El calentamiento del planeta es una evidencia. El efecto provocado por los gases tiene un impacto cada vez mayor en el día a día de la sociedad. El Gobierno ha activado un plan nacional de actuaciones preventivas de los efectos del exceso de temperatura sobre la salud, con el objetivo de alarmar a la población en aquellos momentos en los que el tórrido calor puede tener efecto sobre las personas más vulnerables.
Alarmar a la sociedad sobre la necesidad de prevención para conseguir reducir la mortandad ocasionada por el exceso de calor. A partir de los pronósticos de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) se establecen cuatro niveles de alerta para la población dependiendo de la zona geográfica del país. En el caso de Valladolid, la alerta llega cuando el termómetro alcanza los 36 grados centígrados, algo cada vez más habitual. «Se prevé un aumento de las temperaturas extremas, una disminución de precipitaciones y una disminución de la cobertura de nieve», aclaran desde el Ministerio de Sanidad.
«La asociación entre altas temperaturas e incrementos en la morbimortalidad es muy robusta. Numerosos estudios epidemiológicos muestran un aumento significativo de la mortalidad por encima de un determinado umbral térmico», asegura el director general de Salud Pública y Equidad en Salud del Ministerio de Sanidad, Pedro Gullón Tosio.
En concreto, en la provincia de Valladolid desde el año 2015 han fallecido 554 personas por motivos vinculados a las altas temperaturas. El Sistema de Monitorización de la Mortalidad Diaria (MoMo), perteneciente al Instituto de Salud Carlos III (Isciii), el organismo de referencia nacional e internacional en investigación biomédica y salud pública de España. Entre otras cuestiones, se dedica a analizar el exceso de muertes que se producen en el país.
Evidentemente, estas muertes no están únicamente vinculadas al calor, sino que las altas temperaturas agravan otras posibles patologías que padecían los fallecidos. El riesgo de muerte por el calor afecta de manera especial a las personas de mayor edad. En este último colectivo se centra el mayor número de fallecimientos, especialmente los mayores de 85. Dos de cada tres personas que perdieron la vida como consecuencia del calor desde el año 2015 eran de mayor edad.
Tan solo 23 de los 554 fallecidos tenía menos? de 65 años, dejando meridianamente claro que la edad es el principal condicionante ante los efectos del calor. De todos los fallecidos, 294 fueron mujeres, mintras que el resto (260) eran hombres.
La incidencia aumentó de forma notable en dos años en la última década (teniendo en cuenta que en este 2024 todavía no ha llegado el verano). Fue en 2017, cuando perdieron la vida por calor 132 personas, el dato más elevado. Un año tórrido durante los meses de verano fue 2022, que dejó un balance de víctimas de 116. Son casi el doble de las 64 del año 2021, pese a que el número global de muertes fue muy similar en ambos años: 5.625 en 2021 y 5.661 en 2022. Agosto y julio son los meses en los que más personas perecen por calor en la provincia. El año 2015 fue el más benévolo de todos los computados, ya que fueron 17 las personas fallecidas.
En términos relativos, en 2022 el dos por ciento de los fallecimientos fueron por calor, un porcentaje que no se alcanzaba desde 2017, un año marcado por cinco fuertes olas de calor.
Los cálculos, según explican desde el Instituto Carlos III, se llevan a cabo a partir de la comparación de series históricas de mortalidad y temperatura en España.
36 grados y en alarma. El calentamiento global ha llevado al Ministerio de Sanidad a fijar un nuevo mapa de alarmas para todo el territorio nacional. En Valladolid se han fijado los 36 grados. Una temperatura que no es para nada descartable durante los últimos años.
Los trabajadores de profesiones al aire libre, como obreros de la construcción o barrenderos, son algunas de las personas que más sufren cuando el mercurio llega hasta esta temperatura. Sin ir más lejos, el año pasado se superó esta temperatura en diez días, llegando a una temperatura máxima de 40 grados el 22 de agosto.
El peor registró tuvo lugar en 2022, cuando fueron, ni más ni menos fueron 29 los días en los que se superaron los 36 grados, según los registros que maneja la Agencia Estatal de Meteorología. Fue el año más tórrido de la última década y tiene el resgistró de la temperatura más alta de este periodo, con 41,1 grados. Fue el 15 de julio.
2017 y 2020 fueron los otros dos años en los que los días por encima de los 36? grados fueron más de una decena. Este verano, una de las actuaciones prioritarias del plan será alertar, tanto a las autoridades sanitarias como a la ciudadanía, de posibles situaciones de riesgo «con la suficiente antelación» como para que se puedan tomar medidas de prevención.