Santiago González

CARTA DEL DIRECTOR

Santiago González

Director de El Día de Valladolid


La falta de vivienda rural enquista la despoblación

03/12/2023

La despoblación del medio rural es un problema serio que pone en riesgo la supervivencia de gran parte de los municipios de Valladolid, de Castilla y León e incluso de una gran parte de la España interior. Este es un problema del que se ha hablado mucho -yo mismo le he dedicado varias 'cartas al director'- y que no es culpa únicamente de un factor, sino de toda una suma de circunstancias y condicionantes que están condenando a una amplia zona del territorio a la desertización. Sin embargo, la vivienda se ha convertido en un elemento fundamental a la hora de frenar esta pérdida de habitantes y de atraer nuevos pobladores a los pueblos, algo que en muchos casos se ve imposibilitado ante la falta de una oferta inmobiliaria que permita instalarse allí a familias o trabajadores.


Un 15 por ciento de los españoles desea cambiar su residencia a un municipio del medio rural, según pone de manifiesto un estudio realizado por un portal inmobiliario. Sin embargo, esta realidad se encuentra con su contraria al buscar vivienda en una población con menos de 500 habitantes (en los mayores también es complicado), ya que resulta prácticamente imposible. Así lo reconocen muchos alcaldes, que ven con tristeza cómo hay casas deshabitadas o en ruinas, pero que no salen al mercado por desacuerdo entre los propietarios u otros motivos. Esto impide que las personas o familias que encuentran un trabajo en estas zonas se queden allí a vivir y reactiven el municipio, teniendo que residir en la mayoría de las ocasiones en la capital o en las localidades más grandes, por encima de los 5.000 habitantes.


Cualquiera que conozca un pueblo sabe que casi nadie está dispuesto a vender -mucho menos a alquilar-, aunque la vivienda lleve años desocupada y ni siquiera acudan durante el verano. Esto hace inviable cualquier posibilidad de que lleguen nuevos habitantes, con lo que ello podría suponer para la apertura o mantenimiento de la escuela, de un pequeño supermercado o del bar, e incluso para el rejuvenecimiento de la población. Ante ello, los ayuntamientos o la Diputación están prácticamente atados de pies y manos, sin soluciones que aplicar ante este problema. Y la Junta, que sí cuenta con un programa de rehabilitación y construcción de viviendas para alquiler en el medio rural, se centra lógicamente en los municipios más grandes, con una mayor demanda residencial que casi nunca cubren los operadores privados.


Los políticos hablan en muchas ocasiones de la importancia del empleo para revitalizar los pueblos, para evitar que se queden desiertos, sin embargo creo que hay que poner más el foco en la vivienda, o al menos a la misma altura. El uno sin el otro no consigue nada y, por supuesto, el hecho de tener una oferta de alquiler o venta de casas sin trabajo en la zona pues tampoco resulta muy eficaz. El ejemplo claro es el que contamos este fin de semana en las páginas del periódico. La llegada de 600 personas nicaragüenses para trabajar en la construcción de una planta fotovoltaica en Villalba de los Alcores trae de cabeza a las administraciones públicas e instituciones para buscar alojamiento. 22 pueblos se están movilizando y, casi seguro, que muchos de ellos tendrán que venir a la capital del Pisuerga a residir. Una oportunidad perdida y, como ésta, se presentan pocas. Quizás hay que empezar a hablar de vivienda rural tanto o más que de polígonos industriales.


Los dirigentes públicos se quejan en conversaciones extraoficiales de la falta de herramientas para actuar sobre la vivienda vacía en este tipo de localidades tan pequeñas. En la última década, los ayuntamientos han contado con la ayuda de la Diputación para derribar 258 inmuebles (muchos de ellos en ejecución subsidiaria) en estado de ruina, aunque pocos de los solares que han quedado han salido luego a la venta. El problema está detectado y sus consecuencias comienzan a preocupar a muchos alcaldes, concejales y diputados. El paso siguiente es evidente, hay que ponerse a trabajar con expertos, agentes dinamizadores y colectivos rurales para buscar soluciones o alternativas que permitan a las personas que lo desean desarrollar su proyecto de vida en un pueblo de Valladolid.