Valladolid no es una ciudad excesivamente conflictiva en lo que a robos de viviendas se refiere, pero la llegada del verano suele poner en alerta a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, por ser «la época más complicada del año», tal y como explican desde el Grupo de Robos de la Policía Nacional de Valladolid. Además, se da la circunstancia de que estos delitos se incrementaron un 26% en la provincia en el primer trimestre del año, según el Balance de Criminalidad que publica trimestralmente el Ministerio del Interior. Así, los 120 robos registrados entre enero y marzo de 2023 han pasado a ser 152 este año.
Esta suma de factores ha hecho que la Policía Nacional ponga en marcha el denominado Dispositivo Llave, que busca prevenir estos delitos con medidas como el incremento de vigilancia en las zonas y horarios más conflictivos, en base a la experiencia de los años anteriores. A media mañana y a media tarde son los dos momentos del día en el que los ladrones se muestran más activos, porque muchos de los propietarios que no están de vacaciones están trabajando. Respecto a las zonas de la ciudad, no hay unas más conflictivas que otras, aunque algunos delincuentes tienen preferencia por las que están cerca de carreteras que permiten una huida rápida en coche.
Fuentes de la Policía Nacional confirman que la mayor parte de estos delincuentes son extranjeros que actúan de forma itinerante. Antes de intentar entrar en una vivienda, suelen hacer un trabajo de observación para asegurarse de que está vacía. Por ejemplo, comprueban si las persianas están completamente bajadas, llaman al piso desde el portal para ver si contesta alguien e incluso van puerta por puerta haciendo lo mismo y, en el caso de que abra alguien, dicen que se han equivocado de casa. En otras ocasiones, en lugar de llamar, se acercan a la puerta para escuchar si hay ruido en el interior.
Otro de los métodos que manejan es el de 'marcar' las puertas, es decir, colocar algunos testigos para comprobar si unas horas o unos días después siguen allí. A veces ponen unos plásticos doblados en forma de 'V' entre la puerta y el marco. O pequeños hilos de pegamento. Si cuando vuelven ven que siguen allí, es que nadie ha abierto la puerta, de modo que lo más probable es que la vivienda esté vacía. Lo mismo suelen hacer con bolitas de grasa que meten en la cerradura. Es lo que se conoce en el argot de los ladrones como 'sembrar' para después recoger los frutos.
La colaboración de los equipos de la Policía Nacional en las diferentes provincias es fundamental para la resolución de casos, ya que estos delincuentes suelen robar en dos o tres pisos de una ciudad y rápidamente se desplazan a otra para hacer lo mismo. Así, los agentes utilizan canales de comunicación interna para intercambiar los avances de sus investigaciones. Por ejemplo, imágenes de cámaras de seguridad o datos aportados por las víctimas. Una coordinación que también es «máxima» con la Guardia Civil.
En el caso de que haya un error de cálculo y los ladrones se encuentren con los dueños de la vivienda, su reacción casi siempre es escapar. No suelen enfrentarse a nadie por la diferencia penal que supone para ellos que se les impute un robo con fuerza o un robo con violencia. «Tienen más miedo ellos que los moradores», explican fuente del Grupo de Robos de la Policía Nacional, aunque tampoco conviene que los dueños bajen la guardia y se confíen. Además, para evitar encontrarse con gente, los delincuentes actúan en grupo. Mientras uno o dos buscan objetos de valor en casa, otro está en el portal para avisar por si sube alguien.
Y principalmente tratan de encontrar dos cosas: oro y dinero. Los dispositivos electrónicos, aunque sean caros, ya no son tan atractivos para ellos porque incluyen sistemas de rastreo que pueden dar pista a la Policía. En cambio, el oro es lo más cotizado porque es más fácil 'colocarlo' en el mercado negro, en «sitios clandestinos» para que acabe fundido. Generalmente, en determinadas zonas del extranjero, porque hay menos controles. Los ladrones descartan intentar vender este material a tiendas de segunda mano o a las que se dedican exclusivamente a comprar oro porque están muy controladas por la Policía Nacional.
Guerra de conocimiento
Los agentes conocen muy bien la forma de actuar de los ladrones, pero al revés sucede lo mismo, de modo que ambas partes libran una 'batalla del conocimiento' para mantenerse actualizados en nuevas técnicas y sistemas de seguridad. Por otro lado, estos casos no son nada fáciles de resolver. Aunque a veces se logre dar con los ladrones, puede que las joyas no se puedan recuperar porque ya las hayan dado salida en el mercado negro.
A pesar del incremento de casos del 26% del primer trimestre en Valladolid, fuentes de la Policía Nacional señalan que se trata de un dato puntual. La ciudad no pasa por un momento especialmente complicado en este sentido. El año pasado se registraron 458 robos en la provincia, una cifra que contrasta con los más de 12.000 de Barcelona, la ciudad más conflictiva. Pero Valladolid también tiene menos robos que otras ciudad de tamaño similar. Por ejemplo, en Burgos se registraron 587; en Albacete, 636; en Ciudad Real, 585; en Guadalajara, 460 y en León, 485.
El dispositivo de las próximas semanas contempla la presencia de más policías en las calles, tanto de uniforme como de paisano. A pie y en vehículos. Agentes que tienen un «ojo clínico» para detectar personas o actitudes sospechosas y que mantienen a Valladolid como una de las ciudades más seguras del país.