La cineasta francesa Agathe Riedinger se sumó hoy a la competición de la 69 Semana Internacional de Cine de Valladolid con el estreno en España de 'Diamante en bruto', su debut en el largometraje. En la película, como ya hizo en su cortometraje de 2017 'Esperando a Júpiter', sigue los pasos de una joven llamada Liane, que sueña con ser elegida para participar en un reality de televisión para escapar de la miseria que la rodea. La obsesión, los anhelos, la necesidad de validación externa o el precio que los más jóvenes están dispuestos a pagar por alcanzar la fama son algunos de los temas que aparecen a lo largo del metraje.
La película, única ópera primera que participó en la Sección Oficial de Cannes este año, sigue en todo momento de cerca a la protagonista, encarnada con solvencia por la también debutante Malou Khebizi, que interpreta a una mezcla lejana de la ambiciosa Nomi Malone creada por Elizabeth Berkley en 'Showgirls' y la inolvidable Rosetta de Émilie Dequenne en la película de los Dardenne, con ínfulas de convertirse en una de las 'Spring Breakers' de Harmony Korine pero más cercana en su microcosmos de pobreza y sueños rotos a las chicas de 'Florida Project', de Sean Baker.
Liane no sabe quién es ni quién quiere ser. Solo sabe que quiere ser libre, y su forma de alcanzar esa meta es a través de una tortuosa relación con su propio cuerpo, siempre en busca de agradar al mundo exterior y de intentar seducir a las redes sociales, que a cambio le vomitan su reacción como un mazazo. A sus 19 años, constantemente se somete a un proceso de transformación para intentar mostrar al mundo a una persona que, en realidad, no es ella. "Quiero mostrar quien soy en realidad", asegura en un prolongado plano fijo en el que realiza un casting para acceder a su soñado reality.
La elección del formato de cuatro tercios permite a la directora pegarse a la piel de su protagonista, acentuando el sentimiento de asfixia que la atenaza y la soledad que la envuelve. Además, llama la atención la elección del violonchelo para sacar a la luz el poderoso y a la vez frágil mundo interior que ella encierra en su interior, en contraste con el reggaetón y el perreo que la inunda en su vida cotidiana y con su grupo de amigas.
Riedinger, que no viajó hasta Valladolid, señala en el dosier del film que Liane es "insolente, impulsiva y descarada". "Lleva su vida con decisión, con una ferocidad casi animal, porque no se siente querida, y para saciar esta necesidad desesperada de amor hace cuanto está en su mano para que la gente se fije en ella". En su opinión, la joven "se siente aplastada por la sociedad y es consciente del desprecio de clase al que se enfrenta", algo que intenta convirtiéndose en mercancía y en un objeto que, paradójicamente, intenta encontrar la verdad en la cuna de todas las mentiras, la telerrealidad. "La televisión es útil, hace soñar a la gente", asegura mientras confiesa su obsesión por escapar del destino que atrapó a su madre, a quien califica como "una sombra".