En el ala oeste de la comunidad la noticia ha sido la inauguración de la variante de Pajares, la infraestructura ferroviaria más importante de cuantas se han acometido en España. Cincuenta kilómetros de vía de alta velocidad, el 80 por ciento bajo tierra a través de 12 túneles salpicados de doce viaductos, con una inversión de cuatro mil millones de euros. Un presupuesto que ha duplicado las previsiones iniciales, cuando hace 19 año se presentó el primer proyecto. Una obra de dimensiones titánicas, realizada gracias a la intervención de cuatro mil personas, impensable de no existir unos medios técnicos abrumadores.
Reconoció el ministro Óscar Puente que se trata de una obra en la que han intervenido todos los gobiernos de España. Un reconocimiento excesivamente ambiguo, aunque es de aplaudir una generosidad nada frecuente cuando de cortar cintas de inauguración se trata. La realidad es que tan faraónica obra ni siquiera se habría planteado, tan lejos de Madrid, de no haber sido por Álvarez Cascos, ministro asturiano en el Gobierno de Aznar. No hizo mucho más, pero sin esa apuesta no hubiera sido posible el impulso decisivo que le daría posteriormente Zapatero.
El desarrollo de las comunicaciones en el noroeste de la comunidad en los últimos años difícilmente se explicaría sin la intervención de fuerzas tractoras que tensaron la cuerda de las decisiones políticas en Madrid desde la periferia. Cascos desde Asturias trazó la voluntad para una obra que necesariamente habría de pasar por Castilla y León. Lo mismo cabe decir de la autopista con Galicia gracias a la intervención de Fraga.
Importante ahora es no quedarse en la complacencia. Lo advirtió el presidente de la Junta, Fernández Mañueco, reiterando ante el ministro la necesidad de abordar los proyectos pendientes glosados recientemente en una misiva al nuevo ministro de Fomento, fundamentalmente el desarrollo del Corredor Atlántico. Sin olvidar algo fundamental, que el tren no pase tan rápido entre León y Oviedo que nos olvidemos del territorio intermedio, de los pueblos de la cordillera, peligrosamente víctimas colaterales por el deterioro de sus acuíferos y la incertidumbre ante el olvido de la vieja vía. Ya reemplazada.