Momento clave

Miguel Herrera (SPC)-Agencias
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Los cerealistas se encuentran en una situación crítica por los precios a pesar de la subida de la última semana y al mismo tiempo en una época crucial en el ciclo anual del cultivo: la sementera

Momento clave

Más de una cuarta parte (26,3%) de la Superficie Agraria Útil en España se dedica a la siembra de cereales, según el Informe 2023 Cocampo, lo cual lo convierte en el cultivo más extendido a nivel nacional muy por encima del siguiente, el olivar (10,3%). Existen 272.335 explotaciones dedicadas a este tipo de agricultura, lo que supone el 28% del total e implica que miles de familias dependen de la cosecha de trigo, cebada y otros granos para subsistir.

Y subsistir es un buen término, porque los precios que se están pagando actualmente por el grano no permiten a los agricultores mucho más que eso. Pese a las correcciones al alza de las últimas semanas, ASAJA en Castilla y León recuerda que los cereales aún acusan importantes pérdidas de precio interanual, con el riesgo que implica para muchas explotaciones. Habría que remontarse cuatro años (otoño de 2020) para encontrar precios del trigo y la cebada menores que los actuales en la Lonja de León, un referente a nivel nacional para esta materia prima, explican desde la organización.

La bajada solo en los últimos doce meses es del 11,4% en el trigo, del 12,8% en la cebada, del 20,9% en el centeno y del 33,6% en la avena. Así pues, el promedio de caída interanual en el cereal ronda hoy el 20%. Ese descenso de una quinta parte en el valor de la producción, si echamos la vista a la misma lonja leonesa en 2022 por estas mismas fechas, se dispara al 40% en el trigo, el 42% en la cebada, el 46% en el centeno y el 45% en la avena. Ciertamente, aquellos precios venían muy condicionados por los primeros meses de la guerra de Ucrania, con las importaciones más limitadas y los costes de producción muy altos -hecho que repercutía negativamente en el sector ganadero, que, a pesar de las bajas cotizaciones actuales, sigue pagando los pienso muy caros-.

Momento claveMomento claveEn cualquier caso, a día de hoy, el agravamiento del conflicto en Oriente Próximo no solo ha disparado el precio del petróleo, sino que arrastra también las cotizaciones de otras materias primas, incluidos los cereales. Si hace un mes la mesa del cereal no mostraba una dirección clara ante las noticias con efectos contrapuestos (cosecha aceptable, conflictos internacionales, aumentos de la importación desde Ucrania, etc.), al día siguiente del ataque con misiles de Irán a Israel el mercado de producciones agroganaderas ya reaccionó con tendencias alcistas. Así lo demuestran los cuatro euros por tonelada que ha subido la cotización del trigo, los tres euros de la cebada, y los dos euros que han ganado el centeno y la avena.

De todos modos, eso no puede esconder la incertidumbre que genera la situación en Rusia, que se une al conflicto en Oriente Próximo como factor desestabilizante. Según apuntan desde la Lonja de León, la sequía retrasa la siembra de trigo en ese país, principal exportador a nivel mundial de este cereal. «Si esta labor no se hace a tiempo, la entrada del invierno puede causar una merma importante de las producciones», explican. Y no es una cuestión menor. Cada año Rusia exporta del orden de cincuenta millones de toneladas de trigo, que es el equivalente a seis veces la producción española de trigo en un año bueno como 2021 (8,3 millones de toneladas, la mejor cosecha de este cereal de la última década); y unas diez veces la producción en años malos, como 2012 (5,1 millones) o 2017 (4,8 millones).

Pero afortunadamente no solo en León se ha visto subir el precio. También reflejó algo similar la mesa de estos productos en la Lonja de Albacete, donde tanto la cebada como el maíz muestran incrementos de cotizaciones, siendo el maíz el que registró una subida más notable debido a la menor oferta global de este grano y a la presión ejercida por los mercados internacionales. En el caso de la cebada, el valor superó los 190 euros por tonelada.

Momento claveMomento claveEn la Lonja de Ciudad Real, el trigo, tanto forrajero como panificable, ha experimentado un alza de seis euros por tonelada en la última semana, confirmando la tendencia alcista generalizada. Esta subida refleja la incertidumbre en los mercados internacionales y los efectos que los factores externos, como la geopolítica y el clima, están teniendo sobre los precios de los cereales. Pero estos incrementos, recuerdan desde ASAJA, no deben esconder la realidad del acusado descenso interanual, aparte de que nada asegura que la tendencia no se vaya a revertir en un momento más o menos próximo.

Fuera de España también se han registrado subidas. Este lunes el operador europeo de mercados bursátiles Euronext en París ha registrado subidas en los precios del trigo del 1% y del 1,5%, mientras que en el maíz han repuntado hasta el 4,25 % -en el caso de los contratos de futuros a fecha de noviembre de 2025-. Y el trigo subía hace unos días alrededor de un 3,5% en la bolsa de Chicago.

La semilla.

Esta situación de incertidumbre en los mercados y los bajos precios experimentados durante los últimos tiempos en España son un acicate más para que los agricultores traten de obtener los mayores rendimientos posibles y puedan mantener la rentabilidad de las explotaciones cerealistas. Y esta época del año es un momento crítico que marca la cosecha que vendrá en verano: la siembra. Habiendo arrancado ya la sementera, el agricultor es consciente de que gran parte del correcto desarrollo de su cultivo viene condicionado fuertemente por el tipo de material de siembra a emplear en sus explotaciones y, sin duda alguna, la mejor opción es la semilla certificada, según recuerdan desde la Asociación Nacional de Obtentores Vegetales (ANOVE).

La eficiencia en el uso de fertilizantes, fitosanitarios y maquinaria agrícola, va a tener una repercusión significativa en el futuro desarrollo del cultivo, pero conviene tener muy presente que el mayor impacto en los rendimientos agrarios es consecuencia de la investigación y el desarrollo de nuevas variedades canalizado a través del empleo de una buena semilla, sin duda, la semilla certificada, añade ANOVE.

Y es que la semilla certificada es el principal eje vertebrador de la transferencia de tecnología al agricultor, siendo este plenamente consciente de las grandes ventajas que aporta frente a otros materiales de siembra, ya que constituye la mejor opción para una máxima nascencia y un óptimo desarrollo inicial. De esta forma, el agricultor se asegura un cultivo que se desarrolle sano y fuerte, capaz de aguantar de la mejor forma cualquier condición climática adversa que pueda producirse durante la formación del grano, lo que facilita obtener el máximo rendimiento en su explotación. Es por ello que cada vez más agricultores optan por utilizar esta simiente, habiéndose duplicado el porcentaje de uso de semilla certificada de cereal de invierno en España en la última década, pasando de un 20% a un 41% en la campaña 2022/23.

Y cada vez hay más agricultores españoles que la emplean porque es una garantía en todo lo que tiene que ver con origen, trazabilidad, homogeneidad, pureza específica, pureza varietal, germinación, ausencia de otras semillas no deseadas en la siembra, sanidad, máximo contenido de humedad, sostenibilidad de los programas de I+D…

Este tipo de simiente supone una serie de ventajas económicas y agronómicas importantes para los agricultores. El uso de menores dosis de siembra gracias a la garantía de germinación, el menor tiempo en la preparación de la semilla y, principalmente, un aumento del rendimiento, ya que se asegura una buena implantación del cultivo. La reducción de malas hierbas es otra de las ventajas que aporta, con el consiguiente beneficio económico y medioambiental al precisar menos herbicida. Además, conviene remarcar que la semilla certificada es la única que tiene garantizada su calidad por medio de los controles oficiales que llevan a cabo las autoridades competentes, permitiendo así asegurar su trazabilidad y pureza varietal.

Por el contrario, la adquisición de materiales para la siembra que no están sometidos a ningún control de calidad y sanidad representa una amenaza y un fraude para los agricultores, ya que no se garantizan ni la calidad ni la sanidad de la semilla, comprometiendo la producción. Además, perjudica a todo el sector al frenar el avance de los programas de mejora para la obtención de nuevas variedades más productivas, más resistentes y mejor adaptadas a las condiciones de cultivo de las diferentes regiones, algo tremendamente necesario en estos tiempos en los que el clima no deja de dar sorpresas desagradables.

Más inversión. Como consecuencia, se hace necesario el cumplimiento de la legislación vigente por todos los agentes del sector, evitando que llegue al agricultor material para la siembra que no reúna las condiciones óptimas y que ponga en riesgo la inversión en el desarrollo de nuevas variedades y la producción profesional de semillas certificadas, ya que es el uso de la semilla certificada el principal camino para sostener el coste de los programas de mejora de variedades vegetales de cereales en España. Con este incremento en el uso de estas semillas se potencia el desarrollo de nuevas variedades adaptadas a los cambiantes condicionantes climáticos.

Una muestra de la importancia que tiene el incremento del uso de semilla certificada por parte del agricultor, que trae como resultado un impulso en el desarrollo de nuevas variedades, se aprecia en que a medida que incrementa su uso, se reduce la edad media del catálogo varietal. Es decir, el incremento del consumo de estas semillas redunda en una mayor inversión en los programas de investigación y desarrollo de nuevas variedades y, por consiguiente, en la aparición más frecuente de nuevas variedades con cualidades que aportarán mayores incrementos de los rendimientos económicos de las explotaciones agrarias.

En el caso del trigo blando, se ha pasado de una tasa de utilización de semilla certificada del 19% en la campaña 2010/11 al 36% en la 2022/23, lo que ha provocado que la edad media del catálogo de esta variedad se haya reducido de 14 a 7 años (un 50%). Lo mismo se puede observar para el caso de la cebada, donde pasamos del 14% de uso en la campaña 2010/11 al 38% en la 2022/23, motivando que la edad media del catálogo varietal se haya reducido en un 50% al pasar de 16 a 8 años.

Se puede afirmar sin duda que el incremento del consumo de semilla certificada redunda en una mayor inversión en los programas de investigación y desarrollo para obtener nuevas variedades y, por consiguiente, en la aparición de nuevas y mejores semillas que aportarán mayores beneficios a la rentabilidad de las explotaciones agrarias.