A estas alturas del año, las cosechadoras ya tendrían que verse de forma multitudinaria en el campo de Castilla y León, y una buena parte del cereal estaría a punto de recogerse, principalmente en el sur de la Comunidad. Sin embargo, son los peritos del seguro agrario los que más visitan los terrenos durante estos días. Deben tasar una cosecha perjudicada por la sequía antes de que la máquina entre al campo, porque muchos agricultores saben que esa indemnización paliará un poco las enormes pérdidas económicas que prevén para esta campaña debido, entre otros factores, a los elevados gastos que han tenido y los bajos precios que actualmente tiene el producto, y principalmente a la falta de agua que ha provocado que los cereales no tengan un desarrollo óptimo.
Del ajetreo de estos días es buena conocedora Yaiza Herrero. Sorprende que a sus 35 años ya lleve casi diez pisando el terreno y peritando prácticamente todos los cultivos que se siembran en la Comunidad. Con jornadas maratonianas, que comienzan a las ocho de la mañana y terminan en la mayoría de ocasiones cuando ya ha anochecido, confiesa que es una apasionada de su trabajo, en el que advierte hay que seguir formándose para no defraudar a los agricultores.
«Me gradúe como ingeniera agrícola y del medio rural, me gusta mucho el campo y al año siguiente ya estaba peritando», comenta la joven vallisoletana, que recorre toda la Comunidad valorando los daños en los cultivos. Desde su punto de vista, el campo de Castilla y León lleva varias campañas como la que atraviesa ahora, marcada por una fuerte sequía, aunque reconoce que la situación de este año es diferente: «Esta vez es una sequía generalizada, al ser en toda España hay agobios por muchísima superficie siniestrada y que venir a peritar».
Y es que las previsiones de Agroseguro –la Agrupación Española de Entidades Aseguradoras de los Seguros Agrarios Combinados– apuntan a que tanto la cifra de superficie siniestrada como las indemnizaciones se situarán en números históricos. En Castilla y León, los peritos ya han contabilizado casi 750.000 hectáreas siniestradas a finales del mes de junio, según los últimos datos facilitados a este periódico por la entidad. Por provincias, las que tienen más daños, de momento, son Burgos, Palencia y Valladolid, mientras que el volumen se reduce en Ávila, León, Zamora, Salamanca y Segovia.
Retraso por las lluvias
Las cifras del número de peritos desplegados sobre el terreno, con más de 90 en la actualidad, también se puede tomar como referencia de la gravedad de la sequía esta campaña. «La idea es llegar a los 130 o 140 durante las primeras semanas de julio», explica José Ignacio García Barasoain, director territorial de Agroseguro en Castilla y León. Las intensas lluvias de las primeras semanas de junio han retrasado la labor de peritaje, que ya tenía que haber tenido un ritmo más constante durante las últimas tres semanas, aunque no ha sido posible porque los tasadores no han podido visitar el terreno.
Manuel Camino, agricultor de la localidad zamorana de Belver de los Montes, sabe bien lo que es esperar al perito para ver si al menos salva algo de una producción que este año se puede calificar como «nefasta». Él posee una explotación de unas 220 hectáreas repartidas entre cultivos de cereal –este año cebada y centeno– , girasol, vezas y los regadíos. «Lo que busco es hacer rotación para evitar las malas hierbas y combatirlas mejor, porque de esta forma quitas costes y tratamientos con herbicidas, con lo que conviertes las tierras en más productivas», explica, tras lo que asegura que su elección de cultivos no se ha visto modificada por el cambio climático ni la sequía: «Yo ya llevo muchos años en una línea, hago mucha siembra directa, la rotación es sagrada y la que tienes que llevar», dice.
Su cosecha de cereal de este año será «mala», aunque reconoce que el problema no es la sequía, «son los costes porque con lo que cosechas no los cubres». Estas palabras las hace sobre el terreno, mientras visita un campo de cebada muy afectado por la sequía: «De esta parcela esperaba sacar como mínimo 2.500 kilos por hectárea, pero te quedas con menos de la mitad mientras que los costes han sido de 700 euros por hectárea. Entonces es imposible ni con el seguro ni con la PAC ni con nada, ese es el problema». «Venimos de años muy ajustados y este no se compensa las pérdidas con otros cultivos», añade.
Mientras Herrero va ejecutando su labor y recoge espigas como muestras. «La inmensa mayoría de los agricultores me reciben muy bien, el trato con ellos es cordial y sin problemas. Además, han aceptado muy bien el tema de la teledetección porque ellos conocen los rendimientos, el índice de vegetación y otras variables con las que trabajamos», señala. También defiende la presencia de la mujer en el campo, que cada vez es mayor, y «cuando yo llegue ya había bastantes, pero es un trabajo que te tienen que encantar».
La perito termina su trabajo en una cebada que ni ha crecido ni tiene suficiente grano ni este ha llegado a conseguir un peso óptimo. Su resultado está lejos de las expectativas del agricultor, pero se muestra conforme con el parte porque sabe que es lo mejor que puede conseguir: 1.200 kilos por hectárea. Muy lejos de los 3.000 que necesita para cubrir costes.