Irene Reyes-Noguerol

Irene Reyes-Noguerol

@irenereyesnoguerol

Una de las 25 mejores escritoras jóvenes de habla hispana


Febrerillo el loco, ningún día igual que otro

11/02/2025

Te levantas exultante, invadido por una felicidad que no puedes explicar. Inefable, mística.
Un mes nuevo. Febrero. 
Te desperezas, alzas los brazos, piensas qué bueno tener brazos que levantar y una boca que sonríe. Qué maravilla estos oídos para escuchar el canto de los pájaros en la mañana, qué mundo hermoso. Ante tus ojos los objetos brillan bajo una luz estremecida, belleza intensa, tan aguda que duele, derramada en torno a ti.
Y el corazón late rápido, se te acelera, sientes su aleteo dentro de la jaulita del pecho. Euforia. Y sabes que debes parar. No es la primera vez ni será la última. Euforia. Y sientes que debes parar. 
Intentas por un momento que la razón sea tu guía, no olvides la medicación, reposo, calma. Pero el día se hace eterno y cómo opacar el placer de los pies dentro de las zapatillas mullidas y calentitas, qué suaves, qué gustosas. Saltas, saltas con ellas, bailas una danza enloquecida y el rostro se te enciende, rojo y blanco, sudoroso, agotado, exhausto, te detienes de repente. Cansado, muy cansado. 
Revives al rato con el sabor de un café mañanero, el olor del pan recién tostado. Pero no debiste tomar café y olvidaste tus medicinas. No debiste tomar café y olvidaste tus medicinas… En tu mente, las palabras como en eco. Una y otra y otra vez. Siéntate, siéntate y reposa, relaja los músculos, baja el ritmo, vacía tu mente, calma, shhh, shhh. 
Pero no, no te hace falta. Sientes que todavía no hace falta. 
Eres un trueno, un huracán. Poderoso, invencible como un guerrero que no puede vivir bajo las mismas reglas de esa masa fría, anodina de gente que vegeta sobre la Tierra. Esas normas que amargan tus días solo sirven para ellos, los otros, marionetas desarticuladas y sin alma.
A ti no te hacen falta. 
Así que, en lugar descanso o medicinas, te asomas a la terraza, para que el mundo te abrace de nuevo. Qué gozo tener ojos, qué dicha poder mirar allá afuera, hacia ese cielo azul y alto, infinito, los balcones encalados que reflejan el sol, un estallido de luz en cada esquina. Ves que las naranjas no colorean ya los árboles de tu calle. En su lugar, asoman pequeños brotes blancos, promesa del perfume intenso y desordenado que pronto inundará tu ciudad, ese aroma inconfundible y efímero. Sensaciones, sentimientos y emociones provocados por la memoria pequeña del azahar.
Una flor diminuta -más bien su recuerdo- y tus pensamientos cabalgan rápido de nuevo, caballos al galope en la meseta inquieta de un cerebro al límite, conexiones neuronales permanentes, inagotables. 
Frenesí, inquietud, vacilación, angustia. 
Y piensas en torno a San Valentín comienza por aquí la primavera, su corte de flores, su racimo de brisas cálidas. 
Y luego pero aún no, todavía es pronto y aunque el sol luce fuerte el aire es frío. 
Frío, frío… Un temblor helado te sopla el corazón
Y meditas asoman nubes por el este, se acerca la lluvia, debería haber aprovechado mañana, ese curso de electrónica, el B2, el carné de conducir.
Y escuchas los murmullos de los otros, 40 años y todo a medias, aún en casa de los padres.
Tu pecho entero se congela ahora. Se contrae, aterido bajo las nubes arremolinadas. El sol se oculta.
Y sientes mis padres viejos, sus ojos tristes que hablan, qué va a ser de ti, no vamos a durarte siempre.
Y recuerdas dónde las novias, dónde los colegas de trasnoche y alcohol, los que te abandonaron a las puertas de un hospital cuando llegaron las convulsiones. 
Y sabes que fue entonces cuando te cambió la vida. Convertido por la química en mutante, un ser que cambia como estos días de febrero, luces y sombras, nubes y claros se alternan sin aviso, impredecibles, sorprendentes.
Conoces qué es lo que toca ahora.
Presientes la depresión que avanza, que inmoviliza y anula. 
Te metes en la cama y cierras los ojos. Escuchar la lluvia que cae. Dormir, dormir, dejar de vivir en este infierno. Tras los cristales de la terraza, un torrente de agua arrastra las hojas de los árboles. 

#TalentosEmergentes