El don de las miradas

SPC
-

Sor Teresa, del Centro de La Milagrosa, de Rabé de las Calzadas (Burgos), recibe en la ermita a los peregrinos, los abraza y los emociona y es capaz de conocer sus problemas a través de sus ojos

El don de las miradas - Foto: Eduardo Margareto ICAL

"Si hubiese sido cámara, hubiera hecho una película sobre las miradas del Camino. Puedo ver los problemas de peregrinos a través de sus ojos". Sor Teresa, monja del Centro de La Milagrosa, de Rabé de las Calzadas (Burgos), es la encargada de abrir la cercana ermita de la Virgen de Monasterio, una extensión de la Capilla de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa, de París. "Los recibo, siempre desde la libertad. Me pongo a la entrada y el que quiere entra, y al que no entra también se le desea que tenga un camino feliz y que encuentren lo que va buscando hasta que llegue a su casa", explica.

Junto a la abadesa, que se llama María Teresa, su tocaya religiosa abraza a los peregrinos, los emociona, simplemente con su tacto, con su mano en la cara, en muchas ocasiones sin necesidad de pronunciar palabra. Se sincera particularmente con las madres cuando entrega la conocida y simbólica medalla de La Milagrosa, y las interpela: "Tú tienes pinta de ser madre", les adivina, para proseguir: "A esta madrecita, en el Camino, la Virgen las proteja".

Teresa asegura que el peregrino "se enriquece con esa mirada de ver, contemplar, acoger y tirar". Cree que transportan dos mochilas: la visible, que "normalmente es muy ligera", y la del corazón, "donde llevan verdaderos tesoros".

Rabé, un pueblo repleto de bellos murales vinculados al Camino, es el plató de esa película que a sor Teresa le hubiera gustado filmar, junto a las imágenes que destacan sobre las paredes de naves agrícolas o casas medio abandonadas y entre las que destaca aquella que aúna el talento de Einstein, la fe de Ghandi y el sueño de Martin Luther King.

"Para mi el Camino de Santiago empieza en casa de cada uno. Y es un camino de búsqueda, de agradecimiento y de dejar por la ruta aquello que no les ayuda a vivir cotidianamente, a ellos, ni a los que tienen a su alrededor", sostiene Teresa, quien expone que los peregrinos la han enseñado que a pesar de ser de distintas nacionalidades, en el Camino "todos se sienten de la misma tierra".

Un escenario que la hace reflexionar: "¿Por qué el ser humano es tan capaz de ayudar y tender la mano cuando desarrolla estas experiencias y luego en la vida cotidiana se olvida el corazón y solo nos movemos con la cabeza?"