La vida de Beatriz Escudero tiene un antes y un después marcado por su llegada a las instalaciones de Fundación Intras. Su paso por la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) fue muy problemático. No consiguió adaptarse a una clase grande, con demasiados compañeros, según ella. «Me iba súper mal, yo necesitaba un sitios más pequeño en el que estuvieran más encima de mí», dice.
Y así es cómo llegó a las instalaciones de Parquesol, donde se sintió más escuchada, y, sobre todo, más entendida cuando el volcán que lleva dentro entraba en erupción. «Aquí tengo apoyo psicológico, en las clases, y me va mejor con los profesores y los alumnos», reconoce.
Beatriz tiende a sentir mucho agobio cuando pasa tiempo entre cuatro paredes. Los profesores y sus compañeros lo saben, así que, cuando esto le pasa, puede salir de clase a tomar el aire unos minutos, o a sentarse en un sofá hasta que recarga las pilas y vuelve al aula con más fuerza.
Estos cambios han servido para que gane en confianza en sí misma, hasta el punto de terminar con éxito los dos años de formación y encontrar su primer puesto de trabajo en el sitio en el que hizo las prácticas. «Antes era un desastre y no confiaba en mí, pero aquí me han cambiado como persona», dice. La relación con su familia también ha mejorado sustancialmente. «En lugar de adaptarnos nosotros a ellos, es el centro el que se adapta a ti», finaliza. Y tiene claro que si Fundación Intras ofreciera un grado medio de FP, se apuntaría «la primera».