Pantallas contra la salud mental de los jóvenes

Ó. F.
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Las consultas para niños y adolescentes se han disparado en los últimos años y, aunque la casuística es muy variada, la adicción a los móviles está en el origen de muchas de ellas

Un adulto y una niña utilizan sus teléfonos móviles. - Foto: Óscar Solorzano

Es probable que haya pocos avances tecnológicos que en las últimas décadas hayan provocado más conflictos familiares que los smartphones (teléfonos móviles inteligentes). La utilización excesiva de estos dispositivos por parte de los adolescentes y niños genera broncas en los hogares y, en muchos casos, problemas de salud mental en los jóvenes. Y tiene consecuencias muy serias, como el aislamiento social, la adicción y una vida cada vez más sedentaria.

Y así lo constatan los profesionales. «Estamos viendo comportamientos más irritables, hiperactivos, ansioso-depresivos y falta de atención que está motivada por el uso y abuso de pantallas», explica la psicóloga Inés González. No solo por el 'síndrome de abstinencia' cuando se les restringe el acceso a los mismos, sino porque «estar expuesto durante horas, sin límite y sin control parental deriva en una falta de estabilidad emocional».

Además, los contenidos que se consumen no siempre tienen la supervisión paternal. «Hay plataformas en las que la información no está regulada ni moderada, y eso puede ser muy perjudicial en edades en las que no se sabe discernir qué es real y qué no, qué lleva filtros, qué información es verídica, etcétera», añade. Una información que llega a toda velocidad, «y eso satura los recursos mentales de la persona y hace que el cerebro trabaje peor cuando toca estudiar».

Muchos más contundente es Nuria Geijo, pedagoga de apoyo, logopeda y psicomotricista, quien se refiere a la tecnología como «la droga del siglo XXI». «En mi época el caballo era una droga que estaba mal vista, pero hoy en día esto está aceptado y normalizado», añade. No se trata de poner al mismo nivel el caballo y la tecnología, que también tiene muchos aspectos positivos, sino de llamar la atención sobre el acceso normalizado que ahora tienen muchos jóvenes a unos dispositivos que, utilizados sin control ni límites, pueden ser lesivos para su salud mental. «Si el neocórtex, que es la parte cerebral que se hace cargo de la responsabilidad y el control de nuestras conductas, no se llega a desarrollar, tendremos adultos irresponsables e inmaduros», añade.

Geijo incide en que esta tendencia social es fruto de la utilización de la tecnología por parte de los padres como «una niñera» con la que dejar a los hijos para estar tranquilos. Y cuando el uso pasar a ser abuso, llega «la impulsividad, la falta de responsabilidad y de madurez en todas las funciones ejecutivas superiores», que no se desarrollan porque «cuando tenemos que trabajar ciertas áreas, estamos jugando con los móviles».
¿La solución? No queda otra, según ella, que apostar por la concienciación social, aunque sea un proceso lento. Y una mayor atención de los padres hacia sus hijos. «Muchas veces estamos físicamente, pero no estamos disponibles emocionalmente», explica.

«Una vida demasiado fácil»

Por su parte, el psicólogo Pedro de la Torre opina que los jóvenes tienen hoy en día «una vida demasiado fácil», carente de normas. «Creo que están sobreprotegidos, lo que hace que tengan mucha menos resistencia a la frustración y menos fortaleza», asegura.

Él suele tratar con adolescentes en su consulta, entre los que está detectando «muchos temas de violencia que antes no eran tan frecuentes». Unos problemas que tienen que ver con la «laxitud en la educación», aunque también sostiene que hay «muchas familias que lo hacen muy bien». Para él, el abuso de la tecnología solo es un síntoma más de una sociedad «que se está infantilizando», con una tendencia a prolongar la adolescencia más allá de los 22 años. «El móvil los aísla y hace que no necesiten a los demás; no como antes, que si no salías de casa y no quedabas con tus amigos,  te quedabas en casa toda la tarde aburriéndote como una ostra... y eso te obligaba a relacionarte», concluye.

Por su parte, Lucía Cayetana Gutiérrez, psicóloga del centro de logopedia y psicopedagogía 'Anda Conmigo', reconoce que a lo largo de su carrera se ha enfrentado a muchos conflictos familiares derivados del uso de las pantallas por parte de los menores. «Por ejemplo, es muy frecuente que los niños se les ponga en el móvil un capítulo de una serie cuando están comiendo, y eso no permite que hagan una buena integración sensorial, porque están a otra cosa», dice. Por no hablar de la falta de comunicación cuando esto sucede. «La mesa es un lugar que debería ser agradable, en el que se pueda hablar, y si estamos con la tecnología...».

No más de una hora en menores de cinco años

El abuso de la tecnología por parte de la población más joven se ha convertido en un problema social de primer orden. Tanto es así que la Organización Mundial (OMS) de la Salud ya ha dado algunas pautas al respecto para evitar hábitos que pudieran ser lesivos para niños y adolescentes. Así, el organismo considera que antes de los dos años los niños no deben hacer uso de las pantallas, mientras que asegura que desde esa edad y hasta los cinco, el tiempo no debería superar la hora al día. A partir de ahí y hasta los 17 años, la recomendación es no superar las dos horas diarias. El su comunicado oficial, la OMS destacó la importancia de que los niños recuperen las actividades físicas en detrimento de la vida tan sedentaria.