El pacto negociado semanas atrás entre el PSOE y Junts, para que el Estado deje en manos de Cataluña las competencias de inmigración, ha puesto el foco sobre un colectivo absolutamente clave no sólo para esa Comunidad, sino para todas. Para contener la sangría demográfica y también la laboral, dados los problemas que vienen alegando las empresas para cubrir vacantes en ciertos sectores que, además, coinciden fundamentalmente con los que más están recurriendo ya a la mano de obra extranjera, empezando por la hostelería, la agricultura, el transporte, el comercio... El contenido del polémico acuerdo político aún está por darse a conocer, pero afectará al conjunto del país porque, si bien Pedro Sánchez asegura que la parte relativa al control de fronteras y la lucha contra la migración irregular seguirá en manos de la Administración General del Estado, ya es un hecho que apunta, como mínimo, a transferir o delegar la gestión de la ordenación de migrantes en territorio nacional, además de las políticas de integración; una decisión que condicionaría de forma directa o colateral los flujos migratorios que se produzcan en toda la nación. 

En Valladolid, como en la práctica totalidad de España, la población inmigrante sigue en aumento, aunque en menor proporción que en otras provincias; redondeando, crece a un ritmo que apenas alcanza la mitad de la media española, igual que su peso relativo dentro del conjunto de la población (porcentaje de inmigrantes respecto al total de habitantes). Hace una década, a finales de 2013, se contabilizaban en concreto 39.475 vallisoletanos de adopción procedentes de otros países, y al término de 2022 (último dato definitivo publicado por el Instituto Nacional de Estadística) eran 42.512, un 7,94% más (+3.137), pasando de representar el 7,40% de la población total de la provincia al 8,21%. A nivel nacional, mientras, el incremento en ese intervalo (2013-2022) ha sido del 13,46%, y su peso relativo para el conjunto del país se ha elevado del 14,09% al 15,87%, con tres provincias por encima del 24% (Baleares, Alicante y Girona), tres por debajo del 5% (Badajoz, Córdoba y Jaén) y Valladolid en el puesto 41 de 52.

La estadística del INE sobre extranjeros refleja incluso que en esta provincia descendieron de 31.789 en 2013 a 29.425 en 2022 (2.364 menos, -7,47%), reduciendo su peso dentro del conjunto de la población del 5,97% al 5,68%; pero eso es debido a los más de 3.000 que lograron la nacionalidad española en dicho periodo, tal y como evidencian los datos ya reseñados sobre habitantes nacidos dentro y fuera de España.

El peso laboral de la inmigración, por sectores.

Mano de obra clave

Entretanto, la importancia de los inmigrantes para la economía del territorio en el que se asientan es todavía mayor de la que cabría pensar si sólo se tuviera en cuenta la evolución demográfica, ya que no sólo aumentan en número sino que, al ser más jóvenes, se hacen notar especialmente en el mercado laboral. De los extranjeros que residen en Valladolid, sin ir más lejos, el 79% tiene entre 16 y 64 años, porcentaje que en el caso de los españoles se queda en el 61%. De ahí que su peso no vaya a dejar de crecer en los próximos años, al ser también mayor la proporción de españoles que se jubilan.

No en vano, el número de trabajadores extranjeros afiliados a la Seguridad Social que hay en Valladolid ya se ha incrementado de 5.975 en diciembre de 2013 a 14.120 en el mismo mes de 2023; y eso a pesar de que, en las estadísticas del Ministerio, a diferencia de las que aporta el INE, quienes nacieron en otros países pero ya han adquirido nacionalidad española sólo se computan en el recuento de españoles. Pero aun así, el peso específico de los que todavía son extranjeros a todos los efectos para el mercado laboral de la provincia se ha duplicado, al pasar de representar un 3,25% de los empleados en diciembre de 2013 a un 6,40% en el mismo mes de 2023. Aunque eso sí, todavía con una proporción inferior a la media nacional, que ha pasado en ese periodo del 9,43% al 12,81%. 

El peso de la inmigración, por sectores.

Sectores

De todos los sectores económicos de Valladolid, el de la hostelería es el que más trabajadores extranjeros tiene dados de alta en la Seguridad Social: 2.456 de media en el mes de diciembre de 2023, más del doble que diez años antes (1.189). El72% son extracomunitarios, frente a un 38%de personas procedentes de otros países de la UE, cuando en 2013 la proporción era del 55-45%. 

De hecho, las tornas se han invertido en este tiempo en el conjunto de la economía tanto nacional como provincial, y si en Valladolid los comunitarios aún eran mayoría en 2013 (46-54%), ahora lo son los extracomunitarios (63-37%).

Tras la hostelería, el siguiente sector con más trabajadores extranjeros en Valladolid es el del comercio (1.735), seguido de la industria manufacturera (1.613), transporte y almacenamiento (1.261), actividades sanitarias y de servicios sociales (1.237), actividades administrativas y servicios auxiliares (1.193), agricultura y ganadería (1.187), educación (583), actividades profesionales, científicas y técnicas (409)...

No obstante, más allá de las cifras absolutas, bien puede llamar la atención el peso relativo de la inmigración en proporción con el tamaño de cada sector, que viene a dar idea de sus respectivos niveles de dependencia. Es ahí donde destaca el campo, que siendo el séptimo en la provincia por el número de extranjeros que tiene dados de alta en total (los ya citados 1.187 de diciembre de 2023), resulta que éstos ya representan el 16,32% de toda la mano de obra que emplea (7.274 personas), cuando hace diez años ese porcentaje estaba en el 6,61%. Se ha situado así en este caso por encima de la hostelería, cuya proporción de inmigrantes ha pasado del 9,29 al 16,20%, y a continuación el transporte (12,60%), las actividades administrativas (6,06%), el comercio (5,34%), la industria manufacturera (4,88%).

En otros sectores importantes los trabajadores extranjeros todavía no alcanzan ni el 4%, caso de la educación (3,79%), las actividades inmobiliarias (3,32%) o sobre todo las financieras (0,26%), pero es prácticamente un hecho que su presencia seguirá en aumento, a la espera de ver en qué medida y condiciones, según quién tenga el control de la inmigración y cómo lo ejerza.