Hubo un tiempo, varios siglos atrás, en que los dos brazos del río Esgueva atravesaban la ciudad, dibujando un trazado de canales que hizo que algunos medievalistas la calificaran como la 'villa de las Esguevas'. Una imagen, que comenzó a cercenarse en 1848 cuando se decidió acometer su cubrición, pero que antes llevo a algún viajero romántico a calificar a Valladolid como la 'Venecia castellana'.
Esta gran obra de ingeniería supuso que el Ayuntamiento ejecutara el encauzamiento y cubrición de esos ramales, con el desvío definitivo de las aguas a un tercer y nuevo cauce. El resultado de este costoso proyecto fue una gran transformación del paisaje urbano, con espacios y suelos ganados al río, donde se levantarían nuevas callesy plazas, donde se ubicaron después mercados como el Val o de Portugalete o construyeron plazas como la de Poniente.
Casi siglo y medio después, coincidiendo con las obras de rehabilitación del Mercado del Val, la empresa Strato, encargada de los trabajos arqueológicos de supervisión, sacó a la luz este tesoro arqueológico. Y se comprobó que la infraestructura subterránea, de gran valor patrimonial, que se construyó en el siglo XIX para soterrar el cauce del río Esgueva y ganar ese espacio para la ciudad, estaba casi intacta. «La posterior exploración del cauce subterráneo permitió descubrir un asombroso recorrido subterráneo del cauce del Esgueva del Val hacia Poniente, apto para ser recorrido a pie, ya que en algunas zonas la altura del techo llega a los 11 metros», se apuntabas en el Plan Estratégico de Turismo 2021-23, donde se programó la puesta en valor de este recurso.
El Ayuntamiento ya tiene el proyecto para recuperar el recorrido del cauce subterráneo del río, en el tramo entre el Val y La Rosaleda. - Foto: LobilloEstudio inicial. Ese estudio contrastaba que en el tramo de la calle Sandoval a San Benito, había una bóveda redonda, de piedra y ladrillo, y con unas dimensiones de unos dos metros y medio de ancho por tres de alto. Al llegar a San Benito, justo debajo de la actual sala de exposiciones, se abre en una enorme galería de seis metros de ancho y once de altura. Toda una sala de piedra que los técnicos atribuyen a la barbacana de un antiguo castillo anterior al monasterio de San Benito.
Este tramo del ramal norte del Esgueva, prosigue de San Benito a la plaza de Poniente, donde vuelve a reducirse en anchura y altura con la peculiaridad de que la bóveda se hace ojival. En total son unos 400 metros lineales, de los que la mayoría se consideran perfectamente transitables.
El proyecto de recuperación de las bóvedas del río Esgueva y su puesta en valor como producto turístico pretende convertir el cauce subterráneo en un reclamo de primer nivel. Para eso, la Concejalía de Cultura y Turismo adjudicó en octubre de 2022 el proyecto de adecuación de la galería de encauzamiento de la Esgueva norte. Los responsables de hacerlo han sido los arquitecto Vicente Muñoz Pascual y Jesús Misiego Tejeda, que incorporaron también al equipo de redacción a Julio Garcés Rallo y Giovanni Olcese.
La propuesta de difusión cultural, que ahora está estudiando el nuevo equipo de Gobierno para su ejecución, conlleva el acondicionamiento de un tramo del antiguo ramal norte del Esgueva. Esta obra, que costaría 1,1 millones, serviría para habilitar la visita pública con la creación de una nueva ruta arqueológica urbana sobre el ramal norte del Esgueva.
Este ramal entraba en la ciudad por el Prado de la Magdalena. Tras atravesarlo, continuaba por lascallesSanz y Forés, Paraíso, Marqués del Duero, Solanilla, Magaña, plaza de Portugalete, calle Bajada de la Libertad, plaza de Cantarranas, calle Platería, plaza del Val, calle Sandoval, calle San Benito y plaza del Poniente, atravesaba el paseo de Isabel La Católica y desaguaba en el Pisuerga, aguas abajo del puente del Poniente, en la zona de laRosaleda. Este recorrido tenía aproximadamente 2,1 kilómetros, pero no está accesible desde Platerías.
proyecto. El proyecto, que ya está valorando el concejal de Urbanismo y Vivienda, Ignacio Zarandona, conlleva una intervención general en la galería lineal para dotarla del estándar mínimo para su puesta en valor y visita. «Como criterio general se opta por actuaciones de mínimo impacto, reversibles, y considerando que estamos ante un elemento del patrimonio histórico e ingenieril», explica Giovanni Olcese. Eso sí, se apunta que la visita requiere unos condiciones de control: en grupos reducidos, previa explicación de las condiciones singulares de la visita, con protocolo de seguridad y acompañamiento de guía especializado.
La idea es que el acceso a la galería se realice desde la sala de exposiciones municipal de San Benito. Esta nueva entrada será accesible a través de un ascensor, con salida desde el mirador ubicado en la zona de recepción y mediante un acceso a un nivel inferior desde una de las salas. En torno a él, se proyectan unas escaleras entre la cota de la galería y la cota inferior de la sala municipal.
La salida se habilitaría en la zona del Parque de la Rosaleda, junto a la desembocadura del río Pisuerga. Se propone construir un espacio deprimido, que recupere el cauce natural del río que un día existió. Para ello, se acotaría un rectángulo, con un desmonte para llegar a la cota de la galería, dejando el cauce visible desde ambos lados del parque. Se generarán dos taludes, en orientación norte y sur, de diferentes pendientes por la diferencia de cota entre la Rosaleda y la pista de patinaje, en los que se proponen poblados de vegetación de ribera.
El proyecto contempla dos accesos a este espacio en depresión, mediante una rampa accesible, de trazado quebrado desde la salida de la galería hasta el paseo fluvial, y una escalera de dos tramos rectos, desde el mismo punto hacia el parque de patinaje. La arquitectos apuntan que la complejidad de la obra está en esta parte final, donde es necesario «desenterrar» la desembocadura. «Habrá que sacar mucha tierra que, además, está contaminada y habrá que tratarla. Eso implica un gran movimiento de caminones en la zona», detallan Olcese. El resto de los trabajos reitera que son más «sencillos» porque solo habría que hacer las instalaciones y el suelo.
En el plan estratégico de turismo también se contemplaba una dotación económica para diseñar la ruta, con la creación de una storytelling del producto, así como el conjunto de elementos narrativos y tecnológicos a utilizar en el desarrollo de la experiencia. Así mismo, está pendiente elaborar el plan de negocio del mismo y las características de su prestación.
Los mismos arquitectos que han realizado el proyecto del recuperación del ramal norte, han planteado al concejal de Urbanismo y Vivienda la posibilidad de recuperar un tramo del sur. Este tramo entraba en la ciudad por la zona de las plazas de las Batallas y de los Vadillos, tras atravesar la línea del ferrocarril. Su tramo final recorría la calle Miguel Íscar, cruzaba Santiago, María de Molina y pasaba por debajo de la parte trasera de la Academia de Caballería, en paralelo a Doctrinos, para desaguar en el Pisuerga a través del puente del Espolón Viejo, situado en las inmediaciones del de Isabel La Católica.
Este es un recorrido, que se podría recuperar, porque hay constancia de que es transitable. En este caso, se plantearía un acceso desde el jardín de la Casa de Cervantes, en Miguel Íscar. Y al igual que en la entrada diseñada para San Benito, habría que diseñar un acceso mediante una escalera.