En unos días se cumplirá un año de las últimas elecciones municipales, justamente cuando iniciamos otra campaña electoral para elegir a nuestros representantes en el Parlamento Europeo. Aquel 28 de mayo de 2023 se produjo una victoria socialista por los pelos, que no le sirvió al actual ministro de Transportes, Óscar Puente, para retener la Alcaldía ante la pérdida de un concejal por parte de sus socios de Toma la Palabra. Este resultado permitió alcanzar la mayoría absoluta a Partido Popular y Vox, que no tardaron en alcanzar un pacto de gobierno para dirigir el destino de la ciudad hasta el año 2027, iniciando así un cambio de rumbo tras ocho años de mandato socialista. Desde entonces ya ha pasado un 25 por ciento del tiempo hasta la próxima apertura de las urnas y en este periodo se vislumbra un cambio tranquilo que todavía no ha permitido cristalizar una gran mayoría de los compromisos electorales de las formaciones aliadas.
Aunque queda algo más de un mes para que se cumpla el primer aniversario desde la toma de posesión de Jesús Julio Carnero como alcalde, ya se puede concluir que la movilidad ha sido la piedra angular de sus actuaciones en estos primeros meses, a pesar de la falta de resultados o acciones concretas que permitan vislumbrar si el camino iniciado mejorará lo que había. Es verdad que se eliminó el carril bici de la avenida de Gijón y se recuperó un carril destinado solo al autobús en los puentes de Poniente e Isabel la Católica y en la calle López Gómez, pero ninguno de ellos provocaba problemas graves de tráfico, más allá de algún momento puntual, como sigue sucediendo ahora cuando inician las obras en algunas calles. Es cierto que la tramitación y el procedimiento administrativo impide en muchos casos hacer las cosas a la velocidad deseada, por ello aún no se ha iniciado el cambio de ubicación del carril bici de Isabel la Católica para recuperar otro carril para el tráfico de vehículos, algo que tampoco influirá demasiado en la fluidez de circulación por una zona sin problemas. Los atascos que denunciaban a diario en la oposición han desaparecido en este primer año de mandato, algo sospechoso cuando los cambios no han sido tantos.
Tras la polémica durante la campaña electoral, el gobierno municipal cumplió con su compromiso de reducir a la mínima expresión, el 'mínimo legal', la zona de bajas emisiones, aunque sus efectos no tendrán lugar hasta enero del próximo año. Un punto a favor, muy valorado por los empresarios y comerciantes del centro de la ciudad, que se neutraliza con la surrealista reforma del puente de Poniente. Sin querer ahondar en la herida, Carnero y su equipo no tienen claro qué hacer ni cómo tras haber presentado varias ideas y bocetos que luego han sido desechadas por su inviabilidad, por negativa de sus autores (el caso de Plensa es ya de nota) o por qué no mejoraba nada de lo que ahora existe. El caso es que el Ayuntamiento trabaja en ampliar la infraestructura, según insiste el alcalde, pero sin que aún haya nada que los ciudadanos puedan valorar. El coste del proyecto es muy alto, supera los cinco millones de euros, por lo que deberá realizarse una actuación que verdaderamente merezca la pena y suponga una gran mejora sobre lo que hay.
El soterramiento del ferrocarril fue el proyecto estrella de la campaña electoral del Partido Popular y también de Vox frente a la integración defendida por el exalcalde, Óscar Puente, que ahora tiene la decisión en sus manos tras haber sido nombrado ministro de Transportes y Movilidad Sostenible tan solo unos meses después. Esto incrementó el rechazo frontal del Gobierno a soterrar las vías del tren a su paso por la ciudad, una negativa basada en la inviabilidad técnica y económica que echa por tierra el deseo municipal y que maniata al Ayuntamiento para llevar a cabo su compromiso. A estas alturas, creo que tanto los concejales como la ciudadanía tenemos claro que es inalcanzable, por lo que sería mejor negociar una buena integración para no dejar las obras paradas durante un puñado de años.
En este tiempo ha habido más cosas, claro, y más cambios, pero sin grandes volantazos que hayan girado radicalmente las políticas municipales. No se trata de juzgar al equipo de gobierno por sus actuaciones en un solo año, pero sí se puede vislumbrar una continuidad de los grandes proyectos de ciudad (centro del vino, reforma del Lope de Vega, etc.), algo que habla bien de los actuales mandatarios, que indudablemente están impregnando su sello (apoyo a la tauromaquia, por ejemplo) sin que ello suponga un borrón a todo lo anterior. Incluso, quiero resaltar este cambio tranquilo en las áreas dirigidas por los tres concejales de Vox, a quienes se les pintaba como el diablo con rabo y cuernos, pero que están llevando a cabo su tarea de forma solvente y sin estridencias.