Quién es Luis Miguel V.G. Es el presunto cabecilla de la trama de tráfico de estupefacientes que fue desarticulada ayer en el barrio de Las Flores y otros puntos del entorno de Valladolid, pero no es ningún desconocido. Apodado ‘Pollito’, los agentes dedicados a la lucha contra el narcotráfico en la ciudad le han tenido siempre en el punto de mira.
Cuentan que fue a principios de los años 2000, siendo todavía un joven veinteañero, cuando dejó de trabajar a diario en la carnicería de sus padres, situada en el corazón de Las Flores, para probar con otros negocios muchos más fructíferos. Vinculado con algunos miembros de los Monchines como el propio Salvador R.L. (‘Negro’), que fue recientemente detenido, se cree que empezó a trabajar para el clan como mulero.
«‘Pollito’ recibía igual 2.000 o 3.000 euros por bajar a Madrid a por un coche cargado de droga. Dinero fácil y sencillo», explican fuentes policiales consultadas por este periódico. «Se dedicaba a ello de una manera profesional, se puede decir», añaden, «primero para los Monchines y luego para los Carro, para el ‘Rubio’... para el que pagase mejor».
Envío para los Monchines. La Policía le arrestó hasta en dos ocasiones por su vinculación con uno de esos transportes de droga. La última, en 2008, en el peaje de Adanero, en la misma autopista AP-6. Luis Miguel fue detenido junto a otros dos vallisoletanos y un turco en posesión de un alijo de 21 kilos de heroína que, según cuentan estas mismas fuentes, iba destinado en su mayor parte para los Monchines.
Antes, en 2001, en el marco de la Operación Nave se llegaron a requisar otros 21 kilos de heroína en un local de La Rondilla que, presuntamente, habían llegado a Valladolid de la mano de ‘Pollito’.
En el mes de julio de 2004, la Audiencia Provincial le condenó por ello a 10 años de cárcel. Pero no llegó a cumplirlos. El día 19 de enero de 2007, el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, le daba un indulto parcial -iba firmado por el entonces ministro de Justicia Juan Fernando López Aguilar-, a pesar del informe desfavorable del tribunal sentenciador. En concreto, se le ‘perdonaban’ dos años -tenía cumplidos ya más de cinco y eso suponía su excarcelación-, pero con la condición de no volver a cometer «delito doloso durante el tiempo de normal cumplimiento de la condena», pena que expiraría este mes de julio, precisamente.