Las instalaciones de biomasa se disparan en una década

Óscar Fraile
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Los hogares y el ámbito industrial cada vez apuestan más por un sistema de calefacción que permite ahorrar hasta un 60% frente al gasoil y un 40% frente al gas

Las instalaciones de biomasa se disparan en una década - Foto: Jonatan Tajes

La instalación de calderas, estufas y redes de calor de biomasa se ha multiplicado en Valladolid durante la última década como una alternativa más barata y sostenible que el gas o el gasóleo. Así lo demuestran los datos de la Asociación Española de Valorización Energética de Biomasa (Avebiom). Si en 2009 había 476 instalaciones, en 2018, últimos datos disponibles, esta cifra había aumentado hasta las 5.333. En esa cifra están incluidas las instalaciones industriales y domésticas, aunque la base de este incremento está en las calderas comunitarias.

El funcionamiento de estas calderas es muy similar a cualquier otra, pero con una particularidad: la fuente de energía. Los combustibles son materia orgánica de origen vegetal o animal. En las instalaciones de gran tamaño se suelen utilizar astillas forestales de chopo y de pino que se consiguen después de triturar las ramas tras las cortas de estos árboles. En las instalaciones más modestas e individuales se utiliza el pellet de madera, que evita las emisiones contaminantes de las calderas de gas y gasoil. Y de forma más residual se utilizan otros materiales, como los huesos de aceituna y cáscaras de frutos secos, si bien este material es casi exclusivo de la propia industria que produce la biomasa, y no se da a nivel particular. Un ejemplo de empresa que ha optimizado este recurso es Ferrero Rocher, que ha sustituido quemadores de gasóleo para secar la avellana por instalaciones de biomasa que alimenta con la cáscara del propio fruto seco que utiliza.

En Valladolid hay varios ejemplos de redes de calor que funcionan con biomasa. De hecho, la de la Universidad de Valladolid (UVa) es la más importante de España en el ámbito público y recientemente se ha ampliado para cubrir el 90 por ciento de la energía demandada por el Hospital Clínico Universitario. Hay otros ejemplos, como la red de calor con biomasa para 398 viviendas del Grupo Fasa y la red de calor para otro grupo de viviendas de la zona oeste de Huerta del Rey.

Este goteo de instalaciones, sumadas a las domésticas, ha hecho que en una década se cuadruplique la potencia instalada, al pasar de 47.836 a 202.741 kW. Lo mismo sucede con la energía generada. De las 9,7 ktep (tonelada equivalente de petróleo) al año en 2009 se ha pasado a las 34,3 actuales.

Por otro lado, el desarrollo de esta energía alternativa tiene unos beneficios para el medio ambiente que se traducen en una reducción de emisiones de CO2 a la atmósfera. Concretamente, 697.112 toneladas al año, según los datos de Avebiom. Muy por encima de las 57.092 de 2008. Esto es posible, en parte, gracias al descenso de unos 40.000 litros de gasóleo al año.

El presidente de Avebiom, Francisco Javier Díaz, considera que Valladolid «se ha convertido en un referente» en instalaciones de biomasa. No solo por el calado de los proyectos que se han iniciado en los últimos años, sino porque también es la ciudad donde se celebra Expobiomasa, «la feria más importante de Europa y una de las mejores del mundo». Todo ello, según él, crea un ambiente «propicio» para que tanto particulares como la Administración apuesten por esta energía alternativa. Y eso, pese a que Valladolid no es la provincia de la Comunidad con más instalaciones, ya que en León hay más de 7.600.

Según Díaz, la explicación del auge de la biomasa tiene que ver con su competitividad. «Estamos compitiendo contra combustibles fósiles que tienen un precio altísimo y nosotros ofrecemos una energía mucho más barata para el consumidor final, ya sea en instalaciones individuales o colectivas», explica. Según Avebiom, la factura respecto a una caldera de gasoil puede reducirse entre un 45 y un 60 por ciento y entre el 35 y el 40 por ciento en el caso del gas. Este «importante ahorro» permite amortizar la inversión del cambio de caldera en dos o tres años.

El crecimiento de las instalaciones de biomasa ha sido sostenido durante los diez últimos años, excepto en momentos puntuales generados por la crisis económica o por bajadas muy acusadas del precio del petróleo. «Estamos creciendo a nivel nacional por encima de los mil megavatios instalados al año, y eso es un objetivo que nos marcamos en 2011 y se ha cumplido en todos los ejercicios», dice el presidente de Avebiom. Esto también se ha traducido en el empleo. De 50 puestos de trabajo en 2009 se ha pasado a los 206 actuales.

Aunque las estufas de pellet permiten a cada hogar individualmente pasarse a la biomasa, cada vez son más frecuentes las soluciones comunitarias. Los primeros en hacerlo en Valladolid fueron 240 vecinos del edificio Grial, en el barrio de Las Batallas, quienes a principio de 2013 cambiaron la caldera para poner una de biomasa para ahorrar 41.000 euros al año en calefacción. Por entonces era la segunda red de calor más grande del país en una comunidad de vecinos. En este caso, y en muchos otros, los vecinos cambiaron la calefacción, algo que no tendrán que hacer los propietarios de algunos edificios que en los últimos años ya se han construido con calderas de biomasa. «En este momento se están instalando pocas estufas de biomasa en los pisos, lo que va a más son las calderas comunitarias, sobre todo en zonas donde hay casas individuales y chalés adosados», asegura Díaz.

Avebiom ofreció algunos datos sobre el volumen de utilización de estos sistemas durante la celebración de la última edición de la feria Expobiomasa. La asociación estima que ya hay 10.500 MW instalados en toda España, lo que supone un 12 por ciento de todos los sistemas de calefacción en el país, incluyendo viviendas unifamiliares, bloques de pisos y, cada vez más, redes de calor distribuido. La expectativa es que esa potencia pueda llegar a los 13.000 MW cuando acabe este año.

En todo el país ya se han instalado 300.000 equipos de calefacción de biomasa. «La mayoría son aparatos de pequeña potencia, estufas y calderas de menos de 50 kW para calefacción doméstica y, gracias a su funcionamiento en lugar de otros alimentados con combustibles fósiles, evitamos la emisión de más de cuatro millones de toneladas de CO2 al año», explican desde Avebiom.