La investigación de la Universidad de Valladolid 'WomanPlasticBeeSafe' relaciona los productos de la colmena y la salud femenina, que sugiere la presencia de partículas plásticas y aditivos, aunque los niveles encontrados en la miel y el polen analizados por las investigadoras de la UVa "no son preocupantes".
'WomenPlasticBeeSafe' es un proyecto de investigación planteado por las investigadoras del grupo Técnicas de Separación y Análisis Aplicado (TESEA) y profesoras de Química Analítica, Ana M. Ares y Silvia Valverde, y financiado por el Instituto de las Mujeres del Ministerio de Igualdad.
Esta investigación aborda la presencia de contaminantes plásticos en los productos de la colmena desde una perspectiva feminista, ya que además de estar ejecutada por mujeres, pretende obtener información de estos contaminantes, con mayor efecto en la salud de la mujer, en productos alimentarios.
"Cuando pensamos en contaminación por plásticos, automáticamente, nuestra mente imagina un espacio marítimo u oceánico contaminado. Sin embargo, estos agentes plásticos afectan a todos los ecosistemas y a todas las especies. Por ejemplo, durante el proceso de extracción de polen y néctar de las flores, las abejas pueden trasladar partículas plásticas a la colmena", explicó la investigadora Silvia Valverde.
Por ello, es necesario evaluar la presencia no solo de plásticos sino también de algunos aditivos que se utilizan en la fabricación de los plásticos como los ftalatos y los bisfenoles. Este grupo o familia de compuestos son considerados disruptores endocrinos, y por tanto se comportan en el cuerpo de las mujeres como las hormonas femeninas y tienden a acumularse en zonas grasas como los senos o el útero.
"Hay numerosos estudios que confirman que las acumulaciones continuadas en el tiempo pueden dar lugar al desarrollo de patologías como cáncer. Es fundamental aclarar que el consumo de productos de la colmena no provoca cáncer, pero sí se debe analizar si estos productos contienen ftalatos y bisfenoles y en caso de que los contuviesen qué límites son recomendables para promover un consumo responsable", puntualizó la investigadora.
Las investigadoras del Tesea han seleccionado el polen y la miel como objeto de estudio para esta investigación, por lo que parece necesaria una ampliación de la muestra en futuras investigaciones. "Los resultados del estudio confirman que en el polen hay presencia de sustancias plásticas. Lo que no hemos sido capaces de determinar es la procedencia de las mismas, si proceden del pecoreo de las abejas, del tratamiento industrial, del proceso de envasado".
Para ello, sería necesario un proyecto mucho más grande para poder determinar el origen de los mismos. En cuanto a los ftalatos y los bisfenoles, que se comportan como disruptores endocrinos en las mujeres, se han detectado cantidades muy pequeñas tanto en la miel como en el polen y no en todas las muestras. "En todos los casos, los positivos detectados se encuentran dentro de los límites aceptados para todos los alimentos", aseguró Valverde.
Actualmente, existe una carencia de legislación sobre estos contaminantes. Por ello, resulta fundamental profundizar en su conocimiento, evaluar la relación entre su consumo y la seguridad sanitaria y establecer unos límites de consumo seguro para plantear una legislación acorde a la evidencia científica. "En este proyecto hemos analizado muestras de España y de otros países europeos. Sin embargo, sería necesaria una muestra geográfica mucho más amplia y de todos los productos de la colmena [no solo de miel y polen] para establecer conclusiones sólidas", detallaron.
Esta investigación supone el punto de partida de una línea de investigación en la que está, prácticamente, todo el camino por recorrer. Silvia y Ana M. han desarrollado y validado metodologías analíticas adecuadas para el análisis de plásticos y sustancias químicas relacionadas con los plásticos en los productos apícolas, para que puedan ser aplicadas en el futuro.
Por otro lado, las investigadoras buscan con este proyecto dar a conocer a la población el nivel de implicación que tiene la contaminación en la sociedad y especialmente en la salud de la mujer. "A lo largo del año que ha durado este proyecto hemos puesto en marcha diferentes talleres y charlas divulgativas con público de todas las edades: colegios, institutos, asociaciones feministas. Todavía hay mucha gente que no es consciente de que la mujer sufre de forma más directa algunas de las consecuencias de la polución", aseveró Ana M. Ares.