"Como no se haga algo, los pueblos pequeños van a desaparecer"

R.G.R
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Belén Verdugo, presidenta de la Asociación de Mujeres Rurales de Valladolid

031024JT_0005.JPG - Foto: Jonathan Tajes

Tiene una visión pesimista del futuro de los pueblos más pequeños. Considera que la falta de servicios y de oportunidades laborales para las mujeres está ocasionando que el efecto de la despoblación sea cada vez más incisivo. Pide mayor implicación a las administraciones y critica que el próximo 15 de octubre, día de la mujer rural, sea solo una jornada de marketing para las administraciones, sin que realmente haya muchas cosas que celebrar.

¿Qué papel lleva a cabo la Asociación de Mujeres Rurales de Valladolid? ¿Qué funciones tiene? 

No estamos muy activos a nivel local, sí actuamos más con otras asociaciones en el conjunto del país. Tenemos un claro carácter reivindicativo y de intentar que se visibilice el papel económico de las mujeres, como habitantes productivas en el medio rural. Llevamos décadas trabajando, pero no es fácil tener una estructura y un funcionamiento regular porque no tenemos medios. Cada vez tenemos menos. Es un trabajo de resistencia. 

¿Tiene seguimiento por parte de las mujeres rurales o es difícil tener un elevado poder de convocatoria?

Tenemos dificultades por la parte física de poder juntarse. Son sitios que se encuentran alejados unos de otros. No tenemos estructura. Coordinar la organización desde la parte técnica también es difícil. La propia sociedad es cada vez más individualista? y nos lleva a que, cuando se destaca el papel de las mujeres, se haga de forma aislada, sin cuerpo organizativo. 

¿La asociación tiene actividad diaria?

Las organizaciones de mujeres en el medio rural han nacido pegadas a las organizaciones sindicales de agricultores y no es una prioridad. Tenemos un pequeño lastre. Se ha nacido vinculadas a organizaciones de hombres y eso nos imposibilita hacer ciertas cosas. 

¿Cuál es la situación particular de la mujer en el medio rural de Valladolid? 

Había que diferenciar la parte de las mujeres que trabajamos, que tenemos nuestras responsabilidades y todo lo que conlleva la profesionalidad. Y luego, la presencia y el papel de aquellas mujeres que no son profesionales. De alguna manera, entre ambas hay un choque ideológico muy grande. Encontrar generalidades para todas ellas no es posible. Las emprendedores y las que llevamos proyectos de vida en el medio rural estamos más involucradas en los temas que nos hacen mantener la actividad. Pero la mayoría tienen un nivel más dependiente de la sociedad en la que viven. Cuando se las pregunta por su futuro se hace más difícil que lo definan. No hay esa conexión con el trabajo y la tarea de protagonismo para mantener el medio rural.  

¿Este colectivo no ligado a una tarea laboral es mayoritario?  

Sí. La edad en este colectivo en el medio rural es avanzada. Muchas mujeres muy mayores, con un nivel de viudedad importante y mujeres que tienen un desarrollo de su actividad. La vida rural la tienen muy ligada a la siguiente generación que vive en la ciudad y que visita el pueblo de vez en cuando. En el medio rural es, a veces, un poco triste que algunas mujeres digan que lo que quieren es permanecer al lado de sus maridos como su objetivo más importante en la vida. 

El próximo día 15 se celebra el día internacional de la mujer rural. ¿Se sienten respaldadas por las administraciones como mujeres rurales?  

Ni siquiera ese día hay respaldo. Lo que hay es un marketing, una campaña de imagen. Lo digo con completa sinceridad. Siempre ha sido un día reivindicativo. Hace unos días hemos hecho un encuentro para intercambio de semillas y ha sido un encuentro reivindicativo. Lo institucional está muy canalizado por lo político y no hay reivindicación, sino marketing. Es una jornada para aparentar que van bien las cosas, que hay una evolución en el desarrollo del papel de los mujeres, pero no es para tanto. 

El día 15 es un día para celebrar. ¿Pero realmente hay cosas que celebrar? 

Siempre hay un motivo para celebrar, pero sin perder de vista que quedan muchas cosas y la realidad es muy difícil. No hay gente. No quedan mujeres jóvenes en los pueblos. Son proyectos individuales que participamos y que somos visibles, pero no hay un gran tejido social de mujeres en el medio rural. Es un condicionante. Los pueblos están vacíos. Una mujer joven para desarrollar su proyecto y su familia en el medio rural lo tiene muy complicado.  

¿Están en peor situación aquellas mujeres que viven en el medio rural que las que residen en las ciudades?

Sí. Las dificultades de desplazamientos o de conexión no le importan a la población de la ciudad. Yo hago agricultura ecológica y reconozco que hay mujeres que valoran el trabajo del medio rural, pero la mayoría no lo hace.  

¿Existe resignación y desinterés por evolucionar dentro del colectivo de mujeres rurales? 

Dependiendo lo que se entienda por evolucionar. Hay mujeres de edad que no consideran necesario evolucionar. Eso de querer trasformar la sociedad o aportar cosas para mejorar no va con ellas. Hay una corriente de inmovilismo bastante grande que se orienta hacia una falta de interés. 

Usted se considera una campesina del siglo XXI. ¿Por qué no se denomina agricultora? 

Igual que ser mujer rural es un concepto amplio, el término campesina es reivindicativo. Tiene un significado más profundo. No solo se trata de llevar máquinas, sino tener una conciencia de lo que supone estar junto a la tierra, es decir, una cultura. Implica más que agricultor. Cuando se habla de ecología el término campesino es adecuado. Los hombres también se llaman campesinos. La cultura desde que se instaló la modernización de la agricultura parece que campesino está mal visto, pero es una parte cultural. 

¿Se ha sentido alguna vez discriminada en su trabajo por el hecho de ser mujer?

Sí, casi todos los días. Porque el campo en sí mismo se está perdiendo. Son empresas grandes muy mecanizados. Yo trabajo en la zona de la Ribera del Duero y en vendimia ahora ya son máquinas, cuando antes era una época de crear empleo. Eso ha hecho que se pierda la conexión con el producto. Hay una parte del campo que se basa en la autosuficiencia, en algo alternativo y eso está muy mal visto por la otra parte. Entonces, yo me siento como en una pequeña burbuja. Estoy más cerca de la autosuficiencia. Pienso que se puede hacer algo pequeño, pero profesionalizado en todos los procesos. Y entonces me veo discriminada solo por el hecho de ser mujer. Se dan situaciones donde no hace falta que te digan nada para sentirte inferior. Y dentro de las organizaciones también. 

¿Hay más machismo en el medio rural? 

El machismo está por todos los lados, pero en el medio rural hay todavía una reserva. Existe la idea de mujer típica que se encarga de las tareas del hogar y no sale de casa. Sobre todo en un perfil de mujer de edad avanzada. No se ha cambiado nada. Por ejemplo, en el trabajo las mujeres no han tenido derechos labores. Hablamos de panaderías u oficios del campo, donde ellas han trabajado sin estar dadas de alta en la Seguridad Social. 

¿Cómo funciona la conciliación en el medio rural? ¿Es viable?

Para nada. Depende de un familiar o de la pareja, de lo evolucionada que esté la unidad familiar. Además, de que en los pueblos pequeños no hay servicios para la conciliación. ¡Viene un día a la semana el médico! Y en el asunto de la movilidad o tienes alguien en casa con carné de conducir o lo haces tú, o ya es imposible. 

¿Cuáles son las principales necesidades que tienen las mujeres rurales de la provincia?

Depende de cada caso. Pero en general hay una falta de servicios cada vez mayor. Y, en ocasiones, lo hay pero no se adaptan a las necesidades reales. Un autobús de 50 personas para un pueblo donde viven casi menos vecinos. La Administración es ajena a los pueblos. No saben lo que está pasando. La Diputación tiene medios económicos, pero se diseñan las formas de ayuda con unos perfiles e ideas que no tienen nada que ver con la realidad. 

Siempre se ha dicho que la mujer es la que fija población en los pueblos, pero el medio rural no para de perder habitantes. ¿Quieren realmente las mujeres residir en los pueblos? 

Las mujeres no quieren vivir en los pueblos pequeños. Por la falta de servicios y por presión social. La gente se suele ir o bien a la cabecera de comarca o la ciudad. En los pueblos se puede vivir muy bien si no pierdes las relaciones con la ciudad y con otras personas. No hay nada, la televisión y la biblioteca cuando vienen los autobuses. El ocio es muy limitado. 

¿Entiende que la mujer rural está silenciada? ¿Entiende que sí se hace caso por parte de las administraciones de lo que diga la mujer rural? 

Estamos silenciadas y se las utilizan. El día 15 se organizan cosas que están muy alejadas de las condiciones de vida de las mujeres. Es un ritual que parece que es el mejor día del año, cuando se ponen encima de la mesa todos los logros y a mí me parece que es un poco vacío. La Administración no está haciendo protagonistas a las mujeres con sus asuntos diferentes. Soy un poco crítica con estas cosas que se hacen. 

¿Hay diferencias entre las mujeres rurales de Valladolid y las de otras partes del país?

Depende. El medio rural tiene unos ciclos por las estaciones. Y depende también de la cultura de cada espacio, de las relaciones sociales... Hay territorios que optan mucho por lo local y tienen asociaciones de mujeres más fuertes y más unidas. 

¿Es necesario poner en práctica una función pedagógica en los pueblos sobre el papel de la mujer?

Hace 30 años o más había mucha participación porque se hacían reuniones y charlas. Ahora, eso es muy difícil. Se debería hablar de los problemas de las mujeres para intentar encontrar soluciones.  

¿Qué futuro tiene el medio rural de Valladolid?

El futuro de los pueblos más pequeños es muy difícil. Mientras la agricultura esté tan mecanizada y pierda tanta población de activos no podrá ser. Los proyectos pequeños lo tienen fatal porque es muy difícil la supervivencia. La gente consume en grandes superficies y como no se haga algo los pueblos van a desaparecer. Se cierran las casas. Hay calles en las que hay solo un vecino. Solo se abren en el fiestas o para el ocio.