Valladolid vinculó buena parte de su desarrollo histórico al curso fluvial del Esgueva, lo que conllevó la construcción de puentes para comunicar ambas márgenes. Uno de ellos era el conocido como puente de las Carnicerías, en la zona de la actual plaza de Portugalete. Este viaducto se localizaba bajo el antiguo matadero, y era el de mayores dimensiones tras el Puente Mayor, sobre el Pisuerga. De hecho, se conserva prácticamente íntegro bajo el subsuelo, tal y como confirman los restos que se localizaron hace unos años en el solar de la Bajada de la Libertad, 15 y 17. Aunque la mejor imagen gráfica para hacerse a la idea de cómo era ese vado es la que ha salido de la mano del arqueólogo y dibujante vallisoletano José Ramón Almeida.
Esta ilustración, junto con otras doce de otros emplazamientos históricos de la ciudad, forma parte de un trabajo bautizado como 'Itinerario arqueológico por Valladolid', encargado por la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte. Estas recreaciones son un paseo por un Valladolid desconocido. El propio dibujante confiesa que encontrar documentación y referencias ha sido la parte más laboriosa de este encargo. «Documentalmente es lo que más tiempo me lleva. Busco todas las imágenes disponibles y luego pienso lo escena que voy a dibujar porque siempre intento contar algo, no solo realizar un dibujo», detalla Almeida.
En el caso de este encargo de la Consejería de Cultura los emplazamientos estaban definidos. Este paseo por la arqueología urbana nos lleva desde el poblado de Soto de la Medinilla, cuyo emplazamiento inicial hunde sus raíces en el siglo IX aC, a la villa romana de Villa del Prado y restos de la misma época en la zona de Portugalete y la Antigua.
Los dibujos arqueológicos de Almeida también recrean el antiguo Alcazarejo y el Alcázar. Sus vestigios son visibles desde hace años en el lateral de San Benito, pero en 2023 unos trabajos arqueológicos en patio del convento permitieron localizar más huellas de la primera edificación defensiva, levantada cuando se produjo la separación de los Reinos de León y Castilla.
En otras ilustraciones se da vida el barrio alfarero de Santa María y la necrópolis judía del Campo Grande. En el listado también se encuentra la antigua mezquita, que se levantó en la actual calle Claudio Moyano. En este caso, unas excavaciones en 2019 sacaron a la luz los restos de la sala de oración y el patio, además de fragmentos de la segunda muralla medieval (siglo XIII-XIV) y de los talleres de los alfareros que habitaban en el barrio durante la Edad Moderna.
Los trabajos arqueológicos realizados en los últimos años en la capital también han permitido localizar algunos restos del convento de San Francisco, que los historiadores consideran el más importante complejo monástico de la historia de la ciudad. En el dibujo de Almeida se recrean sus dimensiones, ya que contaba con iglesia, hospedería, claustros, huertas, pero también viviendas particulares, un hospital e, incluso, una botica, de las más importantes de la ciudad.
Solo dos edificaciones de las recreadas en este encargo de la Consejería de Cultura se han conservado. Una es la colegiata e iglesia de la Antigua y la otra es la iglesia de San Agustín, reconvertida en el Archivo Municipal, ya que el convento fue víctima de la Guerra de la Independencia y la Desamortización. «Cada vista es el resultado de un compromiso entre veracidad histórica y necesidad divulgativa; por una parte la documentación disponible no siempre da respuesta a todas las preguntas y, por otra, el público merece que se le ofrezca una visión lo más clara y global de estos sitios», detalla. Eso explica que ha optado, en general, por un punto de vista elevado que permita al espectador local identificar los lugares con facilidad, y al forastero entender de un vistazo la importancia pasada de la ciudad.
Otros trabajos.
Estas ilustraciones no son las únicas ventanas al pasado que han salido de la interpretación gráfica personal, pero documentada, de Almeida sobre el Valladolid desaparecido. En la lista también figuran las antiguas aceñas del Puente Mayor y otros puntos de la provincia, como
el poblamiento prehistórico del Cerro de La Mota, en Medina del Campo. En este caso fue por encargo de Patrimonio Inteligente para el montaje museográfico del centro de recepción de visitantes del Castillo de la Mota. En esta línea, realizó un trabajó similar con el yacimiento de Carricastro, en Tordesillas, donde se localizaron vestigios de la Edad De Bronce. «En este caso se trata de un trabajo de dibujos arqueológicos puros», puntualiza
El dibujante vallisoletano también se ha imaginado cómo era la vida en la villa romana de Almenara Puras, donde realizó una gran vista general de más de tres metros. Igualmente se ha atrevido a recrear cómo fue el encuentro que, en noviembre de 1520 mantuvo Fray Antonio de Guevara en la iglesia de Villabrágima con los líderes comuneros encabezados por el obispo Acuña. «La historicidad de la escena no está del todo clara, pero pudo tener el aspecto que recreo», reitera.
Asimismo, su encargo favorito procede de una editorial madrileña que le pidió la realización de barajas históricas y se embarcó en esta aventura hace más de tres años, y no solo dibuja personajes y escenas sino que se encarga también de los textos explicativos. «Es un juego didáctico de familias para explicar la civilización romana en Hispania, con 48 cartas ilustradas y mucha información». No obstante, tiene muchos más proyectos en mente porque hay mucha Historia que rescatar.