Vicente Garrido Capa (Medina de Rioseco, 1932) nunca fue de muchas palabras, pero tampoco de callarse, y a tres meses de cumplir 92 años, las frases elocuentes aún se le caen de los bolsillos. Las palabras con sustancia y también los hechos, como buen emprendedor; de los que hacen época, o quizá más bien de varias épocas, tras haber vivido en primera línea prácticamente todos los cambios económicos, políticos y sociales desde mediados del siglo pasado. «Podría estar jubilado desde hace 26 años, pero la Seguridad Social se ha ahorrado conmigo alrededor de un millón y medio de euros. Sigo cotizando para que los viejecitos de 65 puedan cobrar la pensión», bromea en declaraciones a El Día. Este miércoles el presidente de Lingotes Especiales recibe su enésima distinción: el Premio a la Trayectoria Profesional del Clúster de Automoción y Movilidad de Castilla y León, «por su ejemplo como referente y por su esfuerzo, constancia y dedicación a un sector que siempre ha formado parte de su proyecto vital y el de su familia».
«Ahora me levanto un poco más tarde que antes», matiza. «Voy a Colmenares (la calle donde están las oficinas de Lingotes), despacho con Félix Cano (actual consejero delegado), un par de días o tres al mes vamos a la fábrica y tenemos reunión con los responsables... Ya por la tarde, por regla general me voy al campo, a la finca a ver las vacas y los caballos, que eso me relaja mucho». 91 años, 8 meses y 27 días alcanza este miércoles, y ahí sigue al frente de un equipo de dirección amplio, preparado y sobrado de experiencia: «Les echo a todos si quiero, hay que dirigir todavía un poco», vuelve a bromear.
Está de vuelta de todo, pero no piensa dejar de ir y venir mientras pueda. Sigue motivado, y las decenas de reconocimientos que acumula no le han restado un ápice de ilusión por el que sumará en unos días: «Una cosa es con 40 años y otra muy diferente con 91, que tiene una carga emocional y afectiva… Recibir un premio siempre es agradable, pero más a estas alturas. Es algo que te llena». Igual que también fue muy especial que Valladolid pusiera su nombre, en septiembre de 2022, a la céntrica plazuela donde confluyen las calles Claudio Moyano y Santa María; o cumplir su sueño de ser pregonero de Semana Santa en 2016.
Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo por parte del Ministerio, Medalla de Oro de la Orden de las Cámaras de España, Medalla de Oro de Ingeniería Química, Cecale de Oro, Insignia de Oro del Colegio de Agentes Comerciales, Empresario del Año 1990 y de Plata por la Facultad de Comercio… Es lo que tiene haber ejercido más de 30 cargos institucionales, culturales, sociales o deportivos; desde presidente de la Asociación de Padres del Colegio del Apostolado, de los Antiguos Alumnos del San José, de los Amigos de la Catedral o de la Federación Hípica Castellana hasta teniente alcalde de Valladolid en plena transición. O el primer presidente de la patronal provincial (hoy CEOE Valladolid) en 1977, tras ganar las elecciones sin asistir a la votación porque se había ido a visitar a un familiar enfermo. Al fin y al cabo, para una persona que busca ser lo más normal posible pese a todo, que ha sabido disfrutar de las pequeñas cosas aunque pensara en grande al dejarse llevar por su pasión «por empezar a trabajar en algo y verlo crecer» en cualquier ámbito, la familia siempre ha sido su mayor fuente de orgullo y alegrías: desde el día de su boda hasta el nacimiento de sus hijos (9) o las gracias de sus nietos (25) y biznietos (9, más otro en camino).
Su etapa institucional más prolija, los 20 años que estuvo (entre 1987 y 2006) como presidente de la Cámara de Comercio, desde la que impulsó la primera Ventanilla Única Empresarial de España, mientras alternaba con la presidencia de la Institución Ferial de Castilla y León.
Inicios
Con la forja intacta del emprendedor templado y sin embargo inquieto, conserva el espíritu del joven que se erigió en clave de la creación de Lingotes en 1968 y su paulatina conversión en referente mundial de piezas de hierro para obra civil, electrodomésticos e incluso cableado submarino, pero sobre todo para automoción. Más del 10% de los coches que se fabrican hoy en la UE llevan algún componente suyo.
Empezó a trabajar con 24 años, tras licenciarse en Químicas, y fue curiosamente en una fundición: Nueva Montaña Quijano, una empresa de Santander con 3.500 empleados donde estuvo como jefe de departamento de la fábrica de tubos. Tres años después se pasó a la industria del almidón, la patata y el maíz, donde ocupó puestos de dirección, pero ya en 1967 empezaba a participar en la gestación de Lingotes. «Éramos tres amigos que partíamos de la nada», contaba Garrido tiempo atrás. «Uno había trabajado en una fundición de motores para barcos, otro en otra en la que se hacían piezas para motores de Renault, y yo que había hecho tubos para conducciones de agua». Él asumió el rol de consejero delegado.
Tres décadas después (1998) creaba Frenos y Conjuntos como filial de Lingotes; y en 2015, una fundición india con una firma local que, eso sí, nunca funcionó bien. Ahí la visión le llegó a posteriori, porque apenas acababan de iniciar su actividad cuando ya torcía el gesto «por la idiosincrasia tan diferente que tienen allí», si bien la experiencia asiática se prolongó hasta 2021 (la planta sigue, aunque ya sin la participación de Lingotes Especiales).
¿Y cambiaría Garrido algo de esta larga vida pública, empresarial e institucional? «Pues puede sonar orgulloso, pero muy poco por no decir nada», responde. Es la ventaja de «tener las ideas y líneas de actuación muy claras en lo técnico, lo religioso y lo moral», para decidir con criterio la manera de actuar en cada momento y, sobre todo, para vivir, aportar y disfrutar con la conciencia tranquila hasta el último día.