La primera voz del ciclismo televisivo

D.V.
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Ángel María de Pablos narró para Televisión Española el ciclismo de los primeros ochenta

El periodista, poeta y escritor Ángel María de Pablos narró para TVE el ciclismo de los primeros ochenta, el de rastral y visera, el de los maillot que no transpiraban, el de las bicicletas sin cambio automático y con los cables encima del manillar, el de tubulares gruesos y directores sin pinganillo.

Eran las vueltas de los Teka con Marino Lejarreta y Alberto Fernández; de los Kelme Vicente Belda y José Recio; y de la explosión de Reynolds con un emergente Pedro Delgado, el combativo Ángel Arroyo y la eterna promesa de Julián Gorospe que puso contra las cuerdas a Hinault en la Vuelta de 1983 hasta la rota de Serranillos (Ávila).

TVE recurrió a Ángel María de Pablos para poner la voz a estas primeras retransmisiones sistemáticas, acompañado de Javier Mínguez, Emilio Tamargo, Ramón Pizarro y Rafael Recio, hasta que en 1989 se hizo cargo Pedro González y ya, a partir de los años noventa, Carlos de Andrés.

No sólo narraba la situación de carrera, recuerda Efe, sino que llenaba los espacios muertos de tantos minutos de retransmisión, entonces no había tanta publicidad, con delicadas descripciones históricas, culturales, literarias y paisajísticas de los lugares por donde pasaba la caravana ciclista.

Ni quería ni podía evitar De Pablos deslizar ciertas dosis de lirismo a todo lo que acontecía dentro y fuera de la carretera porque fue antes de nada poeta desde que muy niño años comenzara a escribir poesía de la mano de su padre, el también periodista, ensayista y poeta Ángel de Pablos Chapado (1911-1983).

Fue precisamente su padre quien le enroló en El Norte de Castilla a los 14 años de edad, principio de un peregrinaje periodístico que fue reconocido por la profesión en 2020 con la entrega del Premio Francisco de Cossío a la Trayectoria que cada año convoca la Junta de Castilla y León.

Bastante más que todo eso fue Ángel María de Pablos, quien dentro de la esfera ciclista llegó a ser en sucesivas etapas vicepresidente de la Federación Española, presidente de la de Valladolid y directivo de la Unión Ciclista Internacional (UCI), además de escribir varios libros de referencia y rigor documental como "Historia de la Vuelta Ciclista a España" (1985) y "110 años de ciclismo en Valladolid" (1994).

Fue un excelente poeta como acreditan los numerosos libros publicados, entre ellos "Los niños del basurero y otros lamentos" (2002), con una mirada que con frecuencia proyectó hacia los más desamparados fruto de un sentido cristiano y solidario que también desplegó como hermano, durante décadas, de la cofradía de las 7 Palabras en la Semana Santa de Valladolid.

Además de la poesía, paladeó el teatro que visitó en textos como "La fontana" (2007), sobre los últimos días de Antonio Machado, e incluso se implicó en funciones directivas al frente, entre otras instituciones culturales, del Ateneo de Valladolid y de la Asociación de Amigos del Teatro de Valladolid.