Leen esto cuando ya ha sido el debate entre Sánchez y Feijóo pero a la hora de escribirlo no se había producido aún. Así que me ahorro el opinar quién ha ganado, aunque muchos en realidad ya lo harían porque una potente mayoría de quienes se pongan delante del televisor ya lo tienen claro con mucha anterioridad. Ha ganado el suyo, claro está. De hecho en las encuestas esas que se hacen entre lectores de digitales hay quien votaría, y todas las veces que le permita el sistema, antes de empezar.
Esta campaña electoral está teniendo como novedad un atestón de encuestas y un empacho de tracking de esos, como no se había visto jamás. Salimos a más de media docena diarias y como he leído en un tuit de un periodista con sentido del humor, ya solo queda que de un paso más y se inventen un tracking por hora. Pudiera ser.
Los sondeos son predicciones pero también algo más. O eso es lo que se quiere hacer creer o para lo que se les utiliza. No deja de resultar curioso, dejando aparte la obscena estafa del CIS, que con más o menos aseo, en cada medio de comunicación haya un cierto matiz que conecta con la línea editorial del medio que la publica.
Uno ha sido siempre muy aficionado a descifrar --el maestro fue siempre Alfonso Guerra-- estas estimaciones de voto y, aunque un poco saturado, lo sigo siendo todavía. Por ejemplo. Los datos en frío de la encuesta del CIS, si se separan del guisote que luego hace Tezanos con ellos, coinciden mucho con el horizonte que la mayoría atisba. Pondré un ejemplo: más del 60% de los encuestados cree que el ganador va a ser Feijóo por solo un 19% que piensa que lo será Sánchez. O sea, que no pocos socialistas aunque voten al suyo suponen que va a ganar el otro.
El debate puede que eso sí cambie algo y más con la creciente bipolarización que estas elecciones parece que va a fraguar. Es muy posible que por primera vez en mucho tiempo la suma del voto PP y PSOE supere con creces el 60% de los votos. Y eso no sucedía desde hace muchas elecciones generales. Otra cosa es que mueva mucho el voto, excepto si se produce un desplome en antena de uno de los dos.
Lo que sí lleva asomando, y tiene ya precedentes que son más que suposiciones, es que el mapa político se está recolocando con cierto regreso de un bipardismo imperfecto y una rebaja de los partidos más extremados por la izquierda y por la derecha del panorama nacional.
Esa tendencia es la que puede, en realidad, definir la semana última de campaña y el resultado final. La candidata de Sumar, Yolanda Díaz, no está teniendo precisamente aciertos ni trasmisión para su propio electorado. Y las pretensiones y excesos de los de Abascal, lo último lo de votar con la extrema izquierda y el PSOE en Murcia para impedir la investidura del líder regional del PP, no les están ayudando en nada. Mi humilde opinión es que ni el uno ni la otra van a llegar a los resultados obtenidos la vez anterior, 53 escaños Vox y 38 de Podemos y Más País. Ambos van a andar por los 30 y eso si llegan en el caso de Yolanda Díaz.
En cuanto a la victoria parcial esa sí me parece descontada, salvo catástrofe, para Feijóo. Sería muy sorprendente que quienes hace nada votaron PP en las elecciones municipales cambiaran ahora de papeleta. Sánchez por donde únicamente puede recuperar es en su propio voto anterior y por su izquierda.
La mayoría absoluta es lo que está algo más complicada. La suma PP-Vox, CIS y Prisa aparte, se mueve en el entorno de los 180 escaños, cuatro tan solo por encima de la cifra mágica de 176. Y esa es la verdadera cuestión y que solo el día 23 se podrá contestar.
Hasta entonces podremos seguir inflándonos a encuestas y tracking. Por lo menos hasta el lunes que viene, que luego habrá apagón, aunque seguro que los adictos, esto lo crea, encuentran manera de consumir.
Pero verán, no crean que la gente de común, está ya muy en esto. Esperan con mucha más tranquilidad de quienes están metidos en plena berrea electoral el día 23. De hecho más de dos millones largos han votado ya.