Todo el mundo estaba pendiente del único premio que faltaba por salir. El segundo estaba haciéndose de rogar hasta conseguir ser el más tardío de la historia. Fue más o menos a la una y media de la tarde cuando el 40.014 abrió las puertas de la alegría en la calle Lencería. Ni más ni menos que 157,5 millones de euros vendidos de forma íntegra en Valladolid.
La alegría en un primer momento fue desbordante, aunque se fue conteniendo poco a poco. Seguramente, el motivo de que el jolgorio fuera comedido se debía a que Virginia López, que trabaja en la administración, estuviera en Palencia, donde reside. Esther Samaniego, empleada, fue la encargada de dar la cara en un primer momento ante los pocos presentes. Los periodistas fueron llegando minutos más tarde que los niños cantaran el premio por televisión, y eso teniendo en cuenta que muchos de ellos venían de la Rana de Oro, en Río Shopping, donde se había repartido parte de un tercer y cuarto premios.
Samaniego apuntó que se trata de un número que juegan todas las semanas de forma habitual y que está muy repartido, tanto en la propia administración como en venta online y entre abonados de una empresa de Palencia, aunque no quiso desvelar en ningún momento de qué compañía se trataba.
Sí apuntó que en un principio habían viajado hasta la provincia palentina diez series enteras del número. Es decir, que 12,5 millones de los 157,5 repartidos tenían sello de una empresa de Palencia. Más tarde, fuentes de la compañía indicaron que no se trataba de esta cantidad, sino que se habían comprado por parte de los empleados bastantes más décimos y que un buen pellizco estaba en Villamuriel de Cerrato, algo a media tarde se desmintió, confirmándose las diez series y los 12,5 millones.
Desde las dos y media de la tarde, la marabunta de periodistas se fue dispersando tras solicitar a Samaniego en más de una ocasión que sacara, una y otra vez, la botella de champán para las fotos y los vídeos. La expresión risueña del primer momento se fue apagando y la alegría se fue esfumando ante la antena mirada de los transeúntes. Tanto vallisoletanos, como algún que otro turista que pasaba por la calle, se quedaba mirando y preguntaba a los periodistas cuándo dinero había tocado.
Los diversos medios de comunicación se fueron marchando sin que apareciera ningún agraciado y tan solo Virginia López y Esther Samaniego permanecieron a las puertas de una administración muy afortunada, pero con la alegría contenida.