Aún nos quedan reivindicaciones que hacer para conseguir una igualdad efectiva y real entre hombres y mujeres. Muchos años de educación machista o, al menos, con cierto sesgo desigual ha creado profundos surcos en todos los ámbitos de la sociedad, que no son fáciles de cubrir. Por supuesto que actualmente ya existe una igualdad legal, pero aún la educación recibida mantiene muchos 'tics' machistas que habrá que abandonar en un futuro próximo, cuanto más cercano mucho mejor. Y esto lo digo a pesar de que me preocupa cierto retroceso que se observa en las nuevas generaciones. Quizás su desconocimiento de la historia, de los tiempos en que una mujer debía pedir permiso a su marido para abrir una cuenta de ahorro o su padre era casi su dueño hasta que se casaba, provoca que ahora se banalicen ciertas conductas y se exhiban opiniones peligrosas que recuerdan el control del hombre sobre la mujer hasta no hace tantos años.
No obstante, en esta ocasión quiero centrarme en el aspecto educativo. Lleva años en el debate público la escasa presencia femenina en la enseñanza universitaria relacionada con las titulaciones denominadas STEM (todas las relacionadas con la ciencia, la tecnologías, la ingeniería y las matemáticas), sin embargo los programas puestos en marcha desde el ámbito privado y público están fracasando al no conseguir un incremento significativo de mujeres en estos estudios. Una veintena de grados impartidos por la Universidad de Valladolid apenas han mejorado un tres por ciento en la última década, según las cifras analizadas por El Día de Valladolid. Dos chicos por cada chica es la ratio en estas carreras, cuando si tenemos en cuenta todos los universitarios del campus las mujeres son mayoría con más del 54 por ciento. Los datos son preocupantes, especialmente porque no se da con la clave para atraer más talento femenino a la facultad de Ciencias o a las escuelas de Telecomunicaciones, Ingenierías Industriales e Ingeniería Informática. Algunas responsables educativas de la UVa reconocen un estancamiento, cuando no un descenso, en la matriculación de mujeres.
Proyectos como InGenias, puesto en marcha por la Escuela de Ingenieros de Telecomunicaciones, o Stem Talent Girl, que inició Fundación Asti, tratan de enseñar y dar a conocer a niñas y jóvenes de la ESO, Bachillerato e incluso universitarias (para evitar el abandono) el impacto social y el atractivo de unos estudios, que en la mayoría de los casos cuentan con una empleabilidad máxima. A pesar de lo cual, los últimos estudios indican que en España apenas el 16 por ciento de los profesionales del área de las STEM son mujeres, y eso que estos empleos serán claves para el futuro de la sociedad (ya lo son en el presente), con lo que el problema puede ser generalizado.
Ante este panorama, solo queda animar a organizaciones privadas y administraciones públicas a seguir invirtiendo con constancia en programa que fomenten la presencia femenina en los estudios relacionados con las ciencias y las TIC. Evidentemente no existe una solución mágica y también hay que contar con los gustos personales y las preferencias de cada persona, sea hombre o mujer. Sin embargo, la falta de referentes desde la niñez, el desconocimiento al impacto social que tienen estas titulaciones y la 'autoexigencia' que se imponen las mujeres desde pequeñas son carencias que se pueden y se deben corregir a través de iniciativas como Stem Talent Girl, que ya ha conseguir sumar a casi 1.000 niñas y jóvenes de la provincia a sus actividades, multiplicando hasta por ocho el interés de las estudiantes de Bachillerato por estos estudios. Ése es el camino, pero no es el único, así que cualquier proyecto sería bienvenido para conseguir cubrir un hueco necesario para toda la sociedad y también para lograr en el campo educativo una igualdad real para la que nos falta aún un peldaño por subir.