En lo que va de siglo las administraciones públicas de Valladolid han tirado de talonario y encargado a arquitectos de renombre diseños para diferentes sedes que dejen su huella en el patrimonio arquitectónico de la ciudad. Una estela que sigue ahora la nueva estación de tren, que se presentó esta semana, y que se pretende que sea un icóno de la ciudad.
El más caro hasta ahora ha sido el Hospital Universitario Río Hortega, que se inauguró en noviembre de 2008. El edificio se concibió para adaptarse a las exigencias tecnológicas y asistenciales del siglo XXI, según su arquitecto, Luis Fernández Inglada, pero que disparó su presupuesto hasta los 200 millones, con un sobrecoste de 96,1.
El diseño del nuevo espacio, como sucede ahora con el rediseño de la estación de tren, evolucionó de un bloque en altura a una ciudad hospitalaria, donde los pasillos asemejan calles y donde la luz natural ilumina el espacio. El 'nuevo' modelo de habitaciones y salas incluyó ventanas dan a jardines abiertos para crear recinto más amable para el paciente. De hecho, en el diseño de las zonas verdes trabajaron paisajistas que se inspiraron en inspirado en artistas como Paul Klee, Piet Mondrian e Isam Noguchi, entre otros.
Aunque la apuesta más polémica fue la instalación integrada por cerca de 70 sillas gigantescas, que levantan un sotechado de unos cuatro metros de altura, justo delante de la entrada del diseñador industrial valenciano Javier Mariscal (Premio Nacional de Diseño 1999 y autor de emblemas como Cobi, la mascota de los Juegos Olímpicos de Barcelona '92).
Un año antes se inauguró la sede del Parlamento regional, que abrió sus puertas en junio, con motivo de la constitución de la VII Legislatura, y que costó 79,5 millones de euros, aunque se adjudicó en 39,6. El diseño de este edificio, cuyo proyecto inicial diseñó el arquitecto granadino Ramón Fernández Alonso y fue modificado y ejecutado por un equipo liderado por los vallisoletanos Leopoldo Cortejoso y Juan Antonio Coronado, conjuga la funcionalidad de una institución del siglo XXI con la arquitectura moderna. En este caso, el complejo se compone de cuatro estructuras. La más voluminosa es el edificio rectangular de fachada de hormigón blanco y de tres plantas, destinado a espacios comunes, despachos y oficinas, donde su fachada oeste se abre con una celosía para darle mayor luminosidad.
En esas mismas fechas, los reyes Juan Carlos y Sofía inauguraron el Centro Cultural Miguel Delibes. Este proyecto contó con un presupuesto global de 72,5 millones de euros que fueron aportados por la Junta de Castilla y León. El diseño del edificio, obra del arquitecto catalán Ricardo Bofill, incluye 45.000 metros cuadrados un auditorio y espacios de teatro experimental, la Escuela Superior de Arte Dramático y Escuela Profesional de Danza, la sala de música de cámara y el Conservatorio Profesional, además de ser la sede de la Orquesta Sinfónica.
Otros.
El Gobierno regional también licitó en enero de 2008 las obras de ampliación y reforma del Hospital Clínico Universitario por 128 millones de euros. El planteamiento era ejecutarlo en diferentes fases para compatibilizarlos con el mantenimiento de la actividad asistencial. Un proyecto del que solo se ha ejecutado parcialmente, con el nuevo edificio de Urgencias, el aparcamiento y el espacio de rehabilitación. La fase para levantar el bloque de consultas está paralizada y no hay fecha para su desbloqueo.
Aunque el pionero en apostar por el diseño fue el Ayuntamiento con su apuesta por el Museo de la Ciencia, que abrió sus puertas en 2003. El singular complejo arquitectónico es obra de los arquitectos Enrique de Teresa y Rafael Moneo y su coste inicial fue de 40 millones, aunque después se añadieron más instalaciones.