Editorial

El progresismo debe luchar contra los privilegios en busca de la igualdad

-

Encima de la mesa del debate político todavía permanecen, cual plato 'abrasador' que espera ser degustado, las palabras en forma de declaración de intenciones de la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, apostando por una reforma de la financiación autonómica que incluya un «tratamiento especial» para territorios con «singularidades», en alusión a Cataluña. Un posible trato especial que ha caído como una losa de insufrible peso en las comunidades autónomas que gobierna el Partido Popular, que tras el rodillo 'azul' del 28-M del año pasado son la amplia mayoría. El Ejecutivo de Sánchez, experto en resistir envites de todos los colores gracias a una capacidad inusitada de contorsionismo verbal y maleabilidad táctica, califica esta polémica de «exagerada» y argumenta –sin sonrojo– que reconocer la singularidad de Cataluña es «compatible» con un nuevo modelo de financiación válido para todos los territorios.

Y en estas, aparece en escena la voz discordante por antonomasia del PSOE territorial, Emiliano García-Page. El barón socialista más consistentemente aferrado a un gobierno autonómico –en su tercer mandato y después de una segunda mayoría absoluta– ha puesto los puntos sobre las íes. Puntos que, precisamente, no se atreve a poner su partido en clave nacional. El presidente de Castilla-La Mancha lo ha dejado meridianamente claro. Es una «ofensa» para las demás regiones, un «privilegio» y no una «singularidad», algo que «va contra de los valores progresistas» y un «precio demasiado caro por mantener un puesto». «Nosotros no dedicamos ni un solo euro a tener embajadas en el extranjero, ni a crear una estructura para destrozar el país ni a propaganda para romper España; solo faltaría que encima toda la fiesta independentista la terminemos pagando entre todos», sentenció un categórico García-Page para evidenciar que «de ninguna manera vamos a consentirlo».

Además de hablar más claro que alto, el presidente castellano-manchego apunta y dispara a la línea de flotación del más básico ideario progresista, ahora rehén de las ínfulas personalistas de Sánchez. García-Page alude a la «igualdad» y a la «lucha contra los privilegios» para denunciar las continuas cesiones que el Ejecutivo nacional realiza ante el independentismo catalán. Sánchez no ha hecho otra cosa desde el diabólico resultado del 23 de julio de 2023 que ejercer de contorsionista para pasar por todos los aros que los supremacistas le han puesto como condición para seguir en la Moncloa. Y así, llega un momento en el que no cuela; en el que hay que decir basta, no por una cuestión meramente política, sino más bien ideológica, porque como bien se ha encargado de recordar García-Page, «cualquiera que se ponga la camiseta de progresista tiene que luchar contra los privilegios, no ampararlos».