"Me quedo con Roma para ir de visita y Valladolid para vivir"

David Aso
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«Valladolid ha mejorado exponencialmente desde que llegué, aunque también noto cierto deterioro en los barrios del semicentro en los últimos años», afirma Mauro Dittami, italiano afincado en la ciudad desde 1991

Mauro Dittami, en su aula de la Escuela de Idiomas de Valladolid. - Foto: Jonathan Tajes

Años en Valladolid: 23
Profesión: Profesor de italiano en la Escuela de Idiomas de Valladolid
Comida y bebida favorita: Lechazo y bebida isotónica
Rincón Favorito: Las riberas de los ríos y el canal

Difícilmente podía imaginar Mauro Dittami (Roma, 1964) que su futuro lo marcaría un dedo al azar. Lo puso sobre un mapa de Europa con una bufanda en los ojos para decidir con sus amigos dónde se irían de vacaciones en el verano de 1986, el índice señaló Euskadi y allí conoció a una joven vallisoletana que entonces trabajaba en Zarautz y acabaría convirtiéndose en la mujer de su vida, además de madre de sus dos hijas.

Durante cinco años mantuvieron una relación a distancia de las de antes, sin vuelos de bajo coste ni internet, avivando el fuego con citas furtivas de cuando en cuando y tirando de cabinas de teléfono para que se no se apagara, hasta que en 1991 se mudó por fin de la monumental capital italiana a la que bien podría llamar la ciudad castellana de la niebla, dado que eso fue lo que más le sorprendió. Llegó así con 27 años y doctorado en Letras. De haber seguido en su tierra, «probablemente» habría sido profesor de lengua o latín, periodista o incluso actor porque le «apasiona» el teatro; pero, con su traslado a Valladolid, emprendió una singular travesía laboral que le ha llevado a trabajar como guía de turismo, traductor, intérprete en congresos, formador de formadores en empresas vinculadas con Italia por origen o relaciones comerciales… También ha sido profesor en la UVa o la UEMC, pero no fue hasta 2010 cuando dejó de sentirse «precario» al entrar en la Escuela de Idiomas. Durante 12 años, eso sí, dio clase en las de Soria, Segovia, Palencia y Salamanca, y no fue hasta hace dos cursos cuando empezó en la de Valladolid, su «sueño». Aunque nunca dejó de vivir aquí.

Su «pasión» por la interpretación la ha seguido cultivando, pero más como coordinador de grupos juveniles de teatro que como actor «por lo que limita el acento italiano», aunque llegó a actuar en una película, además de varios cortos y algún videoclip; y a su afición al running le sigue dando rienda suelta, sobre todo, «por las orillas de los ríos y el canal» de una ciudad que aprecia especialmente «por tener de todo sin dejar de tener el tamaño justo». «Una ciudad a escala humana, completa y rica en servicios, universitaria y también militar, y con la naturaleza al lado», resume. A Roma va con frecuencia, ya que la mayoría de su familia continúa allí, y la disfruta con «el privilegio de conocerla muy bien sin dejar de ser un turista que como tal no sufre por el caos propio de una gran ciudad». «Es la capital del mundo», presume, pero se queda con Valladolid para el día a día. Aunque perciba «cierto deterioro en los barrios semicéntricos en contraste con el centro», cuenta este vecino de Vadillos que, pese a todo, confía en pasar aquí el resto de sus días.