Los Bomberos alertan de las caídas de mayores y los suicidios

Óscar Fraile
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El Servicio realizó el año pasado 2.296 intervenciones, seis al día, con un tiempo medio de respuesta de 6 minutos y un 75% de casos urgentes resueltos en menos de media hora

Algunos de los integrantes de los 161 efectivos con los que cuenta Bomberos de Valladolid en la actualidad. - Foto: Jonathan Tajes

Cada día del año, los Bomberos de Valladolid realizan una media de seis intervenciones de lo más variadas, aunque el salvamento copa más de la mitad de ellas. Según recoge la memoria de actividad de 2023 del Servicio de Extinción de Incendios, los 151 profesionales que forman parte de la División Operativa de Intervención de los parques de Las Eras y Canterac realizaron 2.296 salidas, un 5,5% más que en 2022 dentro del proceso gradual de recuperación de la actividad tras el bajón que supusieron los dos primeros años de la pandemia. De esas intervenciones, el 54,4% fueron salvamentos de naturaleza muy variada y solo una de cada cinco tuvo que ver con algún fuego. Es más, en los últimos años hay una tendencia ascendente entre los primeros y descendente en los incendios. El resto de la actividad se divide entre el 20% de casos de asistencias técnicas y un 3% de falsas alarmas.

El listado de tipos de salvamentos es muy extenso y variado. Desde rescates en ascensores a accidentes de tráfico, pasando por apertura de puertas, rescate de animales, asistencia a intoxicados, etcétera. Pero hay un aspecto sobre el que el jefe de los Bomberos de Valladolid, Javier Reinoso, quiere llamar la atención: el incremento de casos de accesos a viviendas de personas mayores que se caen y, como viven solas, no pueden levantarse. «En la parte operativa, desgraciadamente son las intervenciones más numerosas y crecen año tras año», señala. Un fenómeno propio de una población cada vez más envejecida, como la vallisoletana en particular y la castellano y leonesa en general. Por eso Reinoso incide en la importancia de utilizar los sistemas de teleasistencia. Es decir, los pulsadores mediante los cuales los mayores pueden solicitar ayuda a los servicios de emergencias si tienen algún percance. Eso sí, se trata de utilizarlos bien. Y eso implica, por ejemplo, no quitárselo en la ducha, un espacio «donde se producen muchas caídas», recuerda Reinoso.

Hay otra intervención que también preocupa al jefe de los Bomberos, por el incremento de casos: las tentativas de sucidios. La memoria recoge doce salidas el año pasado por un problema del que cada vez se tiene una mayor conciencia social, aunque quizá deba darse más a conocer. Al menos eso es lo que opina Reinoso. «No nos compete a nosotros la solución de estos problemas en su fase inicial, pero sí es preciso que se visibilicen para que todos tomemos conciencia de la importancia de la salud mental y ayudar a que se trate el problema antes de que se agrave», opina.

En lo que se refiere a las intervenciones por incendios, fueron 499 el año pasado. Las más habituales, en edificios de viviendas de varios pisos, en contenedores y papeleras y en matorrales.

Renovación de la plantilla

La plantilla del Servicio de Extinción de Incendios cuenta actualmente con 161 efectivos después de la jubilación el año pasado de diez trabajadores y la incorporación de 19. Un relevo que ha hecho que la edad media de la plantilla descienda ostensiblemente, hasta los 43 años (hace cinco años era casi de 48). No obstante, Reinoso asegura que es necesario incidir en este proceso porque la distribución de la pirámide de edad obedece a la ampliación de la plantilla que se realizó a finales de los 80 y principios de los 90, un personal que ahora está alcanzando, «de forma simultánea», la edad de retiro. En los últimos años se han jubilado 60 efectivos, este año lo harán otros 15 y seis más en cada uno de los dos siguientes ejercicios. Para paliarlo, hay pendiente un proceso selectivo para 20 incorporaciones. Con todo, Reinoso considera que los Bomberos sí que tienen una plantilla y unos medios materiales adecuados al servicio que deben prestar. Un factor imprescindible para que el tiempo de respuesta sea solo de seis minutos en la capital. «Un dato muy importante para valorar nuestra eficacia», señala la memoria de actividad del año pasado. Además, tres de cada cuatro intervenciones urgentes, entendiendo como tales a efectos estadísticos los incendios, los salvamentos y las falsas alarmas, se resuelven en la primera media hora desde que los efectivos llegan al lugar de los hechos. «Esto es debido, en gran parte, tanto a la capacidad que tiene el Servicio de reducir el tiempo de respuesta asÍ como la capacidad de movilización de los medios necesarios para solventarla», asegura Reinoso. 

Un nivel de eficiencia que ha hecho que este Servicio cuente con un importante reconocimiento social. Así lo siente el jefe de Bomberos: «Una de las cosas más gratificantes de esta profesión es el respaldo y la empatía de la sociedad; además de la satisfacción personal que nos llevamos por el deber cumplido cuando realizamos algún salvamento, rescate o cualquier intervención en la que se ayuda a un ciudadano, la sensación que nosotros tenemos de cómo la sociedad percibe o valora nuestra profesión y nuestro trabajo es muy positiva y creemos que la ciudadanía comprende y valora la dificultad de lo que hacemos y nuestra implicación con nuestro cometido». De hecho, los Bomberos también ejercen una labor social que va más allá de la actividad operativa. Por ejemplo, recientemente han llevado a cabo un proyecto para que alumnos de Primaria, Secundaria y Bachillerato tengan nociones básicas de autoprotección. Una labor que «está teniendo gran éxito y está siendo muy demanda entre los centros escolares».

Un año marcado por las explosiones de Goya y Parquesol

Las dos intervenciones más importantes que tuvieron que afrontar el año pasado los Bomberos, al menos desde el punto de vista mediático, son las explosiones de la calle Goya el 1 de agosto, donde falleció una mujer y se registraron 14 heridos, y la de otra vivienda en la calle Juan de Valladolid, en Parquesol, solo unas semanas después, donde falleció otra persona. Con la perspectiva que da el tiempo, el jefe de Bomberos considera que en ambos casos se hizo un buen trabajo para gestionar la tragedia. «Solo puedo decir cosas positivas de ese trabajo», asegura. Según él, «el personal se implicó totalmente», aunque «queda la tristeza por las víctimas y sus familiares». En cada una de estas intervenciones se movilizó casi la mitad de los vehículos y medios materiales disponibles y más de un tercio de la plantilla.

28 fallecidos en las intervenciones del año pasado 

Las intervenciones de los Bomberos del año pasado dejaron un balance de 184 víctimas, entre las cuales se encuentran 28 fallecidos. El resto son 88 lesionados, 17 intoxicados y 51 evacuados a centros de atención sanitaria. Según Reinoso, convivir con la muerte es «una de las partes más negativas» de ese trabajo. «Cuando yo empecé, hace más de 25 años, la mayor parte de estas situaciones estaban relacionadas con las víctimas que rescatábamos en los accidentes viales, y actualmente la mayor parte de atenciones con víctimas mortales son rescates y asistencias sanitarias en viviendas e intentos autolíticos», explica. Según él, por muchos años que pasen, «es imposible normalizar el dolor de las personas a las que ayudas», así que solo queda «empatizar, ayudar y ser profesional».

Un servicio con más de diez millones de presupuesto 

El presupuesto de los Bomberos ha ido creciendo en los últimos años para pasar de los casi ocho millones que tenía en 2013 a los 10,3 del año pasado. De ellos, casi el 85% se destina a gasto de personal. Concretamente, 8,7 millones, que se dividen entre 7,8 millones para el personal funcionario, 770.000 euros de incentivos al rendimiento y 80.000 euros para cuotas, prestaciones y gastos sociales. Por otro lado, las inversiones asociadas al funcionamiento operativo representaron el año pasado poco más de un millón de euros, mientras que a los gastos corrientes se destinaron casi 520.000 euros. Este último capítulo se reparte entre 315.000 euros de material y suministros, 200.000 euros para reparaciones, mantenimiento y conservación, 3.200 euros para arrendamientos y 960 euros para indemnizaciones.

Más de mil horas de formación y prácticas

La formación es uno de los pilares básicos de los Bomberos de Valladolid para garantizar la efectividad de todas sus intervenciones. Sobre todo para los nuevos ingresos. Este grupo recibió el año pasado más de 800 horas de formación en aspectos como rescates en altura, incendios estructurales, accidentes de tráfico, rescates en medio acuático, uso de herramientas y rescates en espacios confinados, entre otras cosas. Por otro lado, casi 200 horas invirtieron los mandos en dar prácticas diarias a toda la plantilla sobre estas materias. Además, los trabajadores recibieron otra formación de perfeccionamiento. Es un trabajo que se realiza a diario. «Además, en los parques disponemos de material deportivo e instalaciones para el mantenimiento y entrenamiento de la adecuada condición física», explica Reinoso.