El Ayuntamiento 'ficha' las terrazas para mejorar el control

M. Rodríguez
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La Concejalía de Movilidad desarrolló una experiencia piloto con 47 terrazas que había en plazas de aparcamiento que ha permitido diseñar registros específicos de cada una de ellas

011019JT_0067.JPG - Foto: Jonathan Tajes

El Ayuntamiento de Valladolid 'fichará' las 1.300 terrazas que hay distribuidas por la ciudad. Este es un paso previo, junto a la licitación en las próximas semanas de la redacción de un plan director, a la tramitación de una nueva ordenanza municipal. Un planteamiento que se ha consensuado con la Asociación Provincial de Empresarios de Hostelería (Apehva), con la que se firmó en diciembre un protocolo para trabajar en la renovación de la ordenanza.

Así, la Concejalía de Movilidad ha diseñado unas plantillas para tener un registro individualizado y detallado de cada instalación hostelera. Unas fichas que se han elaborado gracias  a la experiencia piloto que se hizo con 47 de las terrazas que estaban instaladas en plazas de aparcamientos. En esta radiografía se tienen en cuenta criterios como la densidad residencial o comercial de la zona, la morfología del espacio, la tipología y tamaño del local... «Se trata de definir los pros y los contras», explica el concejal de Movilidad y Espacio Público, Alberto Gutiérrez Alberca. Esta información se une a la que ya está disponible en la página web del Ayuntamiento, ya que todas están cartografiadas. 

De hecho, las conclusiones de este estudio de campo también servirán para decidir si se pueden reubicar en espacios cercanos. Gutiérrez Alberca ya adelanta que a algunas de las que se han retirado de las plazas de estacionamiento no será posible ofrecerles alternativa alguna, pero en otras se plantean fórmulas como la ampliación de la acera, el cambio de la pavimentación o su instalación en un lugar próximo. Aunque estas fichas servirán fundamentalmente para tener unas bases para establecer el plan director. Una herramienta que se plantea para poder analizar los espacios ocupados por todas las terrazas, marcar directrices y criterios homogéneos, «que no sean discrecionales».

Un planteamiento que han respaldado desde Apehva, no solo con la firma del protocolo, sino con el respaldo a una regulación que admiten que «no trata de prohibir, ni poner, ni quitar terrazas, sino de ordenarlas, aplicar una ordenanza municipal, tener un diálogo y que vaya todo mejor».

Plan director

Un plan que se pretende que esté listo antes del final del verano, ya que la intención del área es iniciar los trámites de la nueva ordenanza este mismo año.
Tanto en el futuro plan director, como la nueva ordenanza,  se plantearán criterios para corregir la proliferación de ocupación del espacio público, que el propio concejal reconoce que ha llegado a «irse de las manos» tras la flexibilización que se impuso para afrontar las restricciones en pandemia. De hecho, Gutiérrez Alberca considera que algunas zonas de la ciudad se han convertido en «almacenes de terrazas» y reconoce que habrá restricciones. «En el corto plazo no habrá cambios, pero cuando se afronten será en diálogo con los hosteleros», detalla el edil.

De hecho, en la pandemia se multiplicó el número de licencias para terrazas y llegaron a instalarse casi 2.000 por toda la ciudad. Ahora la cifra se ha estabilizado entorno a las 1.300, aunque todos los años hay una rotación del 25%, según confirman desde el área. Aunque el tirón indudable del centro para la hostelería implica que en el distrito de la Plaza Mayor, que incluye la zona de Coca, Poniente, el Val y Cantarranas, haya más de 200 establecimientos con licencia para servir en el exterior. En la propia plaza, el corazón de la ciudad, hay más de una decena, seguida muy  de cerca por las calles Francisco Zarandona, Sandoval y la plaza Martí y Monsó. 

En este plan se pueden incluir propuestas como la de ordenar las terrazas por zonas en las áreas más saturadas de la capital. «Así sería más fácil regularlas y controlarlas», reconoce el concejal. Gutiérrez Alberca también se muestra partidario de incidir en la regulación específica de estas instalaciones en las dos zonas saturas de ruido (ZAS) que existen en la capital: Coca y San Miguel. En ambas, las restricciones que se han aplicado han resultado insuficientes para rebajar los niveles de contaminación acústica, sobre todo en horario nocturno.