en España y en Europa. 

Por lo tanto, quien no quiera ver esto, evidentemente, creo que está cerrando los ojos y negando la mayor. Estamos abocados a ser una sociedad multicultural donde necesitamos que vengan de otros países personas que van a mejorar sus condiciones de vida y a apoyar y también a aportar a la sociedad europea y a la sociedad española para mantener también los servicios con su actividad.

¿Notan que haya esa crispación social en Valladolid? ¿Les transmiten sus usuarios problemas de rechazo, de dificultad de acceso a la vivienda o a un trabajo? 

Hay algún caso, pero yo creo que no es una cosa generalizada. Nosotros hacemos una labor fundamentalmente de apoyo, de acogida, de formación de la población inmigrante no castellano parlante, pues, por ejemplo, con el idioma porque es una herramienta imprescindible para su integración. Y la verdad es que, por lo que cuenta los profesionales y los voluntarios, no hay excesivos problemas en Valladolid. Es una provincia y también una ciudad solidaria, en las que sí que hay una sensibilidad. 

Se dan episodios por el miedo y éste provoca, a veces, determinadas dificultades, a lo mejor de instalarse en la ciudad. Pero Cruz Roja viene trabajando con estos colectivos y se ven esos procesos de integración. Se dan, sobre todo, con los niños. Es que notamos que se integran muy bien y ayudan a integrar a los padres. Los datos sí que vienen a corroborar que hay un proceso de integración mayoritario de las personas que atendemos. 

¿Tienen un perfil concreto de usuarios de Cruz Roja?

No porque varía según el programa. La institución ha sufrido una evolución en las últimas décadas desde un ámbito más sanitario a un ámbito más social. Se sigue manteniendo el departamento de socorro, con el que hacemos un apoyo. Pero fundamentalmente nuestro grueso es trabajar por las personas para mejorar sus condiciones de vida. Y ahí tenemos desde perfiles de la Unidad de Emergencia Social, que trabaja con el tema de las personas sin hogar, a la infancia, no solo con familias inmigrantes y con un programa muy interesante con menores infractores, sino con el programa Promoción del Éxito Escolar para ayudar a niños con familias vulnerables que tienen dificultades en el tema escolar y también a nivel de alimentación. Y es que a través de ese programa conseguimos garantizar meriendas saludables y apoyo escolar. 

Asimismo, trabajamos con inmigración, colectivos de refugiados y asilados, mujeres víctimas de violencia de género y con la tercera edad. Con el programa de la teleasistencia hay unas 2.000 personas que atendemos a través de ese servicio y organizamos actividades para los cuidadores de personas con problemas de dependencia. Y tenemos el Centro de Atención a Drogodependientes y atendemos a personas que están en prisión. 

Durante la pandemia se vieron las que se bautizaron como las colas del hambre. Ahora se hace esa atención a las familias a través de una tarjeta para evitar esa estigmatización, aunque este asunto también ha causado polémica. ¿Qué tal funcionando? 

Ha echado a rodar hace poco y es un cambio significativo, porque hemos pasado de esa distribución de alimentos físicos al uso de las tarjetas. En líneas generales, es un buen paso. ¿Por qué? Pues porque dignificamos a la persona. De hecho, ya teníamos un programa en colaboración con Diputación para familias vulnerables que, en lugar de facilitar el alimento, se utilizaban las tarjetas que se canjeaban por productos en los comercios de los municipios. 

Como ya tenemos esa experiencia, me parece que sí que es un paso importante en esa dignificación de las personas. Aunque es verdad que posiblemente haya que mejorarlo  porque ha habido algún perfil que se ha quedado excluido y que antes sí que podía beneficiarse, como es el caso de personas solas, por lo que hay que arbitrar y mejorar ese servicio. 

¿Se rompen todos los tópicos y los bulos sobre que todas las ayudas son para inmigrantes? Y es que hay muchas organizaciones que hablan de la precarización de las familias nacionales por los bajos salarios y los trabajos temporales. ¿Lo ven en las ayudas de primera necesidad que reparten?

A raíz de la pandemia se puso en marcha el programa 'Reacciona' que estaba financiado por Cruz Roja para dar respuesta a situaciones de necesidad, como es el tema de alimentos, pero también para pagar la factura de la luz. Aunque también trabajamos para que las familias puedan tener un ahorro energético y se lucha contra la pobreza energética que por desgracia existe. Y efectivamente, hay porcentajes importantes de población nacional que se encuentra a veces en esas situaciones de desamparo. Esos mensajes de que todo es para los inmigrantes, no es así. Las necesidades no distinguen ni de raza ni de color y afecta a todos los sectores de la sociedad.

¿Están viendo la necesidad de poner en marcha algún otro tipo de programa en Valladolid porque se haya detectando alguna nueva realidad?

Se puso en marcha un programa para repartir equipos de dispositivos de voz para combatir la soledad no deseada gracias a la Fundación Amancio Ortega. Se repartieron unos 400. Además, a través de Cruz Roja Joven, vamos implantando también de los puntos violetas. Por un tema de sensibilización y de atención, si la hubiera, de una posible agresión, intentando, sobre todo, que en los espacios de jóvenes haya una presencia de la Cruz Roja para evitar ese tipo de situaciones.

En este tema, como con los inmigrantes, se está produciendo una polarización. ¿Se traslada a eso a los puntos violeta? 

Hemos tenido esa demanda de puntos violenta de ayuntamientos de todo espectro político. No ha habido nadie que específicamente haya dicho que no se pone. Hay una buena acogida. Yo creo que la imagen la marca de Cruz Roja es una garantía de neutralidad y, desde luego, de trabajo por responsabilidad social.