El 'restaurante' del aeropuerto

M.B.
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Julio César Rodríguez nos abre las puertas del Mesón El Páramo, un restaurante con más de 50 años de vida en Villanubla, especializado en el menú diario y en una cocina sencilla y casera

María Yolanda, en la cocina del Mesón El Páramo. - Foto: Jonathan Tajes

El aeropuerto de Valladolid tiene 85 años de historia. Fue inaugurado en 1938 en su actual ubicación, en Villanubla, localidad donde, desde 1970, se erige uno de esos restaurantes a camino entre uno de carretera y uno de una población, que ha alimentado a cientos de pasajeros y tripulantes de vuelos con salida o llegada en la provincia. 

«No se sabe seguro que había antes aquí, decían que una empresa de gaseosa, pero fue Amalio del Pozo el que lo abrió en los años 70. Él era de Izagre, ya en León, pasando Mayorga. Aquello es un páramo y puso el nombre por ello», recuerda el hoy dueño, Julio César Rodríguez. Amalio, hostelero de toda la vida, tuvo Los Álamos o el restaurante Las Lanchas en Mucientes, entre otros establecimientos, y en febrero de 1991 incorporó a Julio a su plantilla. «Vine para un extra un fin de semana y hasta ahora», añade con sorna el propio Julio, natural de Montealegre de Campos, que junto a su hermano tuvo el restaurante El Portazgo en Rioseco. Julio llevaba también toda la vida vinculado a la hostelería y arribó al Mesón El Páramo como camarero. Hasta que en 2007 se quedó con el negocio.

«El Mesón siempre ha sido un restaurante, dando comidas. Ahora estamos especializados en el menú del día. La carta solo funciona por encargo», explica sobre este establecimiento, ubicado en la  carretera Adanero-Gijón, 3, en pleno Villanubla, a apenas un kilómetro del aeropuerto, al que se puede llegar en quince minutos andando.

De lunes a viernes ofrecen tres primeros, tres segundos, bebida, postre y café por 12 euros; mientras que el fin de semana aumentan el precio a los 13. Siempre con un plato de cuchara de primero, desde alubias, a lentejas, pasando por cocido, potaje o sopa castellana; y entre los segundos, carnes, como secreto, codillo asado o pincho de lechazo (los fines de semana); y pescados, como dorada, panga, gallo o bacalao a la vizcaína, «uno de los platos que más 'tira', como el pincho en los fines de semana».

De los fogones se encarga María Yolanda (con Jaqueline de ayudante) desde hace ya años. De sus ideas y sus manos sale el menú cada día, que van cambiando por temporada, apostando más por ensaladas (de legumbres por ejemplo) o los salmorejos estos meses de verano.

«Aquí vienen muchos trabajadores del polígono, que está muy cerca, y también gente de paso. Y, por supuesto, del aeropuerto, aunque ahora han vuelto a abrir la cafetería», señala Julio recordando que en los últimos tres años ésta ha permanecido cerrada. Pasarejos, pilotos y empleados también son habituales en sus mesas, aunque Rodríguez cree que la «vida» en cuanto a vuelos se nota más en verano que en invierno. Un día de diario es normal que el restaurante cuente con medio centenar de comensales.

El Mesón El Páramo abre todos los días, menos los martes, de siete y media de la mañana a nueve y media de la noche: «Tras la pandemia, en las noches apenas hay nada. De ahí que decidimos cerrar». Cuenta con una capacidad para unos 80 comensales en el comedor, más otros tantos en la zona de la barra. Y, aunque tiene terraza, es de autoservicio. Precisamente en la barra asoman otros platos que triunfan, como la oreja a la gallega, el morro rebozado, las jijas, los callos, la ensaladilla rusa casera, el chorizo picante o la tortilla; así como pulguitas de atún o jamón york; y empanada casera: «Por encargo hacemos, sobre todo, lechazo asado, solomillo, chuletones, calamares, sepia... y las tablas, que antes teníamos en carta».