"Con esta película me he sentido como una correa de transmisión"

Juana Samanes
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PERFECCIONISTA. Al igual que el propio artista al que ha biografiado, esta realizadora nunca, hasta que se siente satisfecha, pone fin a sus trabajos

"Con esta película me he sentido como una correa de transmisión"

El estreno del documental Ciento volando, de Arantxa Aguirre, ha sido el colofón de los actos celebrados alrededor del centenario del artista Eduardo Chillida. La directora vasca ha hecho un acercamiento a la vida y obra del famoso escultor pero, además, es un trabajo visualmente hermoso, rodado en el enclave del museo al aire libre dedicado a su figura, Chillida Leku.

Chillida tenía preocupaciones en su obra sobre el espacio, el tiempo y la integración del arte en la naturaleza. ¿Qué es lo que le llamó más la atención de su figura?Yo siempre he tenido interés por el arte y me ha interesado acercarme a las grandes figuras en general. Además, Chillida es donostiarra, mis veranos siempre los he pasado en San Sebastián y conocía El peine del viento, que es un enclave singular. Me siento como una correa de transmisión entre la figura que abordo y los espectadores.

Da la impresión que ha tardado bastante tiempo en rodarlo.

Los documentales siempre se hacen a fuego lento, tienes que tener tiempo para producirlos. Siempre me gusta volcarme, darles todas las vueltas del mundo, también mi carácter es así, soy perfeccionista e intento seguir estudiando y no parar nunca. Es lo que merecía este artista. 

Se dice que Chillida era un escultor que se tomaba el tiempo que creía necesario para acabar sus obras, sin prisas. De alguna forma, ¿el tono reposado de su documental también se ha empapado de esta idea?

Yo he intentado entrar en el ritmo que me marcaba Chilida, que era una persona serena y reposada, creo que el documental tenía que ser así para acercarnos a su mundo y yo también soy un poco así. 

A través de este documental conocemos el proceso creativo de su obra pero también su faceta más personal, como un hombre enamorado. 

Pilar, su mujer, era un pilar, y valga la redundancia, en esa familia. Es la que siempre estuvo a su lado y le permitió poder centrarse en su creación y en su trabajo teniendo todos los demás aspectos de la vida bien cubiertos. Fue una pareja que se compenetró perfectamente y aparte de esa división de trabajos, había una conexión interior muy bonita. Estuvieron enamorados toda la vida, algo que cada vez es más difícil verlo.

El Museo de Chillida, escenario de su documental, es un espacio de paz y belleza. ¿Qué les diría a los que no les guste el arte abstracto?

Les diría que le den una oportunidad, en la vida hay cosas que en principio no te atraen pero eso no significa que las tengas que descartar. Es importante tener una actitud abierta porque la vida te da sorpresas.

¿Podría explicar el título del filme?

En una de las cartas a su mujer, Chillida le dio la vuelta al refrán Más vale pájaro en mano que ciento volando, y me pareció muy bonita la idea; darle una oportunidad a los sueños, a las aspiraciones que, a lo mejor, no son muy realistas, pero son un motor que te impulsan.