El adiós de dos leyendas del balonmano

M.B.
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Teresa Álvarez y Yeray Lamariano comparten un café con 'El Día de Valladolid' hablando del pasado, del presente y un poco del futuro tras decidir dejar la práctica del balonmano el mismo año

Yeray Lamariano y Teresa Álvarez, juntos en Huerta del Rey. - Foto: Jonathan Tajes

A Tere y Yeray les une un deporte y una decisión. Aparte de respeto mutuo del uno al otro. Ambos han sido protagonistas del mundo del balonmano, el deporte que les une, en los últimos meses. Los dos por la misma noticia, su decisión de dejar la práctica profesional del deporte que llevan prácticamente desde que tienen uso de razón. Teresa está disputando sus últimos partidos con el Aula Valladolid, su club de siempre. Es una 'one club woman', jugando 19 temporadas con el mismo equipo. Yeray lo hizo a finales del año pasado con el Atlético Valladolid, el noveno de su larga carrera deportiva (pasando dos veces por la capital del Pisuerga). Aunque su decisión se conoció a mediados de enero. El Día de Valladolid junta a los dos, leyendas nacionales del balonmano, en una mesa del 'Tercer tiempo', ladrillo con ladrillo con el templo de su deporte, Huerta del Rey.

«Lo dejo porque compatibilizar trabajo con balonmano cada año me costaba más. El Aula, por suerte, ha ido creciendo y cada vez hay más exigencia. No daba el 100% en las dos facetas.Soy competitiva y quería hacer con ese cien por cien y no estaba», arranca la vallisoletana de 31 años, que trabaja desde hace 8 en una empresa que ayuda y asesora a pymes. En enero de 2023 ya planteó esa retirada a su club y a su entrenador, Miguel Ángel Peñas: «Hablamos y decidimos hacer un año entero. En este, Karolo me pidió alargar otro pero yo ya no quería».

«Suscribo palabra por palabra lo que ha dicho Tere. A ello súmale diez años más y problemas físicos (artrosis de cadera y de rodilla)», continúa el eibarrés de 40 años, todo un trotamundos tras pasar por nueve clubes (Ademar -dos etapas-, Bidasoa, Octavio, Antequera, BM Valladolid, Nava -dos etapas-, Cangas, Chartres en Francia y Atlético Valladolid). Lleva un año y medio como asesor financiero de deportistas, «entre otras cosas», como ser uno de los fundadores de Inclusport, asociación que tiene como objetivo principal la inclusión de grupos sociales a través del deporte. Tenía decidido dejarlo al finalizar la temporada, lo comunicó tras el partido de Copa en Oviedo, pero lo adelantó: «El pelotazo en Granollers también ayudó. Pero mi empresa me ofreció unas mejores condiciones y no podía decir que no».

Tere tiene claro que seguirá vinculada, de algún modo, al balonmano y al Aula. Es presidenta de la Asociación de Jugadoras de Balonmano, a la que quiere dar un empujón el año que viene: «En el club dependerá de la nueva directiva. De directora técnica, de entrenadora (ya fue en el Laguna y en el propio Aula), de delegada, de lo que sea...».

A Yeray le ofrecieron el cadete del Atlético Valladolid, pero no podía por su trabajo. Vive en Tudela, de donde es su mujer, y allí ha hablado con el club de balonmano para ponerse a su disposición: «En el futuro, no lo sé. Fui entrenador en el HandVall y con Inclusport hago la parte menos visible».

Los dos se ríen ante la pregunta clásica de lo mejor y lo peor de sus carreras. «El ascenso y las finales de la Copa de la Reina, sobre todo la primera en Donosti ha sido lo mejor, además del reconocimiento de mis compañeras al anunciar mi retirada», se arranca la del Aula, añadiendo que lo peor fue quedarse sin jugar Europa por la covid. «La Recopa de León y el respeto y cariño de mis compañeros, de gente que hace tiempo que no sabía de ella, es lo mejor. Lo peor... las lesiones de compañeros. Se sufre en primera persona y empatizas con sus sufrimientos. Sobre todo la de Óscar (Perales) y todo lo que pasó», responde el ex del Atlético midiendo cada palabra.

Teresa, como capitana del Aula, y Yeray, como veterano (fue capitán en el Bidasoa y el extinto BM Valladolid), han aportado tanto o más dentro como fuera de las pistas. Este segundo vivió los peores momentos del BM Valladolid, «buscando abogados, yendo a la Asobal a reclamar un dinero que era nuestro...», pero aquí ha formado su familia: «La vuelta ha sido muy agradable y satisfactoria.Me he sentido muy querido y por eso agradezco a todos estos años, que me ha ayudado a cerrar una etapa muy importante de mi vida». «ElAula es todo lo que soy de mi personalidad. He crecido a la vez que el Aula. Es una familia y es una realidad. No sé lo que hubiera sido fuera pero  no cambio nada de lo conseguido. Devolveré al club lo que me ha dado», expone la vallisoletana. 

Ambos señalan que el deporte es un máster acelerado de lo que es la vida: «Tenemos una ventaja en lo laboral, ya que ye venimos con la competitividad, el esfuerzo, la disciplina, el compañerismo...». Y ambos hablan maravillas del templo. «Tengo una foto del primer día que salí a entrenar a Huerta. Era seguidora del BM Valladolid, mis padres me traían a verle jugar aquí. En el balonmano femenino es uno de los campos favoritos para jugar», comienza Álvarez. «Vine como visitante... con el Ademar cuando el derbi era un derbi. Notabas el alma de la pista. Cuando lo tienes a tu favor... intentas aprovecharlo a tu favor», continúa Lamariano.

Envidia y respeto. Los dos se conocen. No desde hace tantos años. Pero los suficientes como para ver que hay respeto, y mucho entre ambos. «Siento envidia de tu vida deportiva en el mismo club. Hay pocos jugadores que lo puedan decir y con todo lo que has aportado», se dirige Yeray a Tere: «Y has acabado porque quieres».

«Cuando he ido creciendo me he ido fijando en los jugadores que están en un banquillo sin jugar y cómo apoyan... no paras. Yeray era un referente para mí, como lo fueron Óscar (Perales) o Chema Rodríguez), ejemplos desde hace tiempo», revela Tere: «Terminar a la vez es... Me gustaría que hubiese más gente como él, que una vez que lo dejan ayudan al balonmano a crecer».

Tere y Yeray. Yeray y Tere. Dos capitanes. Dos leyendas. Historia del balonmano.