Editorial

El BCE da una buena noticia y malas previsiones a las familias hipotecadas

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El Banco Central Europeo (BCE) redujo ayer los tipos de interés en 0,25 puntos hasta situarlos en el 4,25%. Es el primer recorte en la eurozona desde marzo de 2016, ocho años en los que se distinguen dos períodos: uno de estabilidad, con el precio del dinero al 0% y otro de escalada, que comenzó en julio de 2022 con el objetivo de frenar una inflación que empezó a dar señales de estar desbocada tras la pandemia del coronavirus y que alcanzó sus máximos con la guerra de Ucrania.

La decisión del BCE es una buena noticia para las familias que firmaron una hipoteca de tipo variable y cuya cuota mensual depende del Euribor, es decir del tipo de interés al que los bancos se prestan dinero entre sí. Este indicador interbancario, que va de la mano de las decisiones del BCE, pasó de ser el -0,605% en diciembre de 2021 al 4,16% en octubre de 2023, cuando alcanzó su techo encareciendo los recibos hipotecarios entre 350 y 700 euros al mes, lo que ha asfixiado muchas economías familiares, que tras la decisión de ayer confían en que sus cuotas mensuales se abaraten a partir de su próxima revisión semestral o anual.

Sin embargo, no es momento de lanzar las campanas al vuelo. En primer lugar porque esta bajada de los tipos de interés se daba por descontada desde hace meses por parte del sector económico y habrá que esperar a ver cómo se comporta el Euribor los próximos días para saber si ese recorte de un cuarto de punto se traslada mucho, poco o nada a las hipotecas que se revisen a partir de junio.

Y en segundo lugar, pero más importante, porque el mensaje que lanzó ayer la presidenta de la entidad que marca la política monetaria de la zona euro, Christine Lagarde, no invita al optimismo para los hipotecados. El Banco Central Europeo nació con el objetivo principal de garantizar la estabilidad de los precios y Lagarde fue clara al retrasar a 2026 el control de la inflación. De hecho, el propio BCE revisó ayer al alza sus perspectivas, calculando que la inflación media para la eurozona estará al 2,5% este año, al 2,2% en 2025 y 1,9% en 2026. Desde Frankfurt fijan esa ansiada estabilidad por debajo del 2% y se va a tardar más de lo esperado en alcanzar esa meta.

El actual escenario económico no invita al optimismo en el control de precios. En mayo se produjo un repunte de la inflación en la eurozona, sobre todo en España y Alemania, donde hay serias dudas de que sea el momento adecuado de relajar la política monetaria. Además, el aumento de los salarios alcanzó el 4,7% durante el primer trimestre del año y siguen tirando hacia arriba de los precios.

Dicho de otra forma, el BCE seguirá siendo conservador y limitará al mínimo imprescindible -y así lo aseveró ayer Christine Lagarde- nuevos recortes en los tipos de interés de aquí a final de año y, en consecuencia, las familias hipotecadas deberán tener paciencia para ver sus cuotas mensuales rebajadas, que en ningún caso regresarán a los años dorados de antes de la pandemia.