Lo de este Gobierno es de nota. No hay traspiés del ejecutivo del que no tenga la culpa el PP. La última y muy llamativa, casi ridícula, es la retirada de la Ley del Suelo presentada en el Congreso no por el PSOE sino por el Consejo de Ministros en el que están presentes los ministros de Sumar.
La mayoría progresista se queja de la falta de diálogo del PSOE con los grupos que apoyan al Gobierno creyéndose que, por sí solos, tienen mayoría y no la tienen por mucho que nuestro Presidente alardee de fortaleza y no duden en afirmar que esta legislatura tiene larga vida. La queja es unánime, pero resulta que la crítica se lanza contra el PP, alegando que ayuntamientos y CCAA de este partido estaban de acuerdo como si los municipios y las autonomías tuvieran atribuidas competencias legislativas de alcance nacional.
Como es habitual, con razón y sin ella, los socialistas atribuyen todos sus males y de España al partido liderado por Núñez Feijóo. En el caso de la Ley del Suelo es ridículo atribuir al PP su retirada. Contaban con su abstención, afirmación que está a un paso de intentar lavar sus propios errores.
El principal error de este Gobierno es la soberbia y el sectarismo. ¿Cómo es posible centrar la crítica en el PP cuando son incapaces de llegar a acuerdos con quienes forman la mayoría que mantiene al Gobierno? ¿Cómo es posible hacer más responsable al PP que a sus socios parlamentarios? Es tan patético, tan absurdo, que llega a provocar una cierta risa sino fuera porque delata un sectarismo fuera de lo común.
Alguien se cree que el PSOE de Sánchez hubiera admitido sacar la ley con los únicos votos del PP? Yo, no. Sus socios se hubieran incendiado y esto habría sido demasiado para un Gobierno que día tras día y de manera deliberada mete en el mismo saco a los populares y a Vox en una clara estrategia no de luchar contra la extrema derecha sino de destrozar al PP. En este empeño hay que admitir que Sánchez no está solo. Vox le está haciendo un papel impagable.
No soy partidaria de las enmiendas a la totalidad. Siempre, cualquier gobierno y este también, toma medidas acertadas y nunca la Oposición está carente de razón por sistema. Partiendo de esta premisa, el gran pecado político del Gobierno y más en concreto del PSOE es la división generada por su negativa a un mínimo diálogo con el partido que más votos ha logrado en las últimas elecciones. La ausencia absoluta de institucionalidad por parte del Presidente del Gobierno pasará a la historia. Pasará a la historia que ante los acontecimientos, todos ellos muy serios, por los que atraviesa Europa en general no se haya producido ni una sola llamada al líder de la Oposición a quien luego reclaman que se posicione con contundencia ante las impresentables palabras de Milei. La única posición que les hubiera valido es el aplauso cerrado a las decisiones tomadas por Exteriores como si todo lo que decide el Gobierno fuera verdad divina. Alguien recuerda esta exigencia a Bildu respecto a la violencia de la extinta ETA?
Cuando se mima, se justifica, se pasa por alto todo lo que hacen y dicen los socios sin conceder ni un mínimo gesto al principal partido de la Oposición es más que comprensible que el PP no socorra al Gobierno. ¿Cómo va a aceptar el Ejecutivo el apoyo de un partido que representa la fachosfera y nada en el fango? Sería muy incoherente, ¿no les parece?