"Me ha cambiado la vida tanto, que ya no tengo miedo a nada". Se trata del testimonio de uno de los usuarios de la Unidad de Estrategias de Afrontamiento Activo para el Dolor que el Sacyl tiene en Valladolid y que forman parte de los más de 4.000 que han pasado por las instalaciones de Real de Burgos.
En concreto, se trata de Eva María Cano que llegó al servicio por "un dolor impresionante" tras romperse el dedo de un pie. "Me operé sin ningún resultado. Pasé por anestesistas, me pusieron parches, medicamentos... El médico me decía que que esperaba con la artrosis que tenía", recuerda.
La paciente no se resignaba a seguir sufriendo ese dolor "irracional" y, cuando llegó por "casualidad" a la unidad y se entrevistó con el coordinador de la misma, Federico Montero Cuadrado, la vida le "cambió". "Ese primer día ya salí mejor y, a partir de ahí, llevo diez meses viviendo", admite.
Eva María Cano explica que el programa "científico" que ha llevado a cabo en este servicio le ha permitido abandonar la "prótesis" que llevaba. "Entiendes qué es el dolor y por qué se manifiesta. Me ha cambiado la vida tanto, que ya no tengo miedo a nada... incluso corro, cuando hace diez meses me tenía que descalzar en medio de la calle porque no aguantaba", apunta.
En este punto, apunta que el dolor puede llegar a "aislar" socialmente a la persona. "Te va minando y tomas todos los fármacos del mundo, porque era la único que tenía. Pero esto es otro mundo, otra manera de afrontar el dolor con ejercicios, terapias grupales, psicólogos y claro, medicamentos, porque también sirven, pero no es lo único", concluye.
Reflexiones que comparte también Sara González Rodríguez, con varias operaciones en la espalda y que llegó a la unidad "al límite". "Tenía tantos problemas, tantos dolores, que tenía pánico a que me tocaran", recuerda. La unidad le ha cambiado "a muchos niveles", sobre todo, en el psicológico. "Se habla mucho del dolor, y es verdad que el dolor te influye de muchas formas. Las primeras sesiones son educacionales y te permiten entender que todas esas sensaciones, todos esos sentimientos, todos esos síntomas que tienes, vienen derivados de ese miedo al dolor", argumenta.
La paciente no quería asumir la "sentencia" a la que con su edad parecía estar sometida. "En las sesiones vas comprendiendo todo lo que hay detrás a nivel sensorial, a nivel de cerebro... pero también empiezas con la parte física, porque todo esto es un tándem, que a mí me ha hecho evolucionar de una forma maravillosa", continúa para concluir que ya no tiene "miedo al movimiento". "Tengo la capacidad de aguantar un poquito más o de arriesgarme a hacer un poquito más", afirma.
Crisis derivadas de la fibromialgia obligaron a Nieves Maya, otra de las usuarias, a ingresar en el hospital. En una fase de "desesperación" llegó a sus manos un vídeo del coordinador de la unidad. Eso marcó el "antes y después" en su vida.
"Cuando vi que hablaba de la neuroplasticidad del cerebro me pareció todo tan lógico que pregunté cómo podía acceder a este tratamiento y en noviembre del 2022 empecé el tratamiento y la verdad es que para mí ha sido un antes y un después", asegura Nieves Maya que considera vital entender qué le pasa en el cerebro a una persona con dolor crónico y cómo influyen las emociones en la salud.
"La unidad nos ha dado herramientas físicas, para aprender cómo hacer ejercicio de una manera muy continua, paulatina, y cómo el cerebro va reaccionando a eso. Y luego, en lo que es la salud mental, recibimos también un montón de ayudas con diferentes clases que hemos tenido grupales, también a nivel personal, y la verdad es que ir poniendo en práctica todo eso me ha ayudado a mejorar. Sigo esforzándome, en este momento incluso estamos bajando la dosis de medicación, pero he podido retomar el trabajo, puedo hacer más ejercicio sin sentir dolor, caminar, llevar una vida social y estoy muy muy contenta", finaliza.
EL DOLOR Y LA MENTE
La salud mental es tan importante como la física. De hecho, según explican los usuarios de esta unidad, van de la mano y es difícil tener una sin la otra. El servicio cuenta con una psiquiatra, la doctora Irene Muñoz León, que advierte de que el dolor ha llegado a generar en pacientes que han pasado por el servicio "intentos autolíticos".
Por las instalaciones que tiene el Sacyl en Real de Burgos pasa un público "heterogéneo", sin un perfil marcado. "A nivel clínico estamos intentando afinar con cuestionarios y evaluaciones para orientar al paciente, y saber si se va a beneficiar más de la parte de salud mental, o es mejor ponerlo en otra parte del programa", ha explicado
El tiempo lo marca el paciente, añade la doctora Muñoz León, que advierte de que acortarlo puede provocar "malestar psíquico". "Es devolverles un poco esa idea del tiempo y del avance, y ahí es cuando a medio y largo plazo, que es algo en lo que insistimos mucho, empieza a haber mejoría", reflexiona.
En el programa se abordan tres tipos de sesiones. Las individuales y el abordaje grupal. En ellos abordan el dolor en grupo y aprenden a relacionar "cómo elementos traumáticos del pasado les han repercutido a largo plazo en un dolor físico", y también a enfrentarse a ese "duelo" que supone el dolor que están sufriendo. "Es una psicoeducación en la que aumentan la introspección, empiezan a cuestionarse cosas, se llevan preguntas a casa", apunta la psicóloga que también, en función de los pacientes, puede barajar la "colaboración con personas externas" en terapia.
En cuanto a la medicación, la psicoterapeuta de la unidad explica que a veces se instaura, "si bien en ningún caso es crónica", y otras se plantean la retirada, "sobre todo de benzodiazepinas, opiáceos, etcétera, cuando se pueda y siempre acompañado de algo que permita sustituirlo".