"Mi madre tomaba muchas medidas antes de abrir la puerta"

D.V.
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Los hijos de la víctima del crimen de la Circular destacan las extraordinarias medidas de seguridad que adoptaba Aguña y recelan de la tesis de que fue ella quien abrió a la banda. Además, dejan caer sus sospechas sobre la exnuera de la septuagenaria

Jesús Ángel, hijo de la víctima, durante su declaración.

Los tres hijos y la exnuera de María Aguña relataron, durante la tercera sesión del juicio por el crimen de la Circular, las extraordinarias medidas de seguridad que adoptaba la víctima en una vivienda en la que tenía doble circuito de seguridad, con cámaras, y que no abría a desconocidos. Un comportamiento que no encajaría con lo expuesto por los dos ladrones que han confesado el asalto y que han relatado que fue la septuagenaria quien les abrió la puerta.

En la vista, el empresario ganadero Jesús Ángel A.A., hijo de la titular del piso de la plaza Circular fallecida en octubre de 2018, ha dejado caer la posibilidad de que fuera su ya expareja, no encausada, la fuente que pudo facilitar información a los seis presuntos autores sobre las importantes cantidades de dinero y joyas que la anciana guardaba en su caja fuerte.

Si horas antes, durante la tercera sesión del juicio con jurado que se sigue en la Audiencia de Valladolid uno de los acusados, Antón A.M., había nombrado ya a Cristina A.G., la entonces mujer del hijo de la anciana, como la persona que facilitó al supuesto cabecilla del robo, Rubén A.R., los hábitos de la septuagenaria y localización de la caja, el testimonio del vástago de la fallecida ha seguido la misma dirección incriminatoria.

El testigo, en declaraciones recogidas por Europa Press, ha relatado que su madre había sido objeto de un robo en su vivienda cuatro años antes y a raíz de ello había tomado numerosas medidas de seguridad, entre ellas doble cerradura en la puerta y la instalación de una caja fuerte oculta tras unas cortinas cuya llave llevaba encima u ocultaba en un abrigo y un número de combinación apuntada en la hoja de un libro.

"Tomaba muchas medidas, miraba hasta cuarenta veces por la mirilla antes de abrir la puerta", ha indicado el hijo de la fallecida, que ni siquiera sabía la combinación y era la madre la que siempre habría la caja fuerte, incluso el día anterior de los hechos, el 16 de octubre de 2018, cuando Jesús Ángel, empresario ganadero, acudió a dejar en ella 300.000 euros que por la tarde retiró.

El declarante ha explicado que su relación y la de su entonces pareja con el supuesto 'autor intelectual' del robo, Rubén A.R., se circunscribía al de clientes de su clínica dental, pero sí ha dejado caer que ella pudo facilitar información al protésico sobre el dinero que acababa de meter en la caja de su madre y que incluso una vez muerta esta última trasladó al acusado que la policía sospechaba de él.

Jesús Ángel A.A. ha recordado el día del hallazgo del cadáver de su madre. "Cuando llegamos encontramos la puerta arqueada pero cerrada y con la tele muy alta", con lo que decidió llamara a la Policía Nacional. "Al verla muerta me tiré para atrás y me fui al pasillo", ha concluido el hijo.

Dos hermanas de éste, María Mónica Montserrat y María Aránzazu, han testificado igualmente para refrendar las extremas medidas de seguridad que había tomado la anciana tras haber sido víctima de un anterior robo.

Aunque la primera de las hijas ha aportado pocos detalles, ya que su relación con la anciana era "distante" y no la veía desde el mes de julio, la segunda sí ha referido detalles sobre los hábitos de la septuagenaria y que ésta acostumbraba a llevar cuatro anillos y una pulsera. Sin embargo, en el cadáver solo se hallaron dos anillos.

También, corroborando lo declarado antes por su hermano, María Aránzazu ha coincidido en que la relación entre su cuñada, Cristina A, y Rubén A.R., parecía exceder la propia entre protésico y clienta, ya que una noche en la que la testigo estaba en un centro comercial con la aludida, ésta le indicó que en casa del empresario había una televisión más grande que la del establecimiento. "Es que he cenado en su casa, ¡si le conozco mucho!", aseguraba María Aránzazu que le dijo su entonces cuñada.

La aludida por los tres anteriores, Cristina A.G., comparecía más tarde ante el jurado para explicar que conoció a Rubén A.R. porque acudió a su clínica dental durante diez años, del que también era paciente su entonces pareja, Jesús A.A., y ha asegurado que sabía perfectamente las medidas de seguridad que seguía su suegra y la ubicación de una caja fuerte tras unas cortinas y un armario, ya que había vivido en ese piso junto al hijo de Aguña.

Conocía también donde se encontraba la llave de la caja de caudales y la combinación, en un libro debajo de un colchón en la habitación de al lado y otro escrito tras un cuadro, y que hasta ella tenía un juego de llaves, aunque asegura que nunca la había abierto. Pese a todo, la testigo ha negado haber facilitado información alguna a terceros sobre si en aquella casa había dinero y joyas, "para nada".

El juicio entra este viernes en su cuarto día. El proceso trata de dirimir si el empresario protésico dental Rubén A.R., presunto cabecilla, se concertó con Arso A.I. para, con el apoyo de los también búlgaros Emil A.M., Antón A.M., Gabriel E.K. y Gabriel M.K., perpetrar un robo en una vivienda de la Plaza Circular que ocupaba María Aguñs, de 73 años, para apoderarse de importantes cantidades de dinero y joyas que, a través de un informante no identificado, sabían que guardaba en una caja fuerte.

El robo, sin embargo, se complicó y tres de los autores materiales del asalto acabaron con la vida de la anciana --falleció a causa de una insuficiencia cardiaca-- tras golpearla brutalmente y dejarla maniatada y amordazada al abandonar de forma precipitada el inmueble, sin que obtuvieran más que unos anillos que arrebataron a la víctima.

El juicio está previsto que prosiga hasta el próximo día 12 de noviembre. Frente a las peticiones absolutorias de las defensas, la fiscal del caso y un hijo de la víctima entienden que los hechos son constitutivos de un delito de asesinato, robo con violencia en casa habitada, detención ilegal y pertenencia a grupo criminal, con una petición global en el primer caso de 31 años de cárcel y en el segundo de 38 años, a sustituir por prisión permanente revisable, otra de las hijas de la anciana entiende que la muerte de ésta se encuadra en un homicidio y por eso solicita 21 años de privación de libertad, informa Europa Press.