Aunque suene a tópico, muchas veces no somos conscientes de lo que tenemos y deben de venir de fuera para demostrarnos un tesoro que no está tan escondido. Es el caso del archivo musical de la Catedral, un auténtico «Museo del Prado» en palabras de Soterraña Aguirre Rincón, profesora titular de Musicología de la UVa y responsable de catalogarlo a través de un proyecto que está vinculado con la Universidad y el Arzobispado. También hay otro en el que ejerce de coordinadora y en el que participan la universidad de Coimbra, la Escuela Superior de Música Antigua de Oporto y el Conservatorio Superior de Lyon, siendo apadrinado por la Unión Europea. Es el Bridging Musical Heritage, que, sin lugar a dudas, va a suponer todo un espaldarazo para el templo y, sobre todo, para los más melómanos.
El desafío es apasionante. «Estudiar, poner en valor, editar y musicar este repertorio desconocido de nuestra cultura musical desde el siglo XV hasta 1650». Por eso, «se busca abrir una ventana desde la escucha histórica a la escucha contemporánea», comenta, al tiempo que subraya que en la seo figura un conjunto de obras impresas europeas únicas, un repertorio por descubrir que nos habla del valor que esta ciudad otorgaba a la música».
A su juicio, el fondo del archivo musical de la Catedral es único por la cantidad de repertorio conservado que contiene también obras de carácter profano y otras destinadas a ámbitos diversos al de la catedral (10.000 obras en total). «Por ejemplo, la cantidad de impresos que conserva del Renacimiento, con un gran número de madrigales amorosos, creados por autores ingleses, italianos, franceses...», apunta. También es destacable el número de volúmenes que alberga editados en ciudades tan emblemáticas como Venecia, Nápoles, Roma, Amberes y Lyon.
Algunos de estos libros musicales impresos constituyen fuentes únicas. Pero, además, al inicio del siglo XVII, al desplazarse la corte de Madrid a Valladolid, los grandes compositores que trabajaban para Felipe III y los repertorios que conservaban de los que lo habían hecho para Felipe II, estuvieron de alguna manera disponibles para la ciudad. «Otra de las vías principales por la que en este archivo se conserven obras de grandes maestros como Philippe Rogier, el compositor de Felipe II. Y puesto que la 'desfortuna', como decían entonces, provocó que el Real Alcazar de Madrid, la residencia Real, se quemara en 1734, muchos de las creaciones realizadas por estos grandes músicos se han perdido. Sin embargo, algunas de ellas se conservan en Valladolid, e incluso, cierto número de ellas de manera hasta ahora no identificadas», sostiene Aguirre.
El hecho de que Europa ponga sus ojos en la capital para este ambicioso plan tiene su explicación en la gran cantidad de repertorio desconocido que posee. ¿Por qué? «Los maestros de capilla -compositores, profesores directores de coro y orquesta- dejaron sus legados a la catedral, y eso es excepcional».
'Galáctico'
Casi todo lo que hay aquí es inédito y único», subraya la docente, que se entusiasma cuando tiene entre sus manos un 'tesoro', un manuscrito con obras de Cristóbal de Morales, uno de los, a su juicio, cuatro grandes compositores españoles de todos los tiempos. «No es una copia. Es como si fuera un Velázquez, estamos ante algo absolutamente excepcional», añade. Por uar una terminología futbolística, es una especie de 'galáctico', pues no solo triunfó en España, sino también en Italia, el centro del mundo religioso-cultural por aquel entonces.
El proyecto europeo es muy ambicioso, pues no solo comporta la parte educativa -que reciben los alumnos de la UVa-, sino también de difusión. «El objetivo es que esta música la conozca la sociedad», sostiene la segoviana, que afirma rotunda que el conservatorio superior de Lyon, así como el de Oporto, son dos referencias a nivel internacional para la interpretación de la música anterior a 1800.
Asimismo, la coordinadora del equipo español, conformado por profesores de la UVa (cuatro contando con ella) principalmente, subraya que intentan que esa música escrita que anda archivada se musique, pasando a las agrupaviones, conformadas por voces e instrumentos: 'O bando de Surunyo' y 'Capella Sanctae Crucis'. Entonces ellos comienzan a trabajar para buscar el mejor sonido e interpretación posibles. «En ese momento se pone en marcha nuestra labor docente: impartimos clases de master y seminario en diversas instituciones europeas, por supuesto también en Valladolid, con el propósito de dar a conocer este repertorio tan extraordinario como desconocido. Y luego se realizan conciertos, se registran los repertorios y se editan CD».
Posteriormente, nos enseña un manuscrito, de los más importantes de la Catedral. «Si te fijas, está copiado a voces independientes. Esto, los músicos actuales no pueden leerlo porque usamos otra anotación. Lo ponemos en partitura, una voz debajo de la otra, con coordinación rítmica. Y esto es independiente. No hay líneas de compases...». Viene a ser «un cuadro incompleto». «Debemos poner las pinceladas de color que faltan», indica, para luego revelarnos que es un himno que se cantaba algunas tardes al año en la colegial. «Vamos a poder interpretar este año, gracias a la UE, un repertorio cuyas características pocas veces se ejecutan, pues requiere una cantidad de intérpretes considerable para pertenecer a la música anterior a 1800: es un conjunto de obras policorales», añade.
Colosal
«Lo que hacemos es que todo esto se pueda cantar en tres coros, algo colosal, muy barroco, y va a ser interpretado en Lyon en marzo y en mayo en Marsella. Vamos a llevar la música de Valladolid a Lyon», presume. Antes, el 24 de febrero, en el Auditorio Miguel Delibes se ejecutará otro conjunto de creaciones a cargo de La Capella Santa Crucis de Lyon: «Podemos disfrutar de un repertorio muy particular que gira en torno a una obra, la misa policoral 'La zagala más hermosa', creada a partir de un romance castellano de homónimo título. Los intérpretes se encargarán de buscar esa sonoridad relacionada con la forma de componer española, identitaria, que se daba también en Portugal e Iberoamérica, no lo olvidemos». «Allí, el idioma y la forma de hacer la música en España eran imitados o directamente importadas las composiciones». Así, se podrá disfrutar de la música de Coimbra, muy similar a la de la catedral, ya que «en Portugal lo que se consumía en aquel entonces eran villancicos -no eran de Navidad sino de la villa- en castellano, el idioma culto».
De esta forma, toda esa música 'enjaulada' va a revivir. «El pasado está en nosotros, y ese pasado lo vamos a enseñar a nivel europeo en las grandes salas. Y será llevado a cabo con significativos ensambles reconocidos internacionalmente».
Aguirre explica que en los más de 450 años de la sede de la Archidiócesis de Valladolid se han creado y/o custodiado «más de 10.000 composiciones, muchas de ellas únicas», pero en el período en el que se centra su proyecto, entre el siglo XVI y mediados del XVII, estima que puede haber «entre 1.500 y 2.000 obras» que están en fase de catalogación, digitalización y, algunas de ellas, transposición a la notación musical contemporánea, para poder ser interpretadas.
«Se abren de par en par las puertas para una discografía excepcional de grandes intérpretes que van desde el Pierre Boulez del momento hasta los Celtas Cortos de la época, pasando por el repertorio pop de los Beatles y Morad, por ejemplo. Porque también está representada esa música urbana que sonaba en la ciudad, hecha por creadores profesionales o no, pero que alcanzaba éxito y difusión», concluye la profesora.
La mejor exportación posible. Un viaje de siglos Lyon y Marsella
De la misma manera que el vino de Cigales conquista allá donde va, la música de la Catedral de Valladolid hará lo propio en Lyon y Marsella durante los meses de marzo y mayo de 2024. El primero, en la Chapella de la Trinité, con una acústica excepcional para este repertorio, contando con voces de prestigio de todo el mundo para 'liberar' esa música 'enjaulada'. De hecho, el concierto se grabará y se producirá en una edición limitada, una auténtica 'obra de arte' para grandes melómanos. Se tocará un repertorio policoral a tres coros, procedentes de Valladolid y Coimbra, destacando el motete 'Domine, Dominus noster', de Philippe Rogier, el gran maestro de capilla de Felipe II. Una pieza única conservada en el Archivo de Música de la Catedral, rescatado y editado, y que se va a ejecutar por Europa.