"Se trata de mantener a los fieles y atraer nuevos públicos"

M. Rodríguez
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El director de la Seminci, José Luis Cienfuegos, está satisfecho con la primera edición del festival diseñada completamente bajo su dirección, tras sustituir en mayo del año pasado a Javier Angulo

José Luis Cienfuegos, director de la Seminci, posa detrás del nuevo logo del festival de cine. - Foto: Jonathan Tajes

José Luis Cienfuegos se muestra satisfecho con la que será la primera edición de la Seminci diseñada completamente bajo su dirección tras sustituir a Javier Angulo en mayo del pasado año.

¿Ha conseguido imprimirle su sello este año? ¿Será un indicativo de por dónde irá el festival?

El año pasado ya se marcaron radicalmente las líneas de programación del festival. Aunque fue sobre la marcha, pero se cambió la estructura de contenidos y ya se percibió el tipo de cineastas que se presentaron en las diferentes competiciones. El sello del nuevo equipo estaba, sí o sí. Incluso en cómo se programaron las retrospectivas del festival, en especial la de la India. Este año hemos tenido tiempo para trabajar y quizás hemos medido nuestras fuerzas, y ya sabemos hasta dónde podemos llegar y cuáles son los recursos que se necesitan para hacer ese festival que tenemos en mente.

Habla de recursos en un festival donde casi toda la financiación es municipal. ¿De dónde puede llegar más presupuesto: vía patrocinios o con más implicación de Junta y Gobierno central?

Una de las sorpresas más agradables ha sido ver que el patrocinio privado está y que colaboran con el festival de manera estable. Ahora mismo estamos redactando unas alegaciones para el ICAA y recalcamos que hay que valorar la financiación de esos amigos del festival, que son relevantes, que forman parte de la estructura y participan en las actividades. Eso no es habitual en otros festivales que están sostenidos por dinero público. Son unos aliados imprescindibles y aquí que hay que seguir trabajando con ellos para ver cómo se mejora su presencia en la Seminci. Esperamos que esas aportaciones poco a poco se vayan incrementando, pero también hay que buscar otras, que no tienen por qué ser estatales, sino que pueden ser de fuera de aquí.

¿La fortaleza económica es básica para conseguir atraer más y mejores películas?

Pongo en evidencia que es un festival que necesita recursos para que la organización sea buena y poder dar un buen servicio al espectador. Ofrecemos casi 400 proyecciones y más de 100 encuentros con el público. Eso requiere un músculo organizativo muy potente. Hay una diferencia de este festival respecto a otros: generamos empleo. Hay muchos trabajadores y muchas empresas implicadas en la organización del evento.

Las películas no están en la estantería de un videoclub o en un menú de una plataforma, hay que salir a buscarlas y mantener a lo largo del año contactos con agentes internacionales y productores. Hay que sostener económicamente esa red. Y me gustaría reivindicar esa estabilidad organizativa del festival, también desde el punto de vista administrativo. Eso te da mucha tranquilidad a la hora de ejecutar. En Valladolid todo está muy bien pautado, todo está muy calendarizado: cuándo se han de publicar las bases, cuándo se tienen que firmar los acuerdos de colaboración con los patrocinadores, cuándo hay que presentarse a las diferentes subvenciones... Está absolutamente rodado y eso es envidiable porque no en todos los sitios ocurre.

Entre los cambios más destacados está el logotipo, con el que hubo algo similar a una tormenta de verano. ¿Se ha demostrado ya su eficacia y su impacto?

Me comentaban que en San Sebastián también había ocurrido lo mismo con la concha. Era claro que, con labio o sin labio, el festival necesitaba una renovación de imagen, sobre todo para que los distribuidores pudieran trabajar con la propia imagen del festival en las películas que se estrenan en salas comerciales. Hasta ahora trabajaban en el puro desconcierto porque no sabían si al utilizar el logotipo los labios iban por un lado y la tipografía por el otro. Era una demanda que se nos hacía desde la industria, aquí no se hace nada por capricho. Esa decisión fue la respuesta a una demanda real.

También ha sorprendido la banda sonora creada por Javier Vielba.

El festival es como un todo que responde a una imagen, a un tipo de música y también a una manera de implicar a los creadores de Valladolid y de Castilla y León. El diseño lo ganó Pobre la Vaca, que es una empresa local, y Javier Vielba es vallisoletano y uno de los grandes talentos de la música de nuestro país, que ha compuesto la banda sonora. Se trata de implicar a todo el talento local.

A esto se añaden las propuestas no cinematográficas para sacar la Seminci a la calle.

La colaboración con la Universidad de Valladolid, que es mucho más que un patrocinador, responde a que es un aliado absolutamente imprescindible. Sobre todo, por esa obsesión del festival de transmitir conocimiento, que la Seminci sea un lugar de debate, donde haya intercambio de ideas, retroalimentación de los creadores y los directores. Y para eso el mejor aliado es la universidad. Con la UVa trabajamos durante todo el año y ahora estamos trabajando también con la Miguel de Cervantes, con la que tenemos planes para principios del año que viene.

El festival también ha implicado a los bares y usted ha puesto otra banda sonora a la Seminci.

Me parece que es el cóctel perfecto. Se mezcla venir a un festival donde hay buenas películas -esta año las hay muy buenas- , a una ciudad acogedora como Valladolid, con público de toda España, que se va a encontrar con un ambiente maravilloso, muy cinéfilo. Se trata de que alguien venga a Valladolid, al festival y no se encuentre solo. ¿En cuántos festivales de España ocurre esto? Vamos a reivindicar eso. ¿En cuánto festivales ocurre que a las 9 de la mañana tienes tres teatros grandes llenos hasta arriba? En muy pocos.

Este festival lo ha sostenido hasta ahora el público y ese público también permite atraer a otros de toda España. Se trata de mantener esos fieles espectadores de toda la vida y atraer nuevos espectadores, que se sientan atraídos por el tipo de programación que hemos diseñado. Nos encontramos muy a gusto en ese trabajar con nuevos públicos, con otro tipo de audiencias. Arriesgarnos...

Habla de buenas películas y nuevos públicos. ¿Cuál sería su recomendación para ellos? ¿Y para un seguidor fiel del festival?

Una con la que no me arriesgo es que vivan la experiencia 'Los Años Nuevos' de Sorogoyen. Nosotros la visualizamos en una sala un fin de semana. Una experiencia inmersiva arrebatadora que también vivió el público en el Festival de Venecia. Y esa misma pasión fue la que sentimos cuando la vimos, y por eso le invitamos a presentarla en Valladolid. Es una recomendación muy sincera, nadie se va a arrepentir, más bien al contrario. Aquí bromeamos con que alguno, una vez que acabe el festival, quiere volver a ver y sentir esa experiencia de acompañar a esa pareja protagonista a lo largo de esos de esos 10 años. Es una experiencia inolvidable. Me considero un afortunado y muy agradecido por poder estrenar en España está magna obra de Rodrigo Sorogoyen.

En la sección oficial también hay mucha presencia de cine español.

Sí. Ha habido una evolución en la industria del cine español, se han incorporado otras maneras de hacer y nuevas formas de producir. Ese nuevo cine español se encuentra muy a gusto y con fácil acomodo en el festival que hemos diseñado. Esto es una labor de equipo, todos a una: los productores, los autores y me gustaría también incluir a los medios de comunicación.

Lo que ocurrió el año pasado no fue casualidad y este año tenemos la confirmación de que Seminci puede ser un buen lugar para el español. Si somos un festival de cine de autor, y a la vez tenemos que tomar el pulso a lo que se está haciendo, el cine español tiene que estar y ser protagonista. Lo importante es el cómo se presenta y aquí apostamos por ponerlo en primera línea.

El año pasado tuvo muy buenos resultados porque la mayoría de las películas españolas que pasaron luego tuvieron éxito en taquilla.

Sobre todo el boom de 'El maestro que prometía el mar'. Y este año hubieramos firmado hace meses tener estos nombres tan esperados del cine español con sus últimas películas en la sección oficial.

Entre ellos, el vallisoletano Pedro Martínez Calero, premiado como mejor director en San Sebastián.

Es un lujo tener la película 'El llanto', pero también ha sido bonito leer o escuchar a Pedro en las entrevistas comentando que se había educado en la Seminci y que su interés por el cine nació aquí. El talento local y de Castilla y León siempre va a tener un lugar. Se nota en la programación cómo el festival se ha abierto a lo que es cine de género. Ahora mismo los nuevos autores tienen menos prejuicios a la hora de ir hacia el mestizaje de cine.

Las secciones paralelas siempre se han caracterizado por traer otra mirada o el punto de reflexivo sobre los conflictos actuales. ¿Qué producción recomendaría?

Creo que dentro de un par de años nos olvidaremos del término 'paralelo' para estas secciones. Es algo que irá llegando. Punto de Encuentro, Tiempo de Historia... no son secciones paralelas. Hemos diseñado la programación como un todo y los conflictos de hoy están presentes a lo largo de la programación. En Tiempo de Historia el tipo de documental que nos interesa es el que trabaja con el archivo, que está más cercano a la no ficción, a la experimentación; no tanto el documental de tipo periodístico. Es una elección y eso no quiere decir que tengamos la razón y que los festivales que apuestan por documentales más ortodoxos no la tengan.

¿Y cuáles de ellas destacaría?

En Tiempo de Historia está la memoria histórica. Hay un caso que es muy bonito, vinculado a lo que es la música resistente que realizaba en España en los años 60 con 'La Marsellesa de los borrachos'. También hay una película que habla justamente de lo que es el conflicto judío-palestino que es 'A Fidai Film', del gran maestro Kamal Aljafari. Hemos programados documentales reivindicativos de figuras que fueron asesinadas artísticamente por la censura y por el postfranquismo como es 'Caja de resistencia', que sirve para reivindicar la figura de Fernando Ruiz Vergara.

Tiempo de Historia es una sección muy medida, que enseña lo que tiene que enseñar y que, además, cuenta con un documental que llega en el momento justo. La película 'Henry Fonda for president' de Alexander Harvards una de nuestras producciones favoritas del festival. Son tres horas increíbles, una road movie que invita al espectador a recorrer de punta a punta los Estados Unidos, pero también a viajar a través de las películas que protagonizó Henry Fonda.

¿Y qué personalidades recorrerán la alfombra... este año? ¿Habrá sorpresas?

Este año cambiará de color la alfombra y será más lucida. Por ella pasarán todos los elencos artísticos de las películas que se han programado, sobre todo las españolas, donde el cien por cien estará aquí. Pero hay que recordar que tradicionalmente Seminci ha sido un festival donde lo importante son los directores y directoras, donde el autor es la estrella.

¿Con qué se sentirá satisfecho al terminar esta edición?

Con que haya sido un festival vivo, sorprendente, participativo, que no se juzgue únicamente por el diseño del palmarés. Muchas veces se tiende, sobre todo, en los medios de comunicación a juzgar el nivel o hacer el balance del festival en función de los premios de la sección oficial. Esto me parece una locura porque solo es una parte muy pequeña de lo que es la Seminci. Y, sobre todo, que haya habido mucha conexión entre los creadores y el público.