«Hay mucha cultura de funcionariado entre la gente joven»

David Aso
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La vallisoletana Leticia Mingueza, presidenta de la Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA) de Castilla y León, analiza en una entrevista la pérdida de vocación emprendedora

Leticia Mingueza, presidenta de la Asociación de Trabajadores Autónomos de Castilla y León. - Foto: Jonathan Tajes

Valladolid no deja de perder autónomos desde hace más de 15 años, y también Castilla y León en su conjunto, a mayor ritmo incluso que la provincia. Pero a nivel nacional van en aumento y se han marcado nuevos récords en los últimos meses, ¿por qué semejante contraste? La excepción en esta tierra son las mujeres autónomas, que apenas han descendido mientras los hombres copan la práctica totalidad de la pérdida. La presidenta de la Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA) de Castilla y León, Leticia Mingueza (Valladolid, 1988), responde a estas y otras cuestiones acerca de la evolución y situación de un colectivo que, según piensa, brega con demasiadas trabas normativas en su día a día, en el marco de una sociedad donde «ahora hay más cultura de funcionariado» y menos espíritu emprendedor que antes. Y entre los vallisoletanos que emprenden, muchos que deciden irse a Madrid a hacerlo, mientras esta provincia, como la Comunidad en su conjunto, acusa el envejecimiento de su población y una falta de relevo generacional que aún puede ir a más.

¿Qué retos se marca para estos próximos cinco años, ahora que acaba de ser elegida por unanimidad como presidenta de ATA para el cargo que ostentaba en funciones?

El primer reto es trabajar por que se oiga la voz de los autónomos de Castilla y León y de todas sus provincias. También por disminuir las trabas e impedimentos que tienen en su día a día, en todo lo competente al Gobierno regional, entidades locales y demás. Luego está el tema de los jóvenes, que me preocupa mucho: hay que trabajar por fomentar el emprendimiento entre la gente joven, hacerlo más atractivo o al menos hacérselo llegar. Que se planteen emprender porque además tenemos un problema de relevo generacional muy importante. Y también es muy importante trabajar por el mundo rural, que tenemos muchos municipios y cada vez se van vaciando más.

De hecho, Valladolid ha perdido casi 3.000 autónomos en diez años (de 37.478 a 34.570, -2.908, -7,76%, con datos hasta octubre) y más de 4.000 en quince (-4.180, -10,79%), una tendencia parecida a la del conjunto de Castilla y León. A nivel nacional, en cambio, han aumentado hasta marcar récords en los últimos meses, ¿por qué piensa que sucede esto?

Yo creo que es un cóctel de motivos, que al final el autoempleo está descendiendo aquí por el envejecimiento de la población de Castilla y León, la despoblación... También afecta la cercanía a Madrid, y luego están todas las dificultades que se encuentra el autónomo en el día a día. Cada vez son menos los jóvenes que quieren emprender y además está llegando un momento en el que el grueso de los autónomos en Castilla y León se empieza a jubilar. La mayoría está entre los 45 y los 55 años, así que esto irá a más, con un bum de jubilaciones a 10 y 20 años vista. La falta de relevo ya se nota y tenemos que empezar a tomar medidas; de hecho, ya deberíamos haber empezado. En Castilla y León ya estamos viendo una sangría, en Valladolid también, y yo creo que esto tiene que ver con las características que hablamos de un territorio muy amplio con mucha zona rural. Si no lo frenamos esto pronto, vamos a tener un problema grave.

¿Entonces piensa que, aparte del envejecimiento de la población, un problema clave está siendo la marcha de emprendedores a Madrid?
Yo creo que tiene mucho que ver con eso, con que mucha gente joven, en lugar de emprender aquí, se marcha y lo hace principalmente a la capital.

La mayoría de la pérdida de autónomos se concentra en el comercio y hostelería, con la construcción en tercer lugar, ¿a qué lo atribuye?

El comercio sobre todo está bastante tocado, atraviesa un momento de cambio de hábitos de consumo que, unido al tema de la digitalización... Todavía hay negocios que se siguen llevando de alguna manera con lápiz y papel, como quien dice, y tenemos que entrar de lleno en la digitalización porque, quien no se suba a ese carro, se quedará en la cuneta por no ser igual de competitivo.

Con internet el comercio ya puede llegar a más mercados, pero la digitalización aporta también otras ventajas clave... 

Claro, desde controlar el stock que tienes en la tienda hasta, en el caso de los restaurantes, poder hacer reservas con el móvil, sin tener que llamar. Yo creo que todas estas cosas influyen mucho. Cada vez se va trabajando más en digitalización y herramientas como el kit digital están ayudando, pero todavía tenemos muchas carencias en esta cuestión.

Su homólogo de ATA Navarra decía el mes pasado que «a veces se habla del emprendedor como un maligno que se aprovecha de sus trabajadores», y que «eso aleja especialmente a los jóvenes y mujeres de esta vía laboral», ¿está de acuerdo?

Sí que es verdad que la figura del autónomo, del empresario, se castiga mucho. Se le pinta como el malo de la película y tenemos que tener en cuenta que los autónomos generan mucha riqueza, y al final los negocios son los que dan vida a las calles de una ciudad o un pueblo, facilitan que haya servicios... Y aparte generan empleo, que además el tejido empresarial de Castilla y León está compuesto sobre todo por autónomos y pequeñas empresas. Tenemos que cambiar el punto de vista: el autónomo favorece la economía local, pero a veces tenemos esa sensación de que se le demoniza.

A menudo se insta desde las organizaciones empresariales a generar sinergias y alianzas o concentrar empresas pequeñas para generar otras más grandes, fuertes y competitivas, ¿y los autónomos? 

En nuestro caso es más complicado, sobre todo porque al final el autónomo es el hombre orquesta dentro del negocio. No tiene departamentos y generalmente es él mismo o él con uno, dos o como mucho tres empleados. Está en el día a día y también debe conciliar, y eso muchas veces penaliza el crecimiento de los negocios. Entonces bueno, yo creo que que lo que tenemos que hacer es ponerle facilidades para que pueda seguir creciendo, que si al autónomo le va bien va a contratar trabajadores, podrá seguir creciendo y eso nos irá bien a todos.

Retomando la cuestión de la pérdida de autónomos que se viene registrando en Valladolid, sorprende por otro lado que el número de mujeres dentro de este colectivo apenas ha descendido: sólo 89 menos que hace 10 años en la provincia, frente a 2.818 hombres menos…

Históricamente, quizá la mujer ha estado ligada al negocio en muchos casos sin ser la titular pero, con la evolución que estamos teniendo, poco a poco, sí que está entrando a liderar, lo cual es muy positivo sobre todo en los pueblos. En el ámbito rural es muy positivo porque, cuando la mujer emprende allí, generalmente la familia también se queda allí. Y lo que nos dicen también los datos es que los negocios liderados por mujeres son más sólidos y duraderos en el tiempo.

¿Será porque los sectores a los que se dediquen sean más estables?

Puede ser. 

¿Dónde predominan más?

En comercio por ejemplo, en educación, en actividades sanitarias... 

¿Es más difícil ser autónomo hoy que hace 10 o 15 años?

Yo creo que tenemos más trabas, la normativa es cada vez más compleja. Sí que es verdad que hemos avanzado en muchas cosas: tenemos más protección social que hace 10 años porque ahora podemos acceder al cese de actividad, que es el equivalente al paro; tenemos incluido el tema del accidente de trabajo o la jubilación anticipada, que son cosas en las que también se ha ido avanzando, pero yo creo que la normativa cada vez es más compleja y esto afecta a los negocios.

¿Qué trabas nuevas han surgido en estos 10 o 15 años?

Pues sobre todo nueva normativa. Tú ahora, cuando vas a abrir un local al público, te tienes que someter a una serie de cuestiones que muchas veces antes no existían.

En protección social se ha ganado, tal y como apunta, ¿y en ayudas públicas para el colectivo también, no?

Creo que sí, lo que pasa es que también tenemos la complejidad de los trámites para solicitar las ayudas. Si nos encontramos con que para pedir una ayuda tienes que presentar una documentación muy compleja, muchas veces ves que hay gente que desiste porque volvemos a lo mismo: el autónomo es un hombre orquesta 24 horas al día; tiene una vida familiar, además de un negocio, y tiene que gestionar todo eso.

Frente a esas trabas, al menos los autónomos de gestorías sí celebrarán tener más trabajo...

Bueno, pero los gestores también tienen mucha carga de trabajo.

¿Y hoy hay más presión fiscal o menos que hace diez o quince años?

Yo creo que tenemos más.

Luego entonces el cuadro resultante es que el autónomo de hoy, frente al de hace 10 o 15 años, considera que tiene más protección social y más ayudas, pero también más trabas administrativas y una mayor presión fiscal...

Ese es el cuadro, sí.

¿Se ha perdido también cultura de emprendimiento?

Sí, yo creo que ahora tenemos mucha cultura de funcionariado, sobre todo entre la gente joven. Se pinta el emprendimiento como una locura y es verdad que no es ningún camino de rosas, pero también igual muchas veces a los jóvenes se les quitan las ganas de emprender sin ni siquiera sentarse a valorar su idea haciendo un plan de empresa, poniendo números sobre la mesa y haciéndose asesorar por alguien que esté especializado en emprendimiento y autónomos. El propio entorno muchas veces puede quitar la idea de la cabeza sin llegar a valorarla realmente.

En los años 90 por ejemplo, o en los primeros 2000, ¿había más cultura y valentía para emprender? 

Hemos ido perdiéndola y esto también tiene que ver con la demonización de la figura del empresario, o con el hecho de que cada vez tengamos más complicaciones a la hora de gestionar un negocio. Eso al final va calando entre la gente joven y bueno, unido a una cultura cada vez más del funcionariado... Quiero decir que al final tiene que haber de todo, que al final tiene que haber trabajadores públicos, trabajadores por cuenta ajena... Pero si no hay empresarios, si no hay autónomos, tampoco hay trabajadores por cuenta ajena. Debe haber un equilibrio.

Por otro lado, recientemente advertía sobre las dificultades para ser autónomo en el medio rural, ¿no reciben ya más apoyo que los del medio urbano? ¿Qué les falta?

Hay ayudas específicas para el medio rural y reciben más apoyo, pero aún tenemos problemas, por ejemplo, con el tema de la fibra y la necesidad de que llegue correctamente o con una velocidad adecuada. Hay una brecha entre el medio rural y el medio urbano en el tema de la fibra y esto afecta mucho, cuando hoy todos los negocios necesitamos estar conectados prácticamente todo el día. Esto afecta, y en todas esas cosas se tiene que seguir avanzando para que el autónomo del medio rural pueda tener las las mismas oportunidades que el de la ciudad. 

Luego está el acceso a determinadas infraestructuras o servicios, que si no los tienes te afecta a la hora de decidir si te quedas en el pueblo o te vas a la ciudad.

Y la mujer, en vistas de cómo está evolucionando la cifra de autónomos según el género, ¿necesita más apoyo? 

En el tema de las mujeres se trata sobre todo de facilitarles más apoyo a la conciliación. La crianza de los hijos afecta más a la mujer en el sentido de que muchas veces ya no se vuelve tras la maternidad y hay que apoyarla más para que eso no pase. Y también facilitarle más el acceso a la contratación antes de la maternidad, para que tenga personal que la sustituya en esos periodos.

¿Y más ayudas en concreto a los jóvenes también?

Sí, sobre todo porque al final los jóvenes tienden a ir más hacia los medios más urbanos y habría que apoyarles más para que se decidan a emprender en el mundo rural, donde son especialmente importantes para que los pueblos se sigan desarrollando, que se establezcan en ellos, tengan allí a sus hijos y se pueda garantizar el relevo generacional. 

Para terminar, ¿qué aconsejaría a alguien que se esté planteando emprender?

Sobre todo que se asesore muy bien y compruebe si de verdad hay agua en la piscina. No nos podemos lanzar a emprender sin hacer un plan de empresa. Cuando queremos emprender tenemos un montón de ideas y datos en la cabeza que tenemos que ordenar con un plan de empresa, un estudio de mercado.

¿Pero cómo se explica a un no iniciado qué es un plan de empresa?

Se trata de poner sobre el papel todo lo que tú tienes pensado sobre ese negocio, y también es algo que te hace reflexionar sobre aspectos como los ingresos y gastos que vas a tener. Tienes que hacer una cuenta de pérdidas y ganancias, reflexionar sobre cuál es el punto de no retorno... Es decir, comprobar hasta donde se puede llegar, porque hay un punto en el que, si tienes pérdidas, debes valorar si merece la pena seguir o es mejor cerrar el negocio. Todo eso lo tienes que tener por lo menos previsto desde un punto de vista realista. Podrías plantearte varios escenarios: uno optimista, uno realista y uno pesimista. Conviene hacerse esos tres escenarios, ver hasta dónde puedes llegar con los ahorros que tienes, qué es lo que debes generar para que el negocio salga adelante; y también que te lo revise alguien que esté especializado en emprendimientos. La idea yo creo que es hacerte tú el plan de empresa, pero asesorándose primero. Desde ATA por ejemplo ayudamos a hacerlo, asesoramos previamente, revisamos planes de empresa... Pero la cuestión es que un especialista en emprendimiento te ayude a poner los pies en la tierra, así que, en definitiva, el consejo principal es asesorarse bien.