Mantiene su porte, su carácter y su lengua afilada. Tiene la mente fresca cuando se le pregunta por el ciclismo y por sus inicios en el deporte que le encumbró en los años 50 y 60 del pasado siglo. Aunque últimamente anda, y nunca mejor dicho, un poco fastidiado. Federico Martín Bahamontes, el campeón del Tour de Francia vivo con más edad, eligió Valladolid para pasar el confinamiento. Y aquí se ha quedado y se quedará. De momento, y tras un hematoma en el psoas que le mantuvo casi veinte días ingresado en el Río Hortega, recupera la movilidad perdida en el Benito Menni. A sus 93 años, y después de quedarse sin masa muscular por la hospitalización, ha demostrado que no hay edad para la rehabilitación. Llegó al centro hace casi dos meses sin poder moverse y ya anda con bastón y pedalea, todas las mañanas, unos 20 minutos. El ciclismo sigue en las venas del 'Águila de Toledo'.
Lleva en tierras vallisoletanas desde marzo de 2020. Se vino de su Toledo natal con una maleta para quince días a Villanueva de San Mancio cuando 'cerraron' el país. Y lleva ya 20 meses. Allí, en una localidad de 80 habitantes, no pasa desapercibido: «¡Federico Martín Bahamontes!». En la comarca terracampina no era la primera vez que estaba. Fede venía de vez en cuando a visitar a su familia vallisoletana, a Victoria y a Vicky, su hija castellana. Esta última es, como dice el propio Bahamontes, su mejor «gregario». «Empecé a trabajar con Fede con 19 años y le trato siempre de padre», señala la propia Vicky.
El exciclista ha pasado en Villanueva todo este tiempo de covid. «Se levanta tarde, porque le gusta dormir; desayuna fuerte, hace tareas de jardinería, toma el aperitivo, come y luego se echa la siesta, y ve en la tele, si no hay ciclismo, documentales de animales. Le gusta pasear de una casa rural a otra», señalan sus familiares. Porque en esta localidad vive entre la Posada del Canal y la Casa del Corro, donde disfruta de un amplio jardín.
Fede (aunque realmente se llame Alejandro) ha recibido durante su estancia en Valladolid la visita de 'grandes' como Induráin o Perico Delgado, y desde hace unos meses de diversas grupetas de ciclistas anónimos, que acuden al pueblo ante el reclamo del campeón del Tour de Francia. El toledano sigue en forma mentalmente y le encantan esas charlas sobre el deporte que ama. A Rioseco también va de vez en cuando, a tomar el vermú, aunque la pandemia, como a todos, le hace ser más casero. De la capital de la comarca recibe a franceses que acuden a trabajar o que pasan por Villanueva por verle.
A Bahamontes le queda poco ya en el Benito Menni. Volverá a su casa en Villanueva de San Mancio, y de vez en cuando pasará por su Toledo, por su plaza Zocodover, por sus calles adoquinadas... Pero regresará al pueblo donde disfruta de la jardinería, de los paseos, de la tranquilidad... y volverá a hablar de ciclismo. Como siempre, sin cortarse, directo y al grano.
«¿Cómo me gustaría que me recordaran? Como he sido yo. No me cambio por nada, mi carácter y mi genio están ahí», responde sin dudarlo. Sus hazañas y sus gestas encima de la bicicleta levantaron a un país en un momento muy duro. Bahamontes, el 'Águila de Toledo', el lechuga o el fideo... Fede en Villanueva, en Valladolid.