Fernando Lussón

COLABORACIÓN

Fernando Lussón

Periodista


Una corriente subterránea en Sevilla

29/11/2024

Hasta hace unos meses la celebración del cuadragésimo primero congreso del PSOE se había planteado como una reunión que sería más plácida que convulsa, se había precipitado su convocatoria para afrontar el nuevo año con fuerzas renovadas, una vez que los socios catalanes celebraran los suyos -el del PSOE coincide con el de ERC- y abordar con más ánimo los 'mil días' que el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez considera que aún le quedan en La Moncloa hasta acabar la legislatura, que vería despejados si lograba sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado para el próximo año.

Pero el ambiente se ha ido nublando ante la cita de este fin de semana en Sevilla por una acumulación de factores de todo orden, unos de carácter orgánico, otros de carácter trágico y otros más de procedencia judicial. Pedro Sánchez que tras su vuelta a la secretaria general el partido lo rediseñó a su imagen y semejanza para evitar una nueva defenestración ha visto en los últimos meses como las voces críticas con su forma de actuar para garantizar la supervivencia de su estancia en La Moncloa ha levantado las críticas en varias federaciones, que otros dirigentes territoriales han alzado la voz y han intentado iniciativas ante la que se les viene encima cuando se aborden los congresos regionales, para intentar obtener mejores resultados electorales tras la debacle de las últimas elecciones municipales y autonómicas. Será un congreso bifronte, bajo la aparente tranquilidad habrá una corriente subterránea de preocupación y desazón por las iniciativas judiciales, ya que las que proceden del principal partido de la oposición las consideran controladas.

Es un congreso en el que no se prevén grandes cambios o aportaciones de carácter ideológico, ni tampoco en la conformación de la Ejecutiva Federal, porque cualquier sustitución en los principales papeles -María Jesús Romero, Santos Cerdán…- supondría un reconocimiento de que las sospechas sobre los casos de corrupción que investiga la justicia habrían tenido su efecto y sería ofrecer su cabeza a la oposición.  

El caso de Juan Lobato, ya ex secretario general de la convulsa federación del partido en Madrid, es la simbiosis de la laminación de quienes se muestran críticos con las decisiones de Sánchez y de las consecuencias de los procesos judiciales que afectan a su entorno político y familiar, en este caso por el sumario por las filtraciones de la situación de defraudador fiscal novio de la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, y cuyas declaraciones ante el juez del Supremo, Ángel Hurtado, pueden ser muy relevantes en un sentido u otro. Al menos evitará una situación de grave tensión al comienzo del congreso, al que no asistirá.   

Pedro Sánchez tampoco podía prever -o sí- que los jueces iban a desarrollar una intensa actividad laboral en los casos judiciales que afectan a su esposa y su hermano menor, como las declaraciones del comisionista Víctor de Aldama, el nexo corruptor en el caso Koldo-Ábalos, al igual que las actuaciones previstas sobre la supuesta intervención de La Moncloa tanto en el caso de los correos sobre Alberto Gómez Amador, como en el de la asistencia a Begoña Gómez.

El presidente del Gobierno volverá a ser aclamado como el líder del PSOE y podrá añadir un nuevo capítulo a su Manual de Resistencia, porque ni sus socios parlamentarios ni los jueces le van a poner fácil su supervivencia hasta el cuadragésimo segundo congreso del PSOE.