Borja Fernández está en casa. El aún futbolista del Real Valladolid, con contrato como tal hasta el 30 de junio de este año, salió este jueves en libertad con cargos y medidas cautelares, como recoge el auto del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 5 de Huesca. Lo hizo en una jornada en la que pasaron ante el juez del caso el presidente y jefe de los servicios médicos del Huesca, Agustín Lasaosa y Juan Carlos Galindo, así como otros tres jugadores, uno en activo, Íñigo López, y dos retirados, Carlos Aranda y Raúl Bravo. Estos dos últimos se acogieron a su derecho de no declarar y fue a los únicos para los que se decretó prisión, aunque eludible con 100.000 euros de fianza. «No todos los que han declarado se les investigan por los mismos hechos», dejó claro el fiscal jefe de la Audiencia Provincial de Huesca, Juan Baratech, tras estas testificales.
El futbolista del Real Valladolid, que anunció su retirada el pasado 17 de mayo y la oficializó un día después en el encuentro ante el Valencia, ha pasado de estar disfrutando de su pronta ‘jubilación deportiva’, el lunes con amigos y conocidos, a estar 72 horas detenido en los calabozos de las comisarías de Valladolid, Moratalaz (Madrid) y Huesca, para el jueves salir en libertad bajo fianza de 50.000 euros e «investigado judicialmente como posible autor de un delito de corrupción en el deporte y como presunto cooperador necesario en un delito de estafa», tal como se informa desde el TSJ de Aragón.
Borja, «que está como un toro y con ganas de explicar lo sucedido», como apuntan sus allegados, fue detenido a primera hora del martes en su domicilio en Valladolid. Nada hacía presagiar esa detención. Ni en Valladolid ni en su entorno. De hecho el mismo lunes, este periódico había pactado una entrevista con el gallego para un día de esta semana con motivo de su adiós del fútbol profesional.
El arresto, con luz y taquígrafos -su imagen esposado saliendo de un portal de la calle María de Molina de la capital pucelana-, abrió el melón de conjuras y supuestos amaños. Y en el centro de la atención, un partido, el Real Valladolid-Valencia, precisamente el que cerró la temporada y el que era el último encuentro del gallego como futbolista profesional. Algo que quiso recordar, como reconoció su abogado, Joan Castelló, al juez en su declaración: «Lo ha dicho... Que me vea en este tesitura el día que me despedía de mi afición».
Borja quedó en libertad, con cargos y medidas cautelares y bajo fianza de 50.000 euros, tras esa declaración del jueves. Y su familia, amigos y abogados no dudan de que saldrá indemne y sin cargos de todo. «Estoy convencido de que no vamos a ir a juicio», reiteró incluso Castelló.
La razón es que, a pesar del secreto de sumario, la vista ante el juez y el auto del TSJ hacen ser optimistas a los cercanos al gallego. «Tranquilidad absoluta», sentencian.
De hecho, los más cercanos a Borja explican que la única razón de su detención es una reunión, o mejor dicho dos, producidas los días anteriores a ese encuentro entre el Real Valladolid y el Valencia en el José Zorrilla. Ese partido se disputó el sábado 18 de mayo, a partir de las 16.15 horas. Borja fue titular, como capitán del equipo; jugó 83 minutos y fue despedido con una ovación de casi dos por su afición, la que le vio defender su camiseta en siete temporadas y 125 partidos en Primera y 91 más en segunda.
El Real Valladolid no se jugaba nada y el Valencia, la clasificación para la Champions. Los blanquivioleta, pese a disparar dos veces al palo y ver cómo el colegiado y el VAR no le pitaban un claro penalti a Unal, perdieron por 0-2.
48 horas antes de ese encuentro, el jueves, 16 de mayo, se habría producido la primera de las reuniones malditas, como desveló El Mundo el miércoles y ratificaron fuentes cercanas a Borja a este periódico. O, mejor dicho, la visita maldita a Valladolid de Raúl Bravo, considerado por los investigadores de la Unidad contra la Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) uno de los cabecillas de la supuesta organización criminal. Bravo, excompañero de Borja en el Castilla, se vio con el gallego en un céntrico restaurante de la capital, en el que se encontraban también familiares del orensano. Según el propio futbolista del Real Valladolid, la reunión se habría centrado en la petición de ayuda de Bravo para entrar en el club blanquivioleta como entrenador de las categorías inferiores -como ya habría hecho en enero mediante llamada telefónica-.
Bravo, después de esa cita con Borja, acudió al entrenamiento del Real Valladolid en los campos Anexos -entrenamiento con varios centenares de aficionados-, en el que pudo hablar con otros ex compañeros de cuando era futbolista.
La segunda de las reuniones, en este caso más numerosa, se produjo 24 horas después, el viernes, 17 de mayo, día en el que Borja anunció su retirada en una emocionante rueda de prensa, con amigos, lágrimas y mucho sentimiento. En esta segunda reunión, en forma de barbacoa, se dieron cita una decena de futbolistas de la plantilla del Real Valladolid, celebrando un cumpleaños y disfrutando juntos de los últimos días de una dura temporada.
Esas dos reuniones y una frase que desveló el jueves Cuatro que le habría dicho Raúl Bravo a Carlos Aranda llevaron al arresto del futbolista del Real Valladolid: «Tranquilo que Borja nos lo arregla», le habría cazado la Policía y que podría haber desembocado en el arresto del futbolista gallego, el pasado martes.
Borja fue detenido en su domicilio en la capital castellana el martes a primera hora de la mañana. Tras diferentes registros, fue llevado a la Comisaría de la Policía Nacional de la calle Gerona, donde respondió a todas las preguntas, como en su momento destacó su abogado de confianza y amigo, Gustavo Mateos. Tras ello fue llevado a Moratalaz en Madrid, donde pasó la noche del martes al miércoles, día en el que el penalista Joan Castelló se hizo cargo del caso, con la ayuda y asesoramiento de Mateos.
Ese miércoles, junto al resto de arrestados, Borja fue llevado a Huesca, donde habían comenzado todas las diligencias del caso, en principio a raíz de una denuncia de LaLiga por sospechas en un Huesca-Nástic de la pasada temporada en Segunda.
Borja declaró ante el titular del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 5. Lo hizo «sereno, lúcido y tranquilo», como señaló su abogado, Castelló: «Muy seguro de que lo que estaba contando, que era la verdad, iba a triunfar».
El letrado, además, apuntó que esperaba que todo fuese lo más rápido posible para que «acabase esta pesadilla». Pesadilla que ha vivido el propio futbolista, familiares y amigos -muchos de los cuales estuvieron el jueves arropando al futbolista en Huesca-.
secreto de sumario. A expensas de que se levante el secreto de sumario, han trascendido algunas de las investigaciones llevadas, como que Raúl Bravo llevaba más de un año siendo seguido por la Policía.
Mientras en el entorno de Borja se confía en que todo quede en nada, sobre todo porque en la vista de Huesca hasta el propio juez reconoció el poco peso de las acusaciones que había sobre el gallego.