El escritor Jordi Soler presentó su última novela "El reino del toro sagrado" dentro de la Feria del Libro de Valladolid, en un encuentro conducido por la periodista Victoria M. Niño. En la actividad, enmarcada en la programación vinculada con México como país invitado, Soler reveló cómo su obra entrelaza las mitologías griega y mexicana, creando un puente entre dos culturas que, aunque distantes, han compartido asombrosas similitudes en sus arquetipos y relatos mitológicos.
Una de las aportaciones más interesantes de "El reino del toro sagrado" ha sido la amalgama de mitologías. El escritor mexicano, afincado en Barcelona, destacó que tanto la mitología griega como la mexicana están profundamente arraigadas en la imaginación de sus respectivos pueblos.
"La mitología griega es el mainstream mitológico, todos la conocemos, pero la mexicana no es tan habitual. Sin embargo, tiene unos arquetipos idénticos, no porque hubiera contacto entre los antiguos griegos y los antiguos mexicanos, sino porque todos los miembros de nuestra especie somos unas criaturas atemorizadas por las mismas situaciones", expresó el autor. "Grecia y México son dos territorios cuya imaginería está fundada en la mitología", resumió.
Esta similitud, según el escritor, no se debe a un contacto directo entre las culturas antiguas, sino a una "sabiduría ambiental" compartida por la humanidad, nacida del asombro y el temor frente a los mismos misterios de la naturaleza.
En su disertación, Soler mencionó un fresco en Teotihuacán que retrata a Tláloc, el dios de la lluvia, de manera muy similar a las representaciones de Dionisio, el dios griego del vino y la fertilidad. "Es imposible que un griego haya viajado con esta visión estética del mundo y haya impartido su conocimiento en el México prehispánico, y viceversa también es imposible", subrayó.
Soler explicó que su novela se inicia con la imagen de un toro blanco emergiendo de una laguna en la Sierra de Veracruz, una escena inspirada directamente en el mito griego de Pasífae y el Rey Minos, donde un toro blanco surge del mar frente a la isla de Creta. "Lo que he hecho es trasladar esa imagen al principio de mi novela", ha comentado. Esta imagen se ha convertido en el germen de su narrativa, que se ha desarrollado sin un esquema previo, construyéndose página a página.
No obstante, Jordi Soler también apuntó a que este recurso de la conexión de sus obras con las mitologías no es algo que él haya inventado sino que otros autores como Alfonso Reyes o Carlos Fuentes tienen obras donde las cruzan.
Además, Soler destacó la importancia de la musicalidad en su escritura. Ha mencionado que escribe "de oído" y que lo que más le interesa en sus novelas es que suenen bien, que tengan musicalidad y ritmo. "Estoy convencido de que el fondo de las historias viene de la forma. Una vez que logras una musicalidad bien afinada, lo que estás diciendo es profundo e interesante, necesariamente", ha afirmado. Para él, la forma y el fondo son inseparables, y una narrativa que carece de musicalidad se vuelve árida y difícil de leer.
El escenario de la selva de Veracruz no ha sido nuevo en la obra de Soler, quien ha admitido que este entorno selvático, lleno de memorias e imágenes de su infancia, constituye un archivo vital para su narrativa. "Guardo un archivo en la memoria muy importante, no sólo de imágenes sino también de vivencias", ha dicho Soler. Este entorno, cargado de significados personales, ha sido un punto recurrente en sus historias, proporcionando un fondo familiar y vívido a sus relatos.